Las carnes más baratas y rendidoras se han convertido en las más demandadas por los consumidores en los frigoríficos. Atrás quedaron los días de comer solomo de cuerito, medallones de lomito o pavo: en las carnicerías ya no las buscan con la misma frecuencia de antes porque el bolsillo se quedó chiquito. Las ventas se han venido abajo para los establecimientos que venden carnes y embutidos. Ahora, las carnes para moler, guisar y las vísceras se volvieron las predilectas a la hora de comer.

En un recorrido hecho por Efecto Cocuyo por cinco charcuterías y frigoríficos en los municipios Libertador, Chacao y Sucre las respuestas de los trabajadores fue la misma: las ventas han caído y la gente busca lo más barato. El encargado del Frigorífico Caracas C.A., en La Candelaria, aseguró que hace un año el negocio vendía 3 mil kilos mensualmente, en la actualidad ha descendido a 2 mil.

“La gente pregunta primero el precio del pollo y la pechuga“, dijo. Sin embargo, después se decantan por los productos que rinden más: carne para preparar un guiso o para moler, cuyos precios oscilan entre los Bs. 3.500 y los Bs. 3.800 el kilo.

El hígado de res también es muy buscado en el negocio de La Candelaria, pues se oferta a Bs. 3.500 por kilo. La clientela igualmente busca chupeticas de pollo, alitas y corazón por razones de precios, pero esos productos no están entre los favoritos de los dueños. “No hay casi margen de ganancia con eso“, dijo el encargado.

De acuerdo con una encuesta realizada por la consultora More Consulting, la mortadela y las vísceras han ganado terreno en las mesas venezolanas. El estudio reveló que 30% de los encuestados mencionó entre sus fuentes de proteína la mortadela; 33,4% habló de hígados y vísceras; 41,7% de carne, pescado y pollo; y 71,9% de huevo, queso y jamón.

En Inversiones Frilot 3020, a dos cuadras de Miraflores, lo que la gente busca más son la carne y el pollo, los embutidos son algo secundario para la clientela del negocio. “Ya la gente no compra como antes”, dijo Antonio, el encargado del sitio, al recordar que solían llevarse bandejas con todo lo que había. Ahora, de tener siete empleados, pasó a quedarse solo con tres.

En el comercio, los clientes buscan más la carne molida, ofertada a unos Bs. 4.390 por kilo. También el hígado, a Bs. 3.590 el kilo, y el pollo entero. Sin embargo, las bajas de las ventas lo han obligado a ofrecer a su cliente “combos” con varios tipos de piezas a un precio más solidario.

“Cuando yo empecé a trabajar aquí en el año 2013, un bistec estaba en Bs. 198 kilo. Ahora cuesta 4.390″, indicó. Los combos que arma la carnicería también reflejan la factura que ha pasado la inflación a quienes atienden el negocio: 6 tipos de cortes y piezas pasaron de costar Bs. 1.445 a principios de 2014 a unos Bs. 11 mil o Bs. 20 mil en 2016, dependiendo de la carne.

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A unos metros del negocio de Antonio está Delicateses Dianemy, más cercano a la avenida Baralt. El charcutero recuerda que antes la gente solía llevarse kilos de los productos, pero ahora piden de a 250 gr o 300 gr para evitar que el golpe al bolsillo sea tan fuerte.

Ahora compran cada 15 días y si acaso“, dijo. Los más pedidos son la mortadela, a Bs. 3.900 el kilo, y el requesón, a Bs 2.650. Mientras los que menos se mueven son el lomo embuchado y el jamón serrano. “Antes sí venían a comprarlos mucho, pero ahora, cuando vienen, es porque tienen un evento especial”, añadió.

Para Antonio, al frente de Inversiones Frilot 3020, la solución está en presentarle a los clientes ofertas, así las ganancias sean pocas. “Yo quisiera vender más barato, pero no puedo”, aseguró Antonio. “Al final del día, los clientes comen gracias a uno y uno come gracias a los clientes”.

Pega en la clase media

La carnicería del Excelsior Gama Plus, ubicado en Santa Eduvigis, no recibe carne desde hace poco menos de un año. La carne que se vende es la que se exhibe en las neveras: piezas de pollo que rondan los Bs. 2.500 y paquetes de sardinas frescas en unos Bs. 450. “Lo que más buscan“, dijo el carnicero.

Sin embargo, la gente suele preguntarle por carne de lagarto para sopas y carnes pasa guisar. La reacción es siempre la misma: remitirlos a otro sitio.

En el Frigorífico Excelsior, en Chacao, las carnes “de segunda mano”, como las vísceras, no son las más solicitadas por los clientes. Su público de clase media busca más que todo ganso, pulpa y chocozuela, todas rondan los Bs. 5 mil el kilo. Aunque está en una zona de clase media, Mauro, carnicero del sitio, aseguró que las ventas han bajado 35% en comparación con el año pasado.

Cuando no era de época de “vacas flacas”, la gente le pedía lomito y punta trasera más seguido. Incluso, algunos hasta compraban las piezas enteras. Ahora, la crisis ha pegado tan duro que ni pueden prestar el servicio de vender la carne en bandejas de anime. En los otros establecimientos visitados por Efecto Cocuyo ocurre lo mismo: la carne se envuelve y se entrega en una bolsita. No importa si se trata de bistec, hígado, molida o mortadela.

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