La improvisación ha acompañado al Gobierno desde hace larga data. Por ello, no impresiona que no se vea cercano algún plan de vacunación contra el COVID-19. Al mismo tiempo, esto se ensombrece aún más si le agregamos la inestabilidad política, lo cual impide saber quién tiene el mejor bolígrafo, para firmar el acuerdo que permita comprar algunas dosis de la deseada vacuna.
Así pasan los días, y todo apunta a que este asunto de las vacunas lo va a resolver -por la fuerza de los hechos- el Camarada Mercado. Porque, como suele pasar en aquellos países que sufren de controles económicos o limitaciones de libertad, las personas siempre buscarán algún modo de sobrevivir, de manera que florecen los mercados paralelos para adquirir eso que es imposible por las vías del mercado normal (sin importar el precio, sin interesarle las formas), dado que lo que predomina es el instinto natural de supervivencia.
Antes que termine este año, ya veremos cómo algunos privados se organizarán para adquirir las vacunas y venderlas a quien le interese. Si no se convencen, solo bastaría observar la evidencia que se constata en la forma en la cual los ciudadanos se abastecen de agua (se organizan para perforar pozos de agua clandestinos), consumen energía eléctrica (compran plantas eléctricas), acceden a servicios de internet (compran internet satelital) y se protegen de la hiperinflación (realizan transacciones en moneda no nacional). Todas estas acciones tienen una variable común: soluciones privadas a problemas de acceso a los bienes y servicios públicos.
El ciudadano(a) en su perseverancia por sobrevivir encontrará las alternativas para hacerlo. Más aún, sabiendo que el Estado hace mucho tiempo que falla en cualquiera de sus obligaciones básicas. En pocas palabras, cuando falla el Estado en proveer los mínimos derechos básicos a sus ciudadanos, los privados van a resolver, cueste lo que cueste.
Si resultara mañana que el Estado no autoriza los permisos, para que los privados adquieran vacunas y hagan su negocio, eso no será obstáculo infranqueable, pues, ocurrirá lo mismo que ha pasado con todas esas cosas que han prohibido, pero que finalmente se han normalizado de facto. Por ejemplo, controles de precios inútiles, compra de divisas, venta de gasolina fuera de las formas regulares, proliferación de cualquier mercado negro que imagine y un largo etcétera que nos ha cortejado desde hace mucho rato.
Además, sabiendo cómo el Estado brinda asistencia y protección a sus ciudadanos en el tiempo reciente, no es descabellado imaginar que, una vez que lleguen las vacunas, estas terminen aplicándose solo para aquellos que tenga el Carnet de la Patria (y nadie podría sorprenderse). ¿Sería mucho cinismo y crueldad? Créame, el cinismo y la crueldad no serían problema. Y si no se convence, solo recuerde cómo Maduro & Cía se ubicaron primero en la fila para vacunarse, después de esto, creo que no podría impactarnos nada más.
La política venezolana está envenenada desde hace muchos años y está escribiendo la sentencia de muerte de muchas personas vulnerables. El futuro se oscurece para millones de venezolanos(as). Pero, tal vez, el Camarada Mercado aparezca nuevamente a resolver lo que la indolencia política no quiere. Es doloroso el pronóstico. Pero lo cierto es que los privados volverán a salvarse con sus propias uñas y no habrá control estatal que valga. La historia vuelve a repetirse… dice un bolero por ahí.
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