La demagogia es usada por algunos dirigentes políticos que buscan encauzar voluntades. Particularmente, cuando el conglomerado al cual le dirige su verborrea es endeble de carácter, formación y educación.
Tan rastrera praxis política se logra con el auxilio de una deliberada manipulación que oscurece el pensamiento del populacho y su capacidad de discernimiento. De esa forma, se torna fácil mediatizar actitudes y confundir expectativas. En consecuencia, esa comunidad se torna en una entidad de ideas básicas y conclusiones elementales.
Aquellos que deseen enquistarse en el poder invocan a la demagogia, como conducto para seducir a la masa.
Cuando un gobierno armado de ideologías reaccionarias, habla de formalizar una gestión que reivindique valores trascendentales que dignifiquen libertades y derechos humanos, su propósito se convierte en un “tiro al piso”. O sea, en mera promesas que en el tiempo se descompone y disuelve sin que las realidades tengan la posibilidad de corresponderse con la oferta declarada.
Es la situación en que la palabra se distancia de la realidad provocando no sólo un grave divorcio entre el deber, el poder y el hacer. También, induce el caos con la fuerza suficiente para ahogar y hacer que sucumban esperanza, sueños y necesidades clamadas.
Es exactamente el problema que adolece y sigue padeciendo Venezuela, después de observar y comprobar la miseria que ha venido adueñándose de los terrenos donde habría podido cultivarse un país en desarrollo alineado con las capacidades y potencialidades de una sociedad consciente del significado de vivir en democracia.
Sin embargo, todo se complicó por cuanto los compromisos políticos del régimen se quedaron en sólo: “canturreo de chicharras”. A pesar de que recién intentan convencer de lo contrario. Pero no hay duda que todo ha sido como una cruda y horrible dosis de ficción que sirvió a las apetencias de la demagogia que cabalga por América Latina “a paso de vencedores”. O acaso que tan apesadumbrada y decepcionante situación, fue (recientemente) y es (actualmente) una grosera y asquerosa ¿dosis de socialismo?
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