machismo

La historia nos ha enseñado que esos personajes que se instalan como seres alejados de la política (outsider político) o que se presentan como puros y castos de las élites representantes de los partidos políticos, finalmente terminan siendo una desgracia para sus naciones. Podemos comenzar con Hitler o Mussolini, pasar por Chávez y aterrizar con Donald Trump.

Básicamente, lo que ocurre es que estos personajes, de pronto, se muestran como los salvadores de su nación (otros incluso del mundo) y ofrecen soluciones mágicas a problemas complejos con una capacidad histriónica envidiable. Aunque, a decir verdad, sus ofertas son muy atractivas porque generalmente surgen en tiempos críticos, confusos o turbulentos, el cual suele ser un momento propicio para que muestren con mayor efectividad todos sus dotes mágicos.

Sin embargo, lo peor no es que aparezcan repentinamente en el debate político; porque, claro está, uno de los elementos de la sana democracia es el debate de las ideas de diferentes actores, sino que lo hacen apadrinados y reforzados por los propios partidos políticos creyendo que: “a estos outsider los podemos amasar en pocos meses y lo usamos para nuestros fines próximamente”. ¡Craso error! Desgraciadamente, a las fieras no se les domestica con facilidad.

Así pues, tenemos el caso de Hitler que fue ayudado por el líder conservador Franz von Papen para su ascenso al poder (dicen que von Papen afirmó que Hitler era controlable y que en unos meses lo tendrían arrinconado y chillaría). Por otra parte, el Partido Republicano le puso alfombra roja a Donald Trump y le ofreció toda su plataforma electoral para que difundiera su mensaje racista, xenófobo, descompuesto, misógino y falaz. Mientras a Mussolini, por medio de la fuerza y su movimiento fascista, fue agasajado por el mismísimo rey para formar gobierno (aunque el partido de Mussolini no tenía ni el 7% de los escaños). Y para qué hablar del caso de Chávez.

Como se advierte a primera vista, en todos los casos hay un hilo conductor: el poder político les abrió las compuertas creyendo que podían dominar los deseos de sus criaturas. Pero la historia nos dice que eso no ha sido posible, pues, una vez que estos sujetos obtienen el poder, posteriormente terminan “mandándose solos” y le dicen a la clase política: “Queridos, muchas gracias por nada”.

De este modo, estos individuos desde el primer día empiezan con sus purgas y decretan medidas muy populares, pero no con el objetivo de reducir la corrupción o ampliar el bienestar ciudadano, sino que lo hacen con el claro objetivo de disminuir todos los controles o reescribir las reglas del juego a su conveniencia, dado que detestan perder y no toleran la crítica. Por lo tanto, mientras menos instituciones los vigilen y contengan sus megalomanías, pues, más gustosos se mueven en los cojines del poder.

En resumen, para no sucumbir nuevamente a esos líderes que presumen independencia de la política o que se presentan como seres angelicales que se consagrarán en cuerpo y alma a los anhelos del pueblo, haga una pausa, recuerde estas líneas, sospeche, cuestione, o en caso de ser más religioso, entonces abra la Biblia en el libro de Mateo: “Desconfiad de los falsos profetas, que se cubren con pieles de cordero, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”.

Hágalo rápidamente, porque después será muy tarde para frenar las alucinaciones de estos charlatanes que se erigen como los dignos representantes de la “voz del pueblo”. Ya sabemos que no hay nada más trágico que ande un loco –y mentiroso– suelto con poder. Abundan ejemplos.

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Economista con un Magister en Políticas Públicas. Colaborador de varios medios nacionales.