En San Cristóbal, las colas son igual de largas a las que se forman en otras ciudades de Venezuela. La rutina de la gente es muy similar: llegan antes de que salga el sol, se paran justo en la entrada del supermercado, aun cuando esté cerrado y no sepan qué van a vender y de ahí no se mueve nadie hasta que abran las puertas y descubran qué se expenderá ese día. Solo hay un detalle adicional: muchos viajan hasta una hora en autobús, desde pueblos aledaños como Tucapé y Rubio, pues aseguran que la escasez en esas zonas es mucho mayor.
A las 7:50 am del martes 20 de octubre, la señora Alba Rangel es de las últimas en la cola del supermercado “La gran parada”. Ella vive en Rubio y por primera vez tuvo que ir hasta San Cristóbal, en transporte público, a comprar algo, cualquier cosa, porque en su pueblo lleva más de una semana que no consigue ningún producto de la cesta básica. “Aquí dicen que se consigue un poco más, no sé, yo vine a ver qué puedo comprar. Por ahí salió alguien diciendo que venderán leche y arroz. Vamos a ver”, dice la mujer, quien confiesa que ya no le alcanza el dinero para comprarle a los bachaqueros: “Ya con eso no puedo más. Es un robo”.
En Pdval, en una fila integrada en su mayoría por personas de la tercera edad, otra mujer llamada Carmen Galvis viajó también desde Rubio -donde hay dos supermercados, tres abastos chinos y varias bodegas pequeñas-. Como la señora Rangel, también está en San Cristóbal por primera vez solo para tratar de hacer mercado. “Antes uno venía para acá de paseo, a salir del pueblo. Ahora es a comprar comida, cuánta humillación. Allá no se consigue un carajo. No sé si es que no llega suficiente o qué. Lo cierto es que la gente se queda desde la noche anterior, dispersos por los mercados, porque sino la policía se los lleva presos. Cuando abren no más reparten 150 números y a las 10 de la mañana, lo poquito que llega ya se acaba y yo no estoy como para pasarme la noche entera en una cola. Yo ya estoy muy vieja”, cuenta Galvis, de 63 años.
Ambas coinciden en que no hay un producto determinado que les cueste conseguir más que otro. Con lo que no han pasado trabajo es con el detergente, como en otros lugares del país: “A Rubio sí llega, pero ni que uno comiera jabón”.
Otro comentario en el que coinciden los tachirenses es que ya no hay colas en las bombas de gasolina, que ya eran parte de la rutina en todo el estado. Efecto Cocuyo también pudo constatarlo, durante los recorridos por San Cristóbal, Ureña y San Antonio del Táchira. “Eso fue lo único que se acabó con el cierre de la frontera. De resto, ya usted ve, todo sigue igual”, dice el señor Pedro Contreras, también en Pdval.
En Bicentenario, otro abasto de la red del Estado, la señora Lourdes Colmenares acaba de salir con dos bolsas negras que tuvo que comprar en ese lugar, pues ya no forman parte del servicio y la atención al cliente del supermercado. “Aquí llevo sal, aceite y arroz. Fue lo único que vendieron hoy. De paso me cobraron las bolsas, porque ahora aquí en Táchira tienen esa moda”, cuenta la mujer, a las 9:10 am, mientras espera un autobús que la llevará al terminal, para agarrar otro que finalmente la trasladará a Tucapé, donde vive. De ahí salió antes de las 4:00 am, para tratar de estar en el primer grupo de personas que entrarían a comprar.
Mientras conversa con Efecto Cocuyo, la señora Colmenares expresa su molestia por otra práctica de ese y otros locales en San Cristóbal: no permitir la entrada a personas que lleven bolsas con productos comprados en otros supermercados. Hasta la fecha, nadie les ha explicado por qué. Y a raíz de eso, algunos se han inventado un negocio informal afuera, en plena cola, para cuidar bolsas y cobrar 100 bolívares por ello. “Yo nunca he pagado porque me las cuiden, pero sí me ha tocado dejarlas con alguien que conozca en la cola y rogándole a Dios porque no me vaya a robar. Porque esa es otra; aquí en San Cristóbal ha pasado eso: alguien le dice que le va a cuidar las bolsas y cuando usted sale, se las llevan así lo único que tenga sea un pote de mayonesa. Se lo digo porque a mi comadre le pasó”.