Se aproxima la realización de un nuevo Mundial de Fútbol. Esta vez será totalmente diferente, por primera vez no será a mitad de año sino que comenzará el 20 de noviembre y culminará el 18 de diciembre. Además se realizará en un país con una escasa tradición futbolística como es Qatar y en unas condiciones climatológicas muy particulares por ser una zona fundamentalmente desértica. Este hecho llama poderosamente la atención y nos permite analizar en profundidad la relación entre fútbol y política con todas las implicaciones alrededor de este binomio.
El fútbol es conocido como el “deporte rey” por su masificación alrededor del mundo. La popularidad de este deporte es tan impresionante que cuando se realiza el Mundial cada cuatro años, la cantidad de telespectadores supera con creces cualquier evento parecido de otras disciplinas deportivas. Siendo un evento de un solo deporte se equipara con los juegos olímpicos que reúnen a una multitud de disciplinas y atletas de mucha mayor envergadura. Adicional a ello, la FIFA –organismo rector del balompié internacional- tiene un poder enorme no solo en los aspectos económicos y logísticos de la disciplina deportiva sino también en la geopolítica global. Cuando este organismo reconoce a un país o un territorio para oficializar una selección de fútbol y le autoriza a participar en torneos internacionales, es mucho el peso que otorga para darle relevancia al reconocimiento internacional como Estado independiente. Veamos el ejemplo reciente de Kosovo, cuya admisión internacional sigue siendo limitada pero al contar con el aval de la FIFA para participar en torneos, ha ganado un espacio importante en su aspiración geopolítica.
Pero esto del fútbol y la geopolítica va mucho más allá y nos puede brindar una lectura interesante acerca de la recomposición del orden mundial por estos días. Cuando revisamos el tema del patrocinio deportivo de cara a Qatar 2022, nos damos cuenta que aparecen otros a los tradicionales corporativos occidentales, pero ahora provenientes de China, Emiratos Árabes, India y Qatar. Se estima que este mundial en particular va a generar más ingresos que los anteriores y la influencia que desde el Oriente llega es impresionante. Ya de por sí, los clubes más ricos de Europa están vinculados a capitales cataríes, Emiratos y de la propia China. Todo pareciera indicar que esto apenas comienza.
El caso de la selección de Argentina es demasiado emblemático. Una de las favoritas para ganar el Mundial y además de las más populares en el planeta -con un jugador que ha roto todos los récords de audiencia como es Lionel Messi- cuenta con China, entre sus principales patrocinadores. Hasta el momento seis compañías del gigante asiático son patrocinantes estelares de los gauchos.
Está emergiendo una nueva superpotencia global y esto se refleja categóricamente en esta nueva realidad. La lista de patrocinios argentinos incluye a Wanda Investment Group , Yili Group (una de las 5 lácteas más grandes del mundo) Pan Pan Foods (snacks y bebidas), GAC Mitsubishi (fabricante de autos) , W88 (empresa de apuestas) y China NetEase Media (una app de noticias que funciona como red social).
Esta es solo la punta del iceberg de lo que está ocurriendo con el reordenamiento geopolítico y sus vinculaciones con otros aspectos más terrenales y cotidianos como es el fútbol. Las cosas han venido cambiando, en algunos casos para bien, en otros para mal. Esperemos que, en la relación global de ganancias y pérdidas de este nuevo orden, la suma sea mayor a la resta y la humanidad entera pueda seguir ganando.
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