Venezuela, a la cabeza de Suramérica en embarazos adolescentes
Venezuela, a la cabeza de Suramérica en embarazos adolescentes

En 2014, las cifras eran alarmantes. En 2016, se volvieron escandalosas. Ya para entonces, Venezuela encabezaba la lista con el índice más alto en materia de embarazo precoz. De hecho, la tasa de fecundidad adolescente en nuestro país es equiparable a la de África Subsahariana. En el Plan Andino, por ejemplo, Venezuela pasa a Bolivia, Colombia y Perú, y casi duplica a Chile, el país de menor incidencia con 52 embarazos precoces por cada 1.000. En el Caribe, Venezuela supera hasta a Haití por 20 puntos. Sobre esta materia, Jesús Barreto hizo un trabajo detallado para el diario El Nacional, el pasado 29 de octubre de 2017. Los datos que allí se recogen producen escozor.

El representante en Venezuela del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FPNU), Jorge González Caro, explica que la situación va más allá de ser un problema de salud pública. Y, tratándose de un asunto tan sensible como el embarazo precoz (o adolescente), esta explicación luce como una auténtica perogrullada. ¿Qué de bueno puede traer consigo una sociedad de niños criando niños como si de juguetes se tratase? Más crítico se vuelve este cuadro con todos los agravantes que trae consigo eso que tantos llaman, sin definir con exactitud, “situación-país”.

Situación-país es una especie de comodín retórico que se usa indistintamente para aludir la escasez de alimentos, la inseguridad, la crisis hospitalaria, la fuga de talentos, la falta de medicamentos, la hiperinflación, las fallas en el sistema educativo, la disfuncionalidad familiar, la ausencia de efectivo, el drama del transporte público, la conflictividad social y la inestabilidad política. Si a estas circunstancias se le suma una explosión de niñas embarazadas a cambio de un bono, el panorama no puede sino empeorar.

Sin estudio, sin trabajo, sin futuro

A diario, se les ve en las calles, menesterosas y urgidas (como corriendo siempre detrás de algo), con un bebé en los brazos y una barriga picuda casi a punto de estallar. Un día sí y otro también, uno se las tropieza en el Metro, cargando algo que debería ser un morral o un fajo de libros y cuadernos, ¡pero no! Lo que llevan en brazos es un bebé recién nacido o de pocos meses. Su expresión infantil las delata como niñas, pero la gravedad de su gesto las delata como mujercitas a juro. Iniciaron su vida sexual sin haber iniciado la madurez emocional. Se metieron a brujitas sin conocer las yerbas, y ahora acarrean una responsabilidad que las supera.

Su fenotipo delata el origen y la procedencia de estas chicas. Prejuicios aparte, uno puede leer la historia de vida en el rostro de esas niñas-madre que, la mayoría de las veces, hacen sus diligencias acompañadas por su propia madre: esas abuelas de treinta y tantos años… El padre del bebé quién sabe dónde estará. Esas muchachitas a las que un sexo irreflexivo transforma en mujeres antes de que pisen la adolescencia son apenas una cifra dentro de un cuadro socialmente escabroso. Esto es así visto que la mayor incidencia de embarazo precoz se observa en adolescentes que viven en pobreza extrema, en zonas rurales, socialmente deprimidas, y en los grupos autorreconocidos como afrodescendientes o indígenas.

Entre las principales causas que inciden en el embarazo precoz, se cuentan las siguientes: la violencia intrafamiliar, que induce a uniones consensuadas de parejas de adolescentes incluso antes del embarazo; el reconocimiento y la valoración del embarazo como parte de la realización de la mujer; el desconocimiento de los diferentes métodos anticonceptivos; los mitos y las falsas creencias sobre la anticoncepción; la ausencia de metas claras en las adolescentes sobre su proyecto de vida; la falta de autoestima; la idea falsa sobre los presuntos beneficios que traería consigo tenerle un hijo a un azote de barrio y la insuficiencia en la cantidad y la calidad de recurso humano especializado para la atención de la salud adolescente. Por si todo esto fuera poco, a esas causas se suma el hecho de recibir un bono de 700 mil bolívares durante cada mes del embarazo y un bono de un millón de bolívares al momento del parto.

Negocio redondo

Si la mayor incidencia de embarazo precoz se da en adolescentes provenientes de los sectores socialmente deprimidos y en jóvenes que ni siquiera han completado su ciclo escolar, no hay que ser un genio ni un adivino para saber en qué va a parar el Gran Movimiento Hogares de la Patria “Eulalia Buroz”: ¡en un negocio redondo! Si sólo por la preñez una joven va a obtener más que el salario mínimo que otro mortal se gana trabajando durante un mes, la premisa es sencillita: ¡vamos todas a procrear!

A todas las razones para seguir sumidos en el subdesarrollo, se suma la promoción gubernamental del fornicio irresponsable: a cualquier niña de bajos recursos y precaria educación le tienta la idea de recibir la dádiva presidencial. Parir se vuelve una actividad rentable, y cualquier planificación familiar se esfuma ante la pregunta ¿cuánto cuesta un feto?

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Las opiniones expresadas en esta sección son de la entera responsabilidad de sus autores.

Escritora y periodista venezolana. Licenciada en Comunicación Social y Letras de la Universidad Central de Venezuela. Jefe de la Cátedra de Literatura en la Escuela de Comunicación Social de la UCV....

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