“Los oprimidos no solamente quieren estar libres del hambre, también quieren estarlo de sus amos…” Albert CamusTodo vale cuando se trata de la voraz compulsión de mantenerse en el poder. Las historias que escuchamos a diario nos revelan cómo las políticas del miedo, la coacción, la extorsión, la amenaza; la institucionalización de la mentira y la violencia se usan sin miramientos para subyugar a los más necesitados, débiles y desesperanzados de nuestro país.Un ejemplo, entre muchos, lo representa la actual política de alimentación y subsidios que lleva a cabo el gobierno bolivariano a través de los llamados Comités Locales de Abastecimiento y Producción, CLAP. Estos se encargan –entre otras tareas revolucionarias– de distribuir y vender bolsas con comida y otros productos regulados luego de hacer un censo casa por casa en las comunidades.Desde que comenzó esta política, hemos sabido de diversas irregularidades: desvíos, enriquecimiento sospechoso, chantaje por razones electorales y/o partidistas, casos de acaparamiento, bachaqueo, especulación y contrabando, las cuales constituyen una fuente más de corrupción, trato desigual y discriminación, de injusticia y violación de derechos ciudadanos contra las personas que conviven en una comunidad.Voy a narrar como ejemplo, el siguiente caso sucedido en un pueblo de Los Andes en la cola para comprar una bolsa CLAP.–Buenas. ¿Nombre y cédula?–Yo soy FR, cédula número xxxxxxx.–Mmm… a Ud. no le corresponde una bolsa.–¡¿Cómo que no?! –exclama FR sorprendido–. ¡Busque bien en la lista! A mí me censaron, yo di todos mis datos.–Pues no. A Ud. no le toca la bolsa.–¡Soy recién operado de una rodilla, tengo dos hijas!… –grita FR indignado.–No le toca, ya sabe… por no apoyar a la revolución. Ud. no vota por nosotros, no le toca bolsa. ¡Por escuálido pues! –expresa triunfante el revolucionario.–Pero ¿cómo comemos? Necesitamos la comida… –FR, nervioso, comienza a rogar.–No le toca, no le toca… (vacila el revolucionario), pero bueno… por tratarse de alguien de la comunidad y está enfermo, pues tome estas dos harinas (rasga una bolsa y saca dos paquetes de harina) y váyase de una vez… es lo que le toca por escuálido.¿Qué tenemos aquí? Una expresión de los mecanismos perversos que va adoptando la opresión enmarcada dentro de las políticas ultra paternalistas del gobierno, creadoras de más dependencia del pueblo hacia el Estado, basadas en dádivas discrecionales que son aprovechadas para someter, controlar, coaccionar, humillar a aquellos que no apoyan al gobierno, valiéndose de su condición de vulnerabilidad y/o desventaja.Es una política al servicio de intereses de los nuevos caciques que se van erigiendo en las comunidades, lo cual revela una perversa manipulación del poder popular al utilizarlo como instrumento de opresión entre los suyos. Es un proceder indigno, cruel que se repite de mil maneras a lo largo y ancho de la geografía venezolana, denunciado y protestado casi a diario sin que tenga eco en los dirigentes locales, regionales o nacionales. El martes pasado el Presidente de la República instó a los CLAP a participar en la distribución y despacho de medicinas. Imagínense delante de qué situación estamos.Este es un claro ejemplo, sobretodo, de cómo la violencia de Estado se va gestando, configurando y expresándose en la trama de las relaciones humanas en conflicto, en la conciencia obnubilada del militante, quien se arroga la posibilidad de violar derechos porque se sabe favorecido por un aparato cívico-militar que exige fidelidad con la revolución a través de tareas de coacción, amenazas, persecución, de represión de toda índole para el sometimiento de aquellos venezolanos que no se sumen al proyecto del gobierno.El malestar ante los abusos y las injusticias cometidas, junto a la grave crisis económica se está haciendo insoportable para la mayoría de los venezolanos. Los malestares son una denuncia y una advertencia: en las entrevistas que hemos hecho la gente habla de decepción, rabia, impotencia, frustración, desesperación, miedo, ansiedad, desolación, desamparo, tristeza, dolor. La crisis prolongada, generalizada en casi todas las áreas de la vida del país, nos dice que Venezuela está dirigiéndose peligrosamente hacia una situación de anomia extrema amenazando con truncar miles de proyectos de vida que luchan por sobrevivir y resistir a este estado de cosas.Desde una perspectiva psicopolítica, podemos decir en este momento que estamos en una situación de conmoción emocional existencial producto de la crisis, el sufrimiento prolongado y las incertidumbres, etapa que puede estar precediendo un estado de conmoción social de gran impacto y significación sociopolítica.En este clima de opresión nadie vence, ni avanza ni es libre. Ni el gobierno ni el pueblo, pues unos están reducidos a oprimir para asfixiar y dominar, los otros atenidos a la sobrevivencia y el mal vivir.En esta hora crucial a los venezolanos nos toca asumir nuevas responsabilidades para cambiar esta inaceptable situación, promoviendo y/o asumiendo en todos los espacios en donde incidimos un liderazgo crítico, audaz, superador de la polarización y de la estéril y engañosa diatriba política que logre desenmascarar las lógicas opresoras naturalizadas y contribuir con la transición hacia la recuperación del camino democrático.Foto: RNV ]]>
La revolución de los CLAP
