Nicolás Maduro

Se van a cumplir dos años de hiperinflación y se va a experimentar una contracción del 40% del PIB, según proyecciones de Consecomercio. ¿Existirá un escenario más calamitoso? Desgraciadamente, desde hace mucho tiempo la depresión económica permeó toda la estructura productiva nacional, y no se prevé ningún gesto de reanimación por ninguna parte; al contrario se persiste en un modelo económico que no entrega certeza jurídica, no cree en la responsabilidad fiscal, mucho menos en el respeto a la política monetaria y ni hablar de equilibrios macroeconómicos que le saben a tomillo.

Hemos sufrido un paquete de políticas económicas que han empobrecido –generalizadamente- a nuestro país, quién lo dudaría. Todas las decisiones en dicha materia han sido erráticas. La única precisión que han tenido las medidas ha sido el desplome impactante en todos los sectores productivos. Hoy tenemos empresas de tradición derrumbadas –sobre todo en sectores de la construcción, banca y manufactura- y sobreviviendo casi que por sentimentalismo de sus dueños o porque ya la edad no les permite arriesgarse a emprender fuera de nuestras fronteras.

Ciertamente, el autoritarismo que sufrimos no permite conciliar las diferencias que nos separan o fabricar esos acuerdos necesarios para retomar una senda de  crecimiento económico sostenido. Sin embargo, debemos insistir en construir ese puente que nos una, porque la alternativa de la confrontación no desgasta a quienes tiene  las armas y están bien dotados para el choque violento.

Realismo aunque duela

En nuestra emergencia humanitaria compleja –aparentemente- cuesta repensar la construcción de la nueva sociedad con sus nuevas reglas, objetivos, principios, definiciones y sentido de ser. No obstante, producto de tantos mitos derrumbados en este tiempo, no hay dudas de que una nueva administración tendrá la obligación de emprender varias reformas que impliquen nuevos esquemas de relación; un nuevo reconocimiento del otro; un nuevo respeto por el otro.

En los últimos años, lo bueno de todo lo malo, es que esta experiencia nos ha marcado a todos de cualquier manera, y me atrevería a decir que la mayoría de la población aprendió la lección; millones de venezolanos se han cuestionado lo que somos; y ahora estará más preocupado por lo que seremos. El nuevo pacto de sociedad que fabriquemos estará cargado de mucha tragedia presente para no repetirla.

Por lo pronto, si por buena ventura hay pan de jamón en su casa el próximo diciembre, no dude que será acompañado(a) con Nicolás Maduro en Miraflores. Aunque duela, tiene que decirse, pues, una de las actitudes que nos ayudarán a solucionar la crisis política es –definitivamente- realismo y más realismo, con altas dosis de responsabilidad en todos los ámbitos.

Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor

¿Hacer justicia aunque perezca el mundo?

 

Economista con un Magister en Políticas Públicas. Colaborador de varios medios nacionales.