Sesenta y dos años cumplió la red de escuelas de Fe y Alegría el pasado domingo, 5 de marzo. La misma edad cumplió el colegio Abraham Reyes, en el 23 de Enero, donde todo comenzó para el movimiento de educación popular y promoción social. Un rinconcito de la barriada de Caracas, entre bloques de colores y unas cuantas casas que ahora sirven de salones, dio paso a cientos de escuelas distribuidas en 21 países.

“Yo siempre les digo a ellos (a los alumnos) que tienen que estar muy orgullosos de decir que estudiaron en el primer Fe y Alegría del mundo”, aseguró Basby González, maestra de primaria.

Desde preescolar hasta sexto grado, los docentes siempre les recuerdan a los pequeños la historia que hizo todo posible: Un albañil del 23 de Enero, Abraham Reyes, donó la casa que construyó junto a su esposa al padre José María Vélaz para abrir una escuela. El desprendimiento del hombre es recordado hasta hoy día porque, a pesar de sus orígenes humildes y de tener ocho hijos, puso la primera infraestructura.

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Toda la familia de Isaac Reyes, de 11 años, ha pasado por los salones del colegio. Bisnieto del fundador, comparte con sus compañeritos el mismo sentimiento de cariño. “No me imagino la vida sin mi escuela. Estaría haciendo tareas dirigidas yo solo en mi casa”, bromeó.

Formar parte de un movimiento que después llegaría hasta Europa y África también es algo que mueve a los educadores. “Somos el comienzo de una gran misión. Abraham Reyes tuvo la osadía de dar su casa, su vida, para que se creara esto tan bonito que es Fe y Alegría. Es doble celebración porque celebramos por el colegio, pero también por la red de escuelas”, expresó Shirles Villarroel, directora del centro educativo.

Con doble turno, la escuela imparte clases regulares en la mañana y en la tarde ofrece actividades como música, teatro y rescate del folklore con el fin de mantener a los niños cerca del colegio y lejos de los riesgos de su entorno.

“Mis tres hijos son egresados de Fe y Alegría“, aseguró Melquíades Cárdenas, quien ingresó en la parte administrativa de la escuela hace seis meses. Las docentes Santa Silva y Basby González también pertenecen a promociones de Fe y Alegría. A pesar de ser de distintas generaciones, todos se han visto vinculados con el movimiento educativo en algún momento de sus vidas y buscan retribuir a otros lo que tanto recibieron.

“A mí me ofrecieron trabajo en otra escuela y yo decía ¿será que me voy?”, contó Santa. Aunque en el otro colegio le ofrecieron una mejor paga, no pudo alejarse de los salones del Abraham Reyes. Comentarios como “maestra, estás bonita” a pesar de haber madrugado para llegar temprano o  “profe, te amo” hacen del cariño de los niños la mejor retribución.

“A uno le dicen profe y uno se siente inmenso, como grande”, afirmó Melquíades. “Cuando yo llegué al colegio me quedé tan tranquilo que me dije: aquí me quedo“.

Para los más pequeños, el esfuerzo que hacen sus maestros en medio de la crisis no pasa desapercibido. Ejemplo de ello es Santiago, de 11 años, quien a pesar de ser “terrible” por lo inquieto, solo tiene buenas palabras para los educadores. “A mi maestra le digo: Gracias por ser mi tercera mamá. Mi mamá es mi primera mamá, mi abuela es la segunda y mi profe es la tercera. Es mi mamá y la de otros 30 y eso no debe ser fácil”, aseguró.

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1 comentario

  1. Hermoso reportaje, Gracias Jullet Pineda por el espacio y el tiempo, pero sobre todo por venir a nuestra escuela y vivir lo que con tanto orgullo te relatamos en la entrevista. Eres maravillosa….

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