Por ironía de la historia, las realidades han dado un vuelco que habría sido inimaginable hace algunas décadas. En las tres primeras décadas del siglo XXI, el planeta entero se ha visto seriamente alterado. Al extremo que ha provocado agudas dudas sobre si acaso podrían conservarse las mismas condiciones que en otrora definieron parámetros de urbanidad, civilidad, relaciones sociales y de geopolítica, fundamentalmente.
He ahí la razón que indujo la necesidad de esta disertación, que invita a reflexionar sobre la incidencia de las complicadas y actuales crisis que azotan al ser humano.
En el marco de tan apesadumbrada situación es posible referir cuatro realidades.
Primera. De tendencia ideológica: Las actuales realidades se han visto acorraladas por el influjo de un nuevo socialismo, cuya doctrina ha enrarecido el ámbito político-social-económico. Justamente, bajo esta égida, el régimen ruso busca estirar su poder al declarar una injustificada guerra contra Ucrania. Acto este revelador de las ironías de la historia.
Segunda. De tendencia política: Se ha visto la supresión sistemática de la democracia en países que comulgaban libertades y derechos trascendentales del hombre. En la inercia que ha provocado este problema, los gobiernos de inclinaciones autoritarias se han valido para violar intensamente derechos humanos y garantías civiles. Impedir elecciones democráticas, fustigar medios de comunicación, obstruir el ejercicio de profesiones liberales, generar problemas que puedan verse como excusas para así justificar medidas de represión aparentemente “necesarias”.
Tercera. De tendencia sanitaria: En el contexto inducido por la pandemia, la discrecionalidad ha sido una de las variables de mayor incidencia para justificar el control del ejercicio de libertades.
Cuarta. De tendencia bélica-mundial: La amenaza que constituye una posible guerra “nuclear”, pone en ascuas a la población mundial. Por más preparado que esté el hombre ante sorpresas insólitas, como el conflicto Rusia-Ucrania, no tiene un calificativo que bien acoja los riesgos y peligros que podrían disiparse del hecho de ordenarse la movilidad del arsenal nuclear sin medir consecuencia alguna.
En conclusión
Los gobiernos democráticos se han alineado en rechazo a que el mundo siga deformándose por decisiones políticas y económicas bajo la influencia de la inmediatez y de la arbitrariedad. Aunque pueda compartirse la posibilidad de vivir la seguridad de severos cambios que habrán de verse en pos de un mundo diferente. Siempre y cuando tales cambios sean consensuados con base en la tolerancia, el respeto y las libertades humanas.
Lo contrario sería resignarse a padecer una vida en la oscuridad de las precariedades. Y que representaría una sumatoria de desgracias envueltas en la ingeniosa ironía de contradictorios manifiestos colmados de invisibles promesas y falsos compromisos.
Lo que no logre la política, pueda conquistarlo la sensatez y perseverancia del ser humano compenetrado con la vida y el desarrollo. Pero que no se diga que muchas de las crisis que envolvieron al mundo, aunque cierto, fueron hechura por ironía de la historia.
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