«Mientras las formas anticuadas de pensamiento eviten que las mujeres hagan una contribución significativa a la sociedad, el progreso será lento”.

Nelson Mandela

El 18 de julio de cada año la Organización de las Naciones Unidas invita a celebrar el Día Internacional de Nelson Mandela, para destacar su labor en favor de toda la humanidad y recordar las razones por las cuales se hiciera merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1993.

Específicamente quiero destacar el énfasis que Mandela hizo al resaltar la labor que las mujeres realizaron en la construcción de los procesos de paz y reconciliación en Sudáfrica. En 1994 se decretó el 9 de agosto como Día de la Mujer en ese país, para destacar la decidida participación de ellas en lucha contra el apartheid. Mandela, con mucho sentido estratégico, se dispuso a acabar con el racismo, pero también con todas las formas de opresión como la misoginia, la discriminación hacia las mujeres y la violencia machista como obstructores de la construcción de una sociedad sana y sostenible.

El Día de Nelson Mandela es una fecha especial para aplicar sus enseñanzas en los procesos de negociación para la paz que, en diversos lugares del mundo particularmente en Venezuela, se están llevando adelante con la participación decidida de muchas mujeres. Según ONU Mujeres, 2.000 millones de personas viven en países afectados por conflictos en este momento. En esos países las mujeres están trabajando duramente a fin de consolidar y mantener la paz. Lo hacen incluso en medio de la pandemia de COVID-19, pero a pesar de ello, siguen estando al margen y con muy escaso reconocimiento social.

Los conflictos armados y las mujeres

Numerosos investigadores han encontrado evidencia suficiente para asegurar que las mujeres y niñas, ante conflictos armados y guerras, se encuentran en una posición de extrema vulnerabilidad. A menudo las mujeres tienen a su disposición menos recursos para protegerse y con frecuencia representan, junto con sus hijas e hijos, la mayor parte de las poblaciones afectadas en medio de las hostilidades.

Está bien documentado el impacto diferenciado que las guerras tienen sobre las mujeres. En un reporte realizado por la Cruz Roja Internacional (2011) se tipifican cuatro consecuencias que sobre ellas tienen estos tipos de conflictos: desplazamiento, inseguridad, violencia sexual y dificultad para el acceso a la asistencia médica. En este mismo informe, la Cruz Roja alerta sobre la existencia de disposiciones del derecho internacional humanitario llamadas a atender estos nocivos efectos que deben ser tomadas en cuenta: “Si las mujeres tienen que sufrir las trágicas consecuencias de las hostilidades no es necesariamente por la insuficiencia de normas en que se estipule su protección, sino porque éstas no son respetadas”.

De aquí que incorporar perspectiva feminista en los procesos de deliberación y acuerdos de paz es fundamental para que las soluciones encontradas cuenten con mayores asideros. Soluciones, además, que no solo deben contemplar medidas efectivas de protección para mujeres, adolescentes y niñas, sino también que sean diseñadas con su participación paritaria en las mesas de negociación.

Participación de las mujeres

Pese a que han existido mujeres capaces de liderar movimientos de paz e impulsar la recuperación de las comunidades después de un conflicto, casi nunca están presentes en las discusiones. Cuando las mujeres están en las mesas de negociación, hay mayores probabilidades de que los acuerdos de paz duren 15 años o más.

Sin embargo, los acuerdos de paz con disposiciones sobre igualdad de género han aumentado del 14 % en 1995 a sólo el 22 % en 2019. En promedio, entre 1992 y 2019, las mujeres sumaban el 13 % del total de negociadores, el 6% de los mediadores y el 6% de los signatarios de los principales procesos de paz, según data de ONU Mujeres. Excluirlas de las labores de reconstrucción limita su acceso a las oportunidades para obtener justicia por las violaciones de sus derechos y de participar en las reformas de las leyes que sean necesarias para recuperar la paz.

Las mujeres deben actuar con mayor representatividad como dirigentes o líderes comunitarias o activistas en favor de la reconstrucción, la reconciliación y la paz. La comunidad internacional ha reconocido que la participación de las mujeres es esencial para lograr una paz duradera. Es preciso apoyar el compromiso de su incorporación en la procura por la paz, la seguridad humana y la justicia, de cara a la construcción de sociedades más inclusivas e igualitarias, capaces de terminar con la discriminación de género y resolver todo tipo de conflictos sin recurrir a la violencia.

Hagamos en honor a Nelson Mandela el compromiso de abrir espacios para que más mujeres se incorporen a los procesos de negociación y construcción de la paz donde quiera que ello sea necesario.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

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Psicóloga. Magister en Gerencia de Empresas. Coach Ontológico Empresarial. Directora Fundadora de feminismoinc.org Venezolana. Feminista. IG: @feminismoinc