La cita más importante contra el cambio climático desde el Protocolo de Kioto empezó este lunes 30 de noviembre floja. Con París como anfitrión, la vigésimo primera Conferencia de las partes (COP21) dio incio con discursos esperanzadores y acciones poco concretas. El cierre de la primera jornada terminó con la solicitud por reducir los 500 mil millones de dólares destinados a subsidios de combustibles fósiles, como el petróleo y el gas natural. También se exigió subir el precio a las emisiones de carbono y se resaltó la necesidad de ejercer una “justicia climática”.
A pesar de las alianzas y las propuestas, el primer día de la COP21 empezó con diferencias entre países con economías ya desarrolladas y con aquellos en vías de desarrollo y sus métodos de producción. No obstante, la cuenta regresiva para llegar a un acuerdo y evitar otro fracaso como Copenhaguen en 2009 ya comenzó.
Los líderes políticos de 150 Estados aseguraron estar comprometidos con el ambiente, pero también con sus intereses. Un grupo de 40 países exigió la reducción de los 500 mil millones de dólares que los Gobiernos destinan anualmente a subsidios para combustibles fósiles. La alianza está conformada por naciones como Estados Unidos, Francia, Marruecos, Holanda, Filipinas, el Reino Unido, entre otras.
“He venido aquí personalmente para decir que EEUU no solo reconoce su papel en la creación de este problema, sino que también asume su responsabilidad de hacer algo“, expresó el presidente estadounidense, Barack Obama.
Reducir los subsidios significaría disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero en 10% para 2050 y destinar esos recursos a otras áreas, como educación o salud, informaron los países de la alianza a través de un documento. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y el Banco Mundial también respaldaron esta petición.
También se propuso asignar un precio alto al carbono para cubrir los costos de su emisión y dirigir el dinero recaudado a políticas más limpias. Seis fueron los países detrás de esta propuesta: Francia, Chile, Etiopía, Alemania, México y Canadá.
El presidente francés, François Hollande, acuñó la expresión “justicia climática” para referirse a las acciones que son necesarias y apoyó la propuesta de aumentar el precio del carbono para promover mejores conductas en el sector empresarial. “Muy pronto una empresa que emita menos CO2 va a ganar una ventaja competitiva tremenda”, aseguró.
Otros ministros, ONG e instituciones que estuvieron presentes en la jornada, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, apoyaron esta medida. “La única manera de asegurar la neutralidad de emisiones a finales de siglo es poniendo un precio al carbono; 49 países ya lo han puesto y 400 empresas del mundo han pedido a los Estados que lo hagan“, señaló el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim.
Presidentes latinoamericanos, como Michelle Bachelet, de Chile, y Enrique Peña Nieto, de México, también se mostraron favorables a la reducción de emisiones de carbono. “La energía sucia y barata no es barata para el planeta”, dijo Bachelet.
No obstante, no todos los jefes de Estados latinoamericanos comparten esta misma visión. El presidente de Bolivia, Evo Morales, señaló al capitalismo como el primer causante del calentamiento global.
El mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, también coincidió con su homólogo boliviano y aseguró que son los países con las economías más poderosas los que deben contribuir para llegar a una solución. Por esta razón, Correa propuso crear “una Corte Internacional de Justicia Ambiental para proteger los derechos de la naturaleza”.
El presidente colombiano Juan Manuel Santos ratificó el compromiso de su país con el medio ambiente y afirmó que Colombia estará en mejores condiciones para afrontar este reto una vez se acabe con la guerrilla.
Hasta el 11 de diciembre los países tendrán la oportunidad de llegar a un acuerdo decisivo sobre el cambio climático. Venezuela está en la lista negra de los colaboradores: de un total de 196 países que conforman la COP21, el país suramericano se encuentra entre los pocos que no se han manifestado aún sobre la forma en la que contribuirán a disminuir el calentamiento global.
Además, Venezuela está a la cabeza, junto a Irán y Rusia, de los países que invierten en subsidios para combustibles fósiles.