“Pariaguán tierra soñada te traigo el regalo que una vez te prometí, no quiero mirarte triste tampoco en la soledad, yo quiero verte feliz”… Así describe Reynaldo Armas en su canción a la capital del municipio Francisco de Miranda (Anzoátegui). Este martes 14 de julio Pariaguán no amaneció feliz, sino conmocionada. En la plaza Miranda, al lado del busto del prócer que murió hace 199 años, estaba la cabeza de Rosalio Gamboa “El Roso”; a cuatro kilómetros de la plaza, al lado de una laguna, el resto del cuerpo.
“La cultura de la cárcel la están mostrando fuera. Quien controla dentro, controla fuera”, dice el sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Enrique Alí González. El mensaje de las bandas delictivas es claro: terror para obtener el poder.
¿Pero qué es lo que producen estas acciones en la sociedad?… Andreína Garrido espera en el terminal de Catia La Mar para abordar un autobús que la trae diariamente a Caracas, allí trabaja. Lleva una hora en la cola y cuando es su turno para abordar un hombre se le adelanta y le quita el puesto, en el de al lado coloca un bolso para apartárselo a una amiga. Andreína, que tiene un carácter dócil, pierde los estribos y le reclama:
—Tú si eres abusador —
—Yo soy estudiante —, le responde el hombre.
—Si con esa cara de viejo me vas a meter esa mentira, ¿dónde está tu carnet? —, insiste Andreína, quien quiere caerle a golpes al hombre y cuestiona si ser buen ciudadano vale la pena.
“El solo hecho de cuestionarse si deja de ser un buen ciudadano y de llegar a igualarse al otro muestra un deterioro en la sociedad y eso es lo que está sucediendo. En Venezuela hay varias bombas y cuando exploten no estaremos preparados”, advierte Cecilia Vicentini, socióloga y profesora de la Universidad Metropolitana de Caracas.
Para Vicentini, hay una escalada de la violencia que involucra un proceso de desensibilización y deshumanización. Cita a la socióloga venezolana Maritza Montero, quien expresa: “La principal señal de que una sociedad está enferma es cuando ve normal lo que no es normal”.
De acuerdo con los expertos consultados, la desconfianza en los órganos de justicia es un detonante para que se dé una anomia y cada grupo comience a crear sus propias leyes.
Enrique Alí González, coordinador del Centro de Investigaciones Socioculturales, explica que se comienza a aplicar la ley del que tenga más fuerza e inconscientemente inicia un quiebre emocional dentro de la sociedad. La rabia, agresividad, angustia, depresión, miedo y desesperanza hacen su entrada clave en el desenvolvimiento de una persona. “Antes existían hordas y ellos mismos creaban sus leyes para imponerse con la idea de pasar por encima de las otras y eliminarlos. Estamos reviviendo esa parte de la historia”.
La criminóloga Magalys Huggins asegura que las bandas delictivas en Venezuela han sacado sus instintos más primitivos y la impunidad ha provocado que la crueldad y los crímenes sanguinarios se multipliquen y sean uno más dantesco que el otro, “incluso que se den los linchamientos (…) la violencia se está convirtiendo en la única forma de relacionarse y en sinónimo de sobrevivencia”.
“¿Qué es lo que están formando?, ¿qué es lo que quieren?, la violencia ha llegado hasta las colas que se forman por comida. Esto es algo provocado por tanto odio sembrado en discursos y en la forma de hacer política. Esta situación no cambia individualmente, cambiará colectivamente, si todos se unen”, reflexionó Huggins.
Vanessa Arenas / @VanessaVenezia
Foto EFE
Que tristeza y pesar me da, ver el pais en el nos han convertido, un pueblo que no tiene compasión por el otro. Pronto debe imponerse la justicia divina, el bien debe triunfar sobre el mal.