Por más de cuatro meses las empresas que brindan servicio de transporte terrestre desde Caracas hasta distintos países de la región han dejado de vender boletos o han ideado formas no convencionales para movilizar a los pasajeros: hacer trasbordo una vez que los viajeros pasen a pie la frontera.

Expresos Ormeño y Rutas de América son dos de las empresas que han tenido que sortear distintas estrategias para responderle a cientos de pasajeros, extranjeros y venezolanos, afectados por el cierre de la frontera colombiana. Viajar a Colombia, Ecuador, Perú o Chile ya no es tan sencillo como lo era antes de que se declarara el cierre en tres estados fronterizos, el 20 de agosto pasado. Esperan que luego de cumplirse los 120 días de la medida gubernamental, se normalice la movilización.

“Estamos trabajando haciendo trasbordos porque solo hay paso para las personas. Utilizamos tres autobuses que se quedaron de este lado de Venezuela. Llegamos hasta San Antonio del Táchira, ahí la gente se baja y atraviesa el Puente Simón Bolívar con sus maletas encima hasta Cúcuta, cuando se puede. Una vez en Colombia, pasan por el Centro de Atención en Frontera, donde les reciben los documentos a los pasajeros y se los sellan, y después continúan la ruta en otro autobús”, explica la presidenta de Rutas de América, Carmen Larrea.

La presidenta de la empresa de transporte terrestre internacional, con sede en la avenida Fuerzas Armadas, asegura que “desde Venezuela estamos trabajando con apenas el 30% de la flota de autobuses”.

Si los pasajeros logran pasar la frontera a pie, del otro lado los está esperando otro autobús. “Resolvemos con lo que haya, a veces hacemos trasbordo utilizando los mismos autobuses de Rutas de América, que quedaron del otro lado; otras veces resolvemos con otras líneas internas de Colombia como Expresos Bolivarianos o Tour Líneas”, dijo Larrea.

Sin embargo, gestionar el trasbordo de pasajeros desde Venezuela se ha vuelto la tarea más complicada para la empresa en estos últimos meses. Cuando utilizan autobuses que no son de la empresa, para no dejar a los pasajeros varados, se hace difícil el pago del flete.

Larrea explica que “nosotros cobramos a los clientes en bolívares, por lo que le pagamos a las otras líneas también en bolívares. No podemos pagar con otra moneda. Entonces es difícil establecer las alianzas, porque el cambio de la moneda no les conviene. Es mucho sacrificio, tanto para el pasajero como para nosotros, porque después de tantos meses aún no se ha regularizado nada”.

A través de Rutas de América, por el momento, se cobra un solo pasaje hasta Guayaquil, que cuesta Bs 130.000. Al momento de comprar, el pasajero está consciente de que en San Antonio del Táchira debe pasar la frontera a pie para hacer el trasbordo. Una vez en Colombia, si el pasajero quiere bajarse en otra parada antes de llegar a Ecuador, lo puede hacer, pero el costo del pasaje inicial se mantiene.

Larrea asegura que “la cantidad de personas que salen por este terminal ha disminuido. Siempre habíamos trabajado con extranjeros: ecuatorianos, chilenos, colombianos, residentes en Venezuela, pero ahora los que más se están movilizando son los venezolanos”.

“El costo de la vida en Venezuela ha aumentado mucho, por eso los extranjeros ya no viajan como antes. En Navidad podías ver que un grupo familiar entero, 7 personas, viajaba. Ya no lo pueden hacer”, dijo la presidenta de Rutas de América. La disminución en el número de pasajeros no es un problema solo de esta empresa, otras que prestaban el mismo servicio incluso han dejado de vender pasajes.

En septiembre de este año, Expresos Ormeño colocó un cartel en la puerta de entrada del local, ubicado en la avenida San Martín, que indicaba: “Por cierre de frontera, no hay pasajes hasta nuevo aviso”. Ya no hay un cartel, en el establecimiento solo se encuentra María Petit, secretaria administrativa, quien explica día tras día a cientos de personas que “seguimos sin vender pasajes, porque no les podemos garantizar que logren pasar hasta Cúcuta”.

“Antes del 12 de septiembre de este año, dejaban pasar a algunos pasajeros caminando. Teníamos salidas los miércoles a Santa Marta, Cartagena, Medellín, Quito y Guayaquil. Los sábados salíamos hasta Cúcuta, Bogotá y Cali. El pasaje más caro hasta Perú costaba Bs 81.000 y el más barato, hasta Cali, eran Bs 27.000. Hay pasajeros que perdieron los boletos que habían comprado con meses de antelación y tuvieron que salir en avión. Pero ya no vendemos pasajes, porque todo es una incertidumbre” explica Petit.
El cierre fronterizo ha dificultado el trabajo de diversas empresas. Pero más allá de lo que sucede en la zona limítofe con Colombia, la situación para el sector de transportistas en Venezuela se agrava cada día. Carmen Larrea asegura que “estoy a punto de cerrar, ya no puedo aguantar. Más allá del problema del cierre de frontera, no hay forma de renovar el parque automotor, es muy difícil conseguir repuestos. La situación para el tipo de servicio que nosotros prestamos se ha complicado muchísimo y no parece haber una solución cercana”.

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