gente en las calles

Expertos en estudios sociales y quienes están metidos en la candela cotidiana de las comunidades en Venezuela reafirman en recientes declaraciones lo que la experiencia histórica dice: Hasta de los conflictos armados se sale con diálogo, no al revés.  Además,  informan que la mayoría de los venezolanos, en el país, quiere una transición política pacífica.

Estos expertos hablan, no desde sus deseos o con la emocionalidad que imprime el teclado, sino con base a sus conocimientos de la problemática nacional al explorar lo que está en la cabeza de la gente y conocer sus quehaceres.   

Del complejo panorama nacional, de la diversidad de opiniones y deseos que hay en todo grupo humano, se deriva una conclusión: la mayoría, en Venezuela, quiere soluciones a sus problemas cotidianos que no son, precisamente, los que plantean las élites políticas nacionales e internacionales, las que lucha por el poder.    

El desligue entre la agenda política nacional, tanto del gobierno como de los grupos opositores, y las necesidades de la mayoría de la gente en Venezuela, es quizás uno de los escollos más fuertes para salir del hueco en el que está el país.

Parece que a la mayoría de la gente no le interesa el TIAR, ni el imperialismo, ni el bloqueo, ni lo que dice el Secretario General ni… Inclusive, me atrevería a decir, los presos políticos, ni el diálogo en otros lares, ni los informes de organismos internacionales,  ni la legitimidad de las instituciones nacionales.  Es decir, los temas de las élites políticas.

Las preocupaciones de la gente en Venezuela -inclusive de la que tiene ciertos recursos intelectuales y económicos- parecen ser más básicas:  cómo llegar o conseguir trabajo, comprar comida, los útiles escolares, las medicinas y zapatos.  Inventarse: cómo cocinar sin gas, lavar la ropa sin agua, resolverse sin electricidad. Cómo irse del país o recibir pronto las remesas.

De los temas que están en las agendas políticas del gobierno y de las oposiciones, quizás, a la gente del común le pudiera interesar el de la ayuda humanitaria pero no como logro político, ni como abreboca para otras cosas, sino como solución de problemas concretos: recibir comida y medicinas.  

¿Será despreciable la gente en Venezuela por pensar pragmáticamente, en problemas fundamentales diferentes a los de las élites políticas, a los teóricos del teclado?  No, la gente del común es la que sufre.

¿Quién estará  despegado de la realidad, quién no ve, ni oye como las élites políticas, o la gente?. 

El divorcio entre lo que se piensan y hacen las élites políticas venezolanas y las necesidades de la gente, tiene al país estancado.

No hay tiempo

Para salir del estancamiento en Venezuela es imperante que los diálogos de alto nivel político den prioridad a la solución de los problemas de la gente: hambre y enfermedades. El asunto de la ayuda humanitaria pero no puntual ni con agendas ocultas.

En paralelo, otros grupos de todos los sectores, adelantarían los acuerdos sobre los problemas institucionales que tienen sumido al país en el foso.  Asuntos a mediato y largo plazo, a ser sinceros.

Esperar con hambre es terrible y por medicinas puede ser mortal. Para eso, no hay tiempo.

La mayoría de la gente del país está clamando por soluciones concretas que respondan a sus necesidades.  La desilusión con respeto al gobierno tiene rato y se ahonda.  La  desilusión hacia los líderes de la oposición es cíclica y crece. 

La sensación de agotamiento político en la mayoría de la gente en Venezuela es comprensible.  La anima los proyectos personales, la sobrevivencia, la esperanza de que algún día será mejor.

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Medios y género

 

Leoncio Barrios, psicólogo y analista social. Escribidor de crónicas, memorias, mini ensayos, historias de sufrimiento e infantiles. Cinéfilo y bailarín aficionado. Reside en Caracas.