Pregunté a varias colegas de trabajo, caraqueñas, entre los 40 y 60 años, cómo fueron sus madres cuando las criaron de pequeñas, qué recordaban de la forma como las educaron a ellas, que ahora son mujeres de carrera, con no pocos éxitos en su haber laboral. Estas son las características que observé en común en todas las historias que me confiaron:
• Fueron madres trabajadoras, emprendedoras o asalariadas. Vieron en ellas el modelo de una madre que se ganaba la vida con su propio esfuerzo. Pero también madres dedicadas a las labores domésticas sin remuneración. Esforzadas por mantener casa, marido e hijos sin mucha retribución social.
• Las trabajadoras, confiaron sus cuidados y los de sus hermanos a otras mujeres, empleadas domésticas o nanas, que veían por sus necesidades de alimentación, baño, sueño, etc.
• Las pusieron a estudiar en colegios de muy alta calidad educativa y las acompañaban en las tareas de forma que las hicieran a la perfección.
• Les costearon, algunas con sacrificios, actividades
extraescolares para asegurarles una educación integral que incluyera idiomas, artes, deportes.
• Las inscribieron en cuanto concurso o competencia había: canto, gimnasia, escritura…
• Las orientaron para cursar estudios universitarios de tercer y cuarto nivel. La educación siempre en lugar prioritario.
• Usaron sus contactos y redes de apoyo para ayudarlas a insertarse laboralmente cuando fueron ya grandes.
• Les exigieron más que a sus hermanos varones responsabilidades y tareas en la casa y fuera. Esperaban de ellas comportamientos ejemplares.
• Fueron duras y demandantes en cuanto a los deberes que tenían asignados social, académica y familiarmente.
• Las dejaron solas muchas veces, faltaban a los actos importantes del colegio, incluido día de la madre o asambleas de padres porque siempre tenían compromisos de trabajo.
• Recuerdan al padre como muy trabajador, pero casi siempre ausente de su día a día.
• Recuerdan algunos pleitos entre sus padres por temas reivindicativos, como salir a la calle solas, usar pantalones, fumar en público, llegar tarde de noche.
• Hablaban de la liberación femenina abiertamente, del uso de la píldora, del aborto, del divorcio…
• No eran mujeres practicantes religiosas, sí bautizadas en la Iglesia Católica, pero no iban a misa.
• Las recuerdan afectuosas y cercanas en los momentos en los cuales compartían tiempo. Comprensivas pero estrictas.
• Y por último, y no menos importante, a todas les sembraron la semilla de la inconformidad con el status quo de género: no te resignes, tú puedes, las mujeres podemos, no te dejes dominar por ningún hombre, gánate tu dinero, sé independiente…
Ya se ha escrito mucho sobre el tema de las madres que trabajan y su influencia en los trastornos de conducta de los hijos, en su desempeño académico, en su éxito laboral futuro. Sería interesante ver si existe algún patrón en el ejercicio de la maternidad que genere mujeres con el gusto por el liderazgo y que crezcan bajo la crianza del empoderamiento para que, confiadas en sus capacidades, puedan sin mayores tropiezos alcanzar sus objetivos de vida, cualesquiera que estos sean.