¿Qué está tres veces más lejos que el planeta Neptuno, tarda 40 días terrestres en girar sobre sí mismo y 11.390 años en orbitar alrededor del Sol?

La respuesta es: 90377 Sedna, un “planeta enano” del sistema solar. Actualmente se encuentra en camino hacia su perihelio, el punto más cercano al Sol, llegando a esta ubicación en el 2076. Después de esto, Sedna regresará al espacio profundo y no volverá hasta dentro de unos milenios, haciendo que ésta travesía sea una oportunidad única en la vida para estudiar desde la Tierra, los objetos que se encuentran en los confines de nuestro sistema solar.

Todavía no hay misiones planificadas a Sedna, pero los astrónomos están comenzando a proponer ideas para su exploración. ¡Y el tiempo se agota! La fecha de lanzamiento ideal para una misión de este tipo se acerca rápidamente, con dos de las mejores ventanas para el despegue en 2029 y 2034, respectivamente. Tal como lo ha propuesto un grupo de investigadores en un artículo publicado en Advances in Space Research.

Sedna fue descubierto en 2003 por el astrónomo Mike Brown y fue parte de un grupo de potenciales planetas enanos, junto con cuerpos de tamaños similares como: Haumea, Makemake y Eris, cuyo descubrimiento trajo como consecuencia el cambio de designación de Plutón a planetoide, en el año 2006. Desde la segura distancia de la Tierra, Sedna tiene aproximadamente el mismo tamaño que Ceres, el objeto más grande del cinturón de asteroides, pero su composición y orígenes son muy diferentes.

Lo que distingue a Sedna de los otros candidatos a planetas enanos conocidos es su enorme órbita, que lo lleva hacia el borde interior de la nube de Oort, una vasta esfera que se ubica alrededor del Sistema Solar, donde acechan los cometas. Hay varias teorías en competencia para explicar cómo Sedna terminó en este sitio. Quizás la más divulgada sea la posibilidad de que un hipotético noveno planeta (aún desconocido) de diez veces el tamaño de la Tierra, interrumpió la órbita de Sedna y lo desplazó junto con otros objetos a órbitas más distantes y alargadas. Visitar Sedna probablemente no resolverá este misterio en particular, pero dirá mucho sobre la composición de estos fríos objetos transneptunianos.

Llegar a Sedna con una nave espacial no será una tarea sencilla. Incluso en su punto más cercano Sedna solo llegará a 11,4 billones de kilómetros del Sol. Al planificar una misión a Sedna, se podría buscar inspiración en las misiones Voyager cuyas trayectorias fueron diseñadas para aprovechar la gravedad de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno hasta alcanzar la velocidad de escape fuera de la “burbuja solar”. Se valieron de una alineación afortunada de planetas para realizar un gran recorrido por el Sistema Solar exterior, aprovechando la energía de Júpiter para aumentar su velocidad y alcanzar los objetivos más distantes. De igual manera, se requerirán impulsos de gravedad similares para que el viaje a Sedna sea manejable.

Un equipo de científicos dirigido por Vladislav Zubko del Instituto de Investigación Espacial de la Academia de Ciencias de Rusia, modeló recientemente una serie de posibles trayectorias a Sedna, favoreciendo la fecha de lanzamiento en 2029 como la opción más factible. Zubko y sus colegas, determinaron que primero deberían llevar la nave espacial a Venus y luego orbitar dos veces a la Tierra para ganar impulso, antes de pasar por Júpiter en el camino. Dando así un tiempo de viaje entre unos 20 a 30 años. Un tiempo de vuelo más largo aumentaría la lejanía de la nave espacial sobre Júpiter, lo que reduciría la exposición a la radiación dañina que ocasiona el gigante gaseoso.

Un plan de vuelo de 30 años también significaría pasar por Sedna más lentamente, brindando más tiempo para recopilar datos sobre el objeto. Elegir esta opción le daría a la nave espacial una velocidad relativa de 13,70 km/s (46.671 km/h) al pasar por Sedna, comparable a la velocidad de la sonda New Horizons cuando se acercó a Plutón en 2015. Como beneficio adicional, esta trayectoria también llevaría a la nave espacial más allá de un asteroide de 145 km de diámetro llamado Massalia, proporcionando al equipo un objetivo científico adicional para estudiar. Una segunda trayectoria propuesta por el equipo consistiría en un lanzamiento en 2034, proporcionando un sobrevuelo adicional similar, esta vez al asteroide metálico 16 Psyche.

¿Qué sabemos de Sedna? Que su tamaño es de unos 1.000 kilómetros, convirtiéndolo en aproximadamente la mitad del diámetro de Plutón (2.250 km), siendo casi del mismo tamaño que Caronte, la luna de Plutón. Basado en su color, se sospecha que Sedna puede estar recubierto con tolina (sustancias orgánicas nitrogenadas complejas) o hidrocarburos formados por la irradiación solar de compuestos más simples, como etano o metano. La superficie uniforme podría indicar que Sedna no es bombardeada con meteoritos muy a menudo. Además, el análisis espectral indica la presencia de metano, agua y nitrógeno. La existencia de agua podría significar que Sedna tuvo una atmósfera delgada. La composición de la superficie sugiere que está recubierta con 33% de metano, 26% de metanol, 24% de tolinas, 10% de nitrógeno y 7% de carbón amorfo. ¿Qué tan frío es Sedna? Las estimaciones sitúan un día caluroso en −237,6 °C.

Por el momento, no está claro si una misión a Sedna llegará a la plataforma de lanzamiento. Pero, Sedna es un mundo único y tenemos la oportunidad de visitarlo cada 11.000 años, es seguro que la misión recibirá la debida celeridad.

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Profesor-Investigador Universidad Central de Venezuela • Miembro de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat • Editor de la Revista Catálisis • Presidente (H) de la Sociedad Venezolana de...