Las tardes de domingo suelen ser aburridas, quizás tristes. Pero ninguna será como la del domingo pasado cuando a través de la noticia compartida por Whatsapp me enteré que el Museo Histórico Nacional de Brasil era consumido por el fuego. Me dolía ver que este sitio lleno de  buenos recuerdos de mi niñez decaía frente a las cámaras sin que pudiéramos hacer nada más que llorar. Fue un trágico fin de domingo.

Tuve el chance de, sin saber, hacer mi despedida del Museo cuando lo visité en julio de  este año. Quería mostrar a mi hija el acervo que tanto llenaba mis recuerdos y que aún hoy, o quizás hoy, me emocione más.

Ella, estudiosa del Antiguo Egipto y de los fósiles, quedó fascinada con todo lo que pudo ver desde la entrada donde está el meteorito -una de las pocas piezas que aguantó a las altas temperaturas – hasta el final de casi tres horas de visita.

El recorrido por los largos pasillos del casaron antiguo con el piso de madera que sonaba a cada paso contaba la Historia de Brasil e de diversas partes del mundo. Yo sabía que en pocos museos del mundo era posible ver estatuillas y fragmentos de frescos de Pompeya, la ciudad italiana devastada por el volcán; encontrar momias del Antiguo Egipto, además de esqueletos de dinosaurios – el más grande ellos pasaba por una restauración para pronto brillar en uno de los salones centrales del Museo. Y partes de Luzia, el fósil humano más antiguo de las Américas.

El catálogo de colecciones era uno de los más importantes de América Latina. Guardaba piezas que van mucho más allá que los 200 años de existencia de la estructura de la casona!

  • El Museo Nacional era mi referencia para los trabajos que hacía para la Universidad. Todo el acervo era extraordinario y muchos trabajos que eran desarrollados allí, describió la bióloga Thais Mouço.

El Histórico Nacional en las últimas décadas era recordado como uno de los más castigados y menos cuidados museos de Río de Janeiro y quizás de Brasil, pese importancia de su acervo de valor incalculable. Ir allá era un reencuentro con el conocimiento y con el descaso público.

El presupuesto destinado a este templo de la cultura era mínimo, sobre todo si compara a de otros espacios culturales de la ciudad. Pero era perceptible que los administradores del Museo lo cuidaban con cariño y con lo poco que recibían de presupuesto anual y de las entradas que el público cancelaba para quedarse allí dentro para ver y absorber el conocimiento.

Los estantes de cada una de las exposiciones eran antiguos y ofrecían poca o una simbólica protección para la riqueza que guardaban. Los cables de energía eléctrica quedaban a la vista evidenciando que ya tenían seguramente más de 40 años de uso o más. No me acuerdo de haber visto un extintor de incendio en las salas principales. Durante nuestra visita, un señor ya mayor se sintió mal y no había siquiera una camilla para darle los primeros auxilios, nada más una silla de ruedas cuyo paso era impedido por las escaleras de piedra por donde circularon personajes ahora encontrados en los libros de Brasil.

Mientras caminábamos por allí, me cuestionaba por que tanto descaso con la Historia, con la memoria nacional y mundial guardada en aquel templo del conocimiento. ¿Cómo eso está así? ¿Y si alguien intenta robarlo?, me decía a mi misma.

-¡Era insensato!

A pocos kilómetros de allí, en la zona portuaria de Río de Janeiro, está el Museu do Amanhã, una ultra moderna construcción galardonada por su estilo arquitectónico y en la cual fueron invertidos R$300 millones (lo equivalente a cerca de U$90 millones). Es bonito e impactante. El recorrido por el Museo de Mañana pasa por la creación del mundo, por donde estamos para luego dar una idea de cómo será el futuro. Los más atentos salen deprimidos.

El incendio del Museo Nacional sucede en el momento de profunda tristeza e incertidumbre en Río. Después de las Olimpiadas de 2016 el estado que abriga la Ciudad Maravillosa se las ve difícil. Aunque el carioca mantenga la sonrisa, las preocupaciones son más fuertes. Es alto el desempleo, según el IBGE (Instituto Brasilero de Geografía y Estadística) y las estimaciones apuntan que así seguirá.

Las partidas para la cultura y la educación son reducidas. Hay otras prioridades. Una de ellas es tapar el vacío generado por la corrupción que quebró con las cuentas de Río para dejar todo bonito para el Mundial de Fútbol de 2014 y para las Olimpiadas de 2016.

Hablan en reconstruir la Quinta da Boa Vista para luego, quizás, abrigar un nuevo Museo Histórico Nacional. Pero no es fácil. Por las leyes locales todo edificio histórico para ser reconstruido debe seguir a cabalidad el proyecto original, sin alteraciones. En Río hay una construcción no tan antigua como la Quinta da Boa Vista, pero igualmente destruida por un incendio. Sus estructuras siguen iguales después de más de 20 años del siniestro.Y si ya no había plata para mantener el Histórico Nacional, que será para reconstruirlo!

Mientras las visitas al Museo do Amanhã ya sobrepasan el número de 3 millones de personas, al Museo Histórico Nacional parece que ahora le toca seguir vivo al menos en la memoria de aquellos que un día lo pudieron visitar.

Foto principal: EFE/Antonio Lacerda