Nuevos brotes de violencia contra venezolanos migrantes, los más recientes en Perú. Arrechan. Antes hubo ataques xenófobos en ese mismo país, en Ecuador, Colombia, Brasil, las islas del Caribe; lugares “accesibles” para un grueso grupo de venezolanos y venezolanas que llega a pie, en bus o pedestres embarcaciones. Van con pocos recursos económicos y escasa profesionalización. Pero no son las únicas causa del rechazo.
Sin duda que es xenofobia, el miedo, el odio al extranjero, una de las razones de esos ataques, pero también es aporofobia, el rechazo o miedo a los pobres, a los que emigran con lo que solo llevan encima. Hay también clasismo en esos ataques. Ser pobre es duro por allá, por acá y en Pekín.
Pero los llamados ataques xenófobos y aporófobos en los países vecinos a Venezuela son también producto de la manipulación política y mediática. No en vano, poco antes del reciente colapso institucional del Perú, recrudecen los ataques a los venezolanos. Personeros del gobierno y de la oposición los acusan de los males de ese país. Ahora, posiblemente, también le imputen el haber impuesto la moda de dos Presidentes de la República al mismo tiempo.
En Perú y Ecuador, dos gobiernos que están haciendo aguas, altas autoridades han instigado a la población contra los venezolanos migrantes. Hemos visto a fuerzas policiales y militares de esos países atacando a venezolanos desarmados, a algunos por solo trabajar.
El argumento público de las autoridades xenófobas es que entre los venezolanos migrantes han llegado delincuentes. Muy posiblemente. Siempre los delincuentes son unos pocos que hacen mucho mal y mucha bulla. Pero la tendencia de la gente es a generalizar a partir de particularidades, crear estereotipos: si es venezolano es… Allí está parte de la manipulación política y mediática.
Buscar “chivos expiatorios” es un recurso clásico de quienes eluden responsabilidades y carecen de mayor capacidad de análisis. Los instigadores del odio hacia los venezolanos quieren achacar, entre otras cosas, los altos índices de pobreza, la ineficiencia de los servicios públicos y el aumento de la delincuencia en esos países, particularmente, a los pobres que vienen de afuera.
Una parlamentaria peruana reafirma esa creencia al decir: Vienen a quitar trabajo a los peruanos y pide al gobierno (que no se sabe quién lo ejerce) expulsar a los venezolanos, buenos y malos. Clama por el ejército y el uso de la fuerza para sacarlos. La ignorancia va de mano con la barbarie.
Previo al anuncio del presidente Martín Vizcarra de la disolución del Congreso, esta legisladora, Esther Saavedra solicitaba que debían salir todos los venezolanos del Perú, malos o buenos. via: @SergioNovelli #VeneNewsPeru pic.twitter.com/0drGFGyAcl
— Desafío Democrático (@desafiodemocra) October 4, 2019
Desconoce la diputada peruana, u omite intencionalmente, que hay decenas de miles de venezolanos prestando servicios en Perú, dando lo mejor de si para ese país. Un solo ejemplo reciente: son venezolanos los médicos que obtuvieron los mayores puntajes en concursos de oposición para trabajar con comunidades depauperadas en ese país.
Médicos venezolanos afirman que darán lo mejor de sí en Perú
Y no, no todos los venezolanos migrantes son iguales y menos quienes pudieran considerarse “malos”. La inmensa mayoría de quienes emigran de Venezuela es gente “buena” en sentimientos pero que, además, se va porque quiere trabajar, echar pa´lante, fajarse como se fajaban en su país pero, entre otras cosas, el dinero no les alcanzaba.
Los venezolanos que emigran sin mayores recursos económicos viven en una negritud. Las veían negras en su país, las vieron negras viajando y las ven negras donde llegan.
Para colmo, los medios, las redes, han mostrado a quienes han emigrado de Venezuela, a pie o casi a nado, como una fila de gente que no para y los residentes del país a donde emigran pudieran verlos como una invasión.
Pobres rechazando a pobres
Al llegar al país de destino, algunos migrantes venezolanos con pocos recursos, han sido atacados por algunos nacionales que, como ellos tienen pocos recursos y acceso a servicios públicos. Como suele ser en los países pobres con los pobres.
Entonces, los ataques xenófobos suelen ser de gente pobre del país destino que se ve amenazada por gente pobre de afuera. Pobres rechazando a pobres. La competencia.
La gente local también teme ser desplazada de sus puestos de trabajo. La mano de obra ilegal es más barata que la legal, en cualquier país. Los comerciantes aunque también sean xenófobos, aporófobos y clasistas, prefieren ahorrarse unos churupos contratando extranjeros ilegales. Más en países con pocas leyes sobre migración.
El asunto es que mientras el grueso de migrantes venezolanos fue de profesionales y con algunos recursos económicos, no hubo mayor problema en los países donde fueron. La xenofobia y aporofobia se desató, precisamente, cuando llegaron muchos pobres, a pie y sin mano de obra clasificada. A esos no los queremos, dicen.
Mientras, tanto en Venezuela, Gobierno y oposición denuncian la xenofobia en el Perú y el gobierno (o el que era) de ese país, rechaza la denuncia de su homólogo venezolano pero se queda callado ante la también denuncia de la oposición venezolana. Se entiende.
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Vientos huracanados