El estira y encoge de la política del gobierno de Donald Trump hacia la administración de Nicolás Maduro continúa. Se permite que la petrolera Chevron siga en Venezuela, pero se duplica la recompensa que ofrecen por la captura del presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y se ordena el combate de carteles de la droga en América Latina, con los que se vincula a la cúpula chavista.
Desde la llegada del magnate republicano a la Casa Blanca, en enero de 2025, analistas han coincidido que no hay una única visión sobre el conflicto venezolano que oriente una política coherente, por lo que esta es impredecible y responde a estrategias guiadas por intereses. El calificativo “bipolar” a menudo es empleado en el vaivén de las medidas emanadas desde Washington.
Endurecimiento vs pragmatismo
Para el internacionalista Iván Rojas, las señales son mixtas y la retórica de “endurecimiento” coexiste con concesiones pragmáticas como el regreso de Chevron, que, a su juicio, obedece más a necesidades energéticas y económicas que a una “flexibilización política” hacia Venezuela.
“La política de Estados Unidos hacia Venezuela refleja tensiones internas más que una estrategia coherente. Por un lado, figuras como Marco Rubio y congresistas republicanos del sur de Florida impulsan una línea dura, heredera del enfoque del primer mandato de Trump; por otro, voces como las del vicepresidente Vance o Richard Grenell ven escaso sentido a mantener presión activa sobre Caracas”, señaló el directivo del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales.
Le suma lo que considera un cambio institucional relevante: el Departamento de Estado ha reducido de forma notable la cobertura de abusos en sus reportes anuales de derechos humanos, debilitando así una de las herramientas de presión moral y diplomática sobre Maduro.
El pasado 26 de julio, el Departamento de Estado declaró como organización terrorista al denominado Cartel de los Soles que vincula con la administración de Maduro. Señaló además a dicha organización de apoyar al Cártel de Sinaloa de México y a la banda transnacional Tren de Aragua, catalogadas igualmente como «terroristas».
Cuatro días después (30 de julio) se conoció que Chevron obtuvo licencia restringida para operar en Venezuela, luego del cese de sus operaciones en el territorio en el mes de mayo. Las condiciones de ese regreso aún no están claras.
Se aseguró que la nueva licencia no le permitirá entregar ganancias a Miraflores -algo que el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, puso en duda- y que son solo para “cobrar” deuda, que además estaría a punto de ser saldada, según expertos. Ya vinieron dos buques cargueros de Chevron a buscar crudo para vender en las refinerías de Texas.
Una semana después, la fiscal general de EEUU, Pamela Bondi, anunció que subió de 25 millones de dólares a 50 millones de dólares, la recompensa que ofrecen el Departamento de Justicia y el Departamento de Estado, a aquella persona que aporte información que ayude a la captura de Maduro.
Menos “permisivo” que Biden
La internacionalista María Teresa Romero considera que, aun con las señales que parecen contradictorias, la gestión de Trump se ha mostrado menos “permisiva” con Maduro en comparación con el gobierno del demócrata Joe Biden.
“El regreso limitado de Chevron es más estratégico, puesto que EEUU no puede dejar ese espacio en el petróleo venezolano y dejar que todo pase a manos de China, Irán, Rusia y otros enemigos de la democracia. Hay que recordar también que Chevron quiere cobrar la deuda que mantiene el Estado venezolano con esa empresa, eso no va contra la línea de endurecimiento, sino que es una medida sensata que responde a intereses específicos”, sostuvo Romero.
A su juicio, no quiere decir que el gobierno de Trump no sienta compromiso con la recuperación de la democracia en Venezuela, posición que también ha dejado claro la líder opositora, Maria Corina Machado, al agradecer, este 12 de agosto, las últimas medidas contra la administración de Maduro.
Aseguró en una carta que el “compromiso inquebrantable con la justicia y la libertad” de EEUU fortalece la determinación de los venezolanos de hacer valer el mandato electoral del 28 de julio de 2024 a favor de Edmundo González Urrutia.
“Los EEUU no han dejado de ser aliados de la democracia en Venezuela, no ha sucedido con los gobiernos demócratas ni republicanos, lo que sí cambian son las estrategias, según los intereses en el momento. Nunca fueron amigos ni de Hugo Chávez ni de Maduro, ni en la época de Juan González (asesor para América Latina durante la gestión de Biden) que tuvo una política de diálogo, soltó a Alex Saab, pero nunca fue aliado”, subrayó Romero.
Una de las decisiones consideradas positivas por Machado, por considerar que ayuda a “desmantelar” una “estructura criminal” en Venezuela, es una “orden secreta” que habría dado Trump al Pentágono, según dijo The New York Times el 8 de agosto, para utilizar la fuerza militar contra los cárteles del narcotráfico en América Latina.
“Para un sector de la oposición, sí, Washington ha sido un respaldo político y simbólico. Para otros, su intervención ha entorpecido procesos internos y fortalecido narrativas del oficialismo. Para el gobierno venezolano, obviamente, es un adversario. Lo que parece claro es que, en la práctica, la política exterior estadounidense hacia Venezuela ha mostrado limitaciones para cumplir sus propios objetivos. La actual administración, marcada por procesos de decisión fragmentados y a veces contradictorios, no muestra la coherencia ni el foco estratégico que se requeriría para ser un actor decisivo”, acotó Rojas.
Rubio “enciende el mechero”
El secretario de Estado, Marco Rubio, prendió mucho más el mechero al afirmar ese mismo día que la “orden secreta” de Trump habilita el uso de recursos militares directos y de inteligencia en territorio extranjero para combatir a dichas organizaciones criminales.
Las afirmaciones de la fiscal y de Rubio hicieron que la cúpula de poder del chavismo, principalmente las cabezas de la Fuerza Armada y de los organismos policiales, cerraran filas en defensa de Maduro.
“En la misma semana en que negocia con Maduro la devolución o intercambio de rehenes, con la misma declara al Cartel de los Soles como organización terrorista; a la vez que extiende las licencias petroleras bajo sumario para que nadie se entere de los términos de negociación; y, por último, aumenta el monto de la recompensa para quien coopere en la captura del jefe del gobierno venezolano. Esto es producto de esa suerte de trastorno de personalidad múltiple de la que adolece su gobierno”, opinó el consultor político, Luis Toty Medina Gil.
Desde su punto de vista, las acciones en apariencia antagónicas que por un lado llevan el enviado especial, Richard Grennell. y por el otro Rubio, son evidencias contundentes de dicho “trastorno” en la política exterior hacia Venezuela.
Grennell acude a Miraflores, se deja fotografiar con Maduro y conduce las gestiones por la liberación de presos políticos estadounidenses (ya no queda ninguno) en Venezuela. Rubio, considerado el segundo hombre más importante del gobierno estadounidense, avanza por su parte en órdenes del Ejecutivo y actuaciones administrativas contra Miraflores.
Vale acotar que la decisión sobre Chevron fue explicada con un hecho previo: la liberación de 10 estadounidenses presos en Venezuela, a cambio, a su vez, del traslado de más de 200 migrantes detenidos ilegalmente en El Salvador, por petición de EEUU, a Venezuela.
¿Qué escenarios podrían aproximarse?
“Impredecible y fortuito, como es este accionar (Grennell vs Rubio), es muy complicado anticipar resultados y desenlace por cuanto no luce apropiado hacer pronósticos frente a una conducta volátil y variante como la del gobierno de Trump”, dijo Medina Gil.
Rojas esperaría, en el corto plazo, que las actuales relaciones entre EEUU y Venezuela se mantengan “en un estado de ambigüedad funcional”. Esto, explicó, se traduce en la combinación de “gestos de presión” como la recompensa por Maduro, con acuerdos en materia energética y migratoria.
“La orden al Ejército para combatir carteles de la droga tendrá implicaciones más claras en la relación con México que con Venezuela, aunque Caracas pueda aparecer ocasionalmente en ese radar. Lo impredecible de la toma de decisiones de Trump hace difícil descartar un viraje brusco, pero es muy poco probable cualquier tipo de involucramiento militar, menos aún uno directo. La política migratoria seguirá siendo la prioridad real hacia Latinoamérica”, apostó.
Romero no descarta que otros países, democracias regionales y mundiales, sigan la línea de EEUU y endurezcan decisiones contra la administración de Maduro, ante su negativa a reconocer la derrota en las presidenciales del 28 de julio y el recrudecimiento de la represión contra la disidencia interna, aunque no tan radicales.
Considera que dicho escenario se combina con la “olla de presión” interna, producto del descontento social y la represión política, por lo que también esperaría que la oposición liderada por Machado redefina su estrategia en una línea más dura para buscar un cambio político.