La semana pasada repasamos los desafíos económicos y políticos que afronta el mundo actualmente, examinando las insensatas decisiones financieras tomadas por las mayores economías, en cuanto al manejo de la pandemia.

En esta ocasión, abordamos los retos de Latinoamérica y Venezuela en medio de un panorama mundial ensombrecido.

La recesión global

El Fondo Monetario Internacional estima un crecimiento para Latinoamérica de 3.5% para el cierre del año 2022. La cifra que se ubica un 0,02% por debajo del promedio mundial, será impulsada por el alza en los precios de los commodities por lo que resulta altamente sensible a una recesión global, por el descenso en el consumo de éstos.

Una considerable cantidad de capitales latinoamericanos, han migrado a lugares con economías y monedas más estables, principalmente a EE UU, pues, a pesar de las proyecciones de recesión en ese país, el dólar sigue siendo un refugio de valor económico para Latinoamérica.

La fuga de capitales de nuestros países responde a la elevada inflación que se vive en la región, destacando el caso de Venezuela, Argentina y Colombia, así como la incertidumbre política por el significativo crecimiento de regímenes de izquierda, que «asustan al dinero». Recordemos que el «dinero es cobarde» y siempre busca destinos seguros, por lo que los políticos deberían cuidar su retórica, independientemente de creencias y dogmas.

Ante un panorama inflacionario en el contexto de una recesión mundial, es imperante en Latinoamérica el generar políticas asistenciales, con la finalidad de proteger a los más desposeídos.

El despliegue de esas políticas sociales debe hacerse con cuidado, ya que, las mismas podrían propiciar expansión fiscal y generar más inflación y pobreza.

El Banco Mundial espera que el número de personas en situación de inseguridad alimentaria en nuestro subcontinente siga aumentando, impidiendo alcanzar las metas de reducción de pobreza planteadas por este organismo para el 2030.

Diferentes análisis revelan que, más de 600 millones de latinoamericanos, subsistirán con menos de 2,5 dólares diarios en 2023. Nuestra eterna calamidad, ¡que vaina!

Venezuela sobresaliente en desempeño económico

Venezuela encabeza el «top» de los países latinoamericanos con mayor crecimiento —e inflación— en 2023. Junto a Paraguay, somos la única economía que no se desacelerará en este periodo. Recordemos que este año, Venezuela tuvo el segundo mejor desempeño de la región, con un crecimiento de entre 6% y 12% según diferentes fuentes de investigación. Se espera que para el 2023, alcancemos entre 2% y 4% de incremento en el PIB.

Este pronóstico, nos posiciona cómo la economía que mayor perspectiva de desarrollo en América Latina, durante un periodo de contracción económica mundial.

La proyección económica sobre Venezuela podría mejorar notoriamente, si se aligeran las sanciones y aumenta la producción petrolera como consecuencia de inversiones internacionales. Lo planteado parece próximo a ocurrir, si se logra reiniciar y llegar a acuerdos en la mesa de negociación de México.

El fenómeno de crecimiento y recuperación de Venezuela se debe a que estamos saliendo de una de las contracciones económicas más graves de nuestra historia, en la cual tocamos fondo, y lo que ya nos queda es levantarnos y caminar.

La inflación al cierre de este año se estima cercana a un 200%, lo que representa una mejora sustancial respecto al 1500% de tasa inflacionaria en 2021. Para el año entrante se esperan cifras discretamente mejores.

En medio de una recesión global y graves tensiones políticas dadas por el conflicto Rusia-Ucrania, las amenazas de China a Taiwán, y los atisbos de problemas entre las dos Coreas, en Venezuela, «soplan vientos» de recuperación. Diría mi madre, que en paz esté, que los venezolanos somos más raros que un perro verde.

Nos preocupa mucho el panorama mundial, pero igualmente celebramos la mejora económica de nuestro país. Igualmente, no podemos dormirnos en los laureles del éxito, ya que muy lejos estamos de lograr mejoras económicas estructurales en Venezuela.

Queda mucho por hacer y nos toca a Usted y a mí, como ciudadanos de a pie de esta patria buena el erigirnos como actores de la recuperación y el cambio. ¡A trabajar sin parar pues!, ¡a dejarnos de mezquindades políticas!, ¡a organizarnos socialmente para resolver los problemas básicos que tanto nos agobian!

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