Así fue la salida del Nazareno de San Pablo en cuarentena este #8Abr Credit: Iván E. Reyes

La figura del Nazareno de San Pablo salió a recorrer Caracas como hace más de 400 años, aunque protegido por el “papamóvil” y con los sacerdotes y fieles con tapaboca. La procesión de este año está signada por la presencia del COVID-19 en el país, lo que obligó a las autoridades eclesiásticas a cancelar los eventos que implicaran aglomeraciones, como las misas y procesiones.

En consecuencia, antes de este miércoles 8 de abril, la Arquidiócesis de Caracas había anunciado la realización del recorrido y luego su cancelación. A las 7:15 de la mañana de este miércoles, los fieles despertaron con la noticia de que sí saldría la figura.

A las 9 de la mañana salió el Nazareno en la camioneta custodiada por la Policía Nacional. Cuatro hombres cargaron la figura y la montaron en el “papamóvil”, el vehículo que utilizó el Papa Juan Pablo II en sus visitas a Venezuela. El cardenal Baltazar Porras y los sacerdotes que acompañaban utilizaban sus mascarillas.

En el lugar también se encontraba el constituyente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y jefe de gobierno de Distrito Capital, Darío Vivas.

Observan el paso

Algunos fieles se encontraban en los alrededores de la plaza Diego Ibarra a la espera de la salida del Nazareno. Cuando empezó el recorrido, algunas personas se acercaron al vehículo para tocarlo y persignarse. La mayoría de las personas mantuvieron distancia y observaron el paso de la figura que se dirigió a la avenida Lecuna.

Según la tradición católica venezolana, el Nazareno de San Pablo intercede por las personas que padecen enfermedades. Por esa razón, cientos de devotos se acercan a la Basílica de Santa Teresa todos los años para agradecer los favores concedidos.

La imagen ya estaba presente en Caracas en 1597, cuando llegó la epidemia del vómito negro y los devotos sacaron la figura en procesión. La cruz del Nazareno tropezó con un limonero, cuyos frutos lograron curar la peste.

Con información de Iván E. Reyes