Calle, calle y más calle. Esa era la solicitud de muchos de los asistentes a la asamblea convocada por la Mesa de la Unidad Democrática este 1° de abril en la plaza Brion de Chacaíto. La respuesta de los parlamentarios ante la activación del Consejo de Seguridad de la Nación para que el Tribunal Supremo de Justicia “corrigiera” las sentencias 155 y 156, fue precisamente organizar una agenda de protestas “que empieza hoy y culmina cuando haya elecciones generales“, según refirió el presidente de la AN, Julio Borges.

Al terminar el último de los discursos -entre quienes se pronunciaron estuvieron los diputados Stalin González, Juan Andrés Mejía y Américo de Grazia- se hizo una simbólica votación para aprobar una movilización hasta la Defensoría del Pueblo con el fin de exigirle al representante del Poder Moral, Tarek William Saab, un pronunciamiento sobre las sentencias del TSJ. “Él tiene que dar la posición de la Defensoría frente a los hechos”, expresó De Grazia. Una segunda jornada de protesta se convocó para este martes 4 de abril en la Asamblea Nacional.

Con el calor de ambiente y bajo consignas y gritos, cerca del mediodía centenares de personas se dispusieron a caminar hacia El Rosal para llegar hasta la autopista Francisco Fajardo, obedeciendo así a las instrucciones de los dirigentes políticos. Muchos de los manifestantes llamaban al resto de las personas que se encontraban en las calles a unirse a la nueva marcha improvisada.

El primer piquete de la policía fue superado sin mayor dificultad cerca del puente de los Estadios. Las personas continuaron animadas, con la esperanza de llegar a Plaza Venezuela.  A la altura del Abasto Bicentenario, tres grandes vehículos de la Guardia Nacional Bolivariana impedían el paso. Tras las paredes metálicas de dichos camiones, decenas de efectivos de seguridad resguardaban la zona.

La gente empezó a gritar con impotencia y dirigentes de los partidos opositores, acompañados por los diputados Juan Requesens, Carlos Paparoni, Jorge Millán y Juan Andrés Mejía, se subieron hasta el borde de las paredes metálicas. Algunos, incluso, permanecieron en el techo de los vehículos. La negociación prosiguió durante, al menos, 40 minutos.

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La Guardia Nacional Bolivariana utilizó vehículos de orden público para frenar el recorrido de la marcha

Entretanto los manifestantes expresaban su molestia ante la barricada. Un estruendoso “cacerolazo” se generó luego de que muchos golpearan, con piedras y palos, los vehículos de seguridad y las barandas metálicas que bordean la autopista. El ruido era tal, que dificultaba la comunicación entre las personas.

Con consignas que llamaban a la desobediencia civil y utilizando pintura en aerosol, rayaron las paredes metálicas de los camiones y algunas vallas publicitarias del Bicentenario. El ambiente era tenso y los manifestantes permanecían expectantes, parecía que buscaban soluciones de los líderes. Algunos se empezaron a retirar y cerca de la 1:30 p.m. los dirigentes dieron la seña para dirigirse hacia Plaza Venezuela.

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Todas las vías para subir en esa dirección estaban cerradas por piquetes policiales. Algunos decidieron recortar camino por el Centro Comercial El Recreo, mientras que otros buscaron pasar la calle El Recreo. Allí los efectivos impidieron el paso. La situación se tornó violenta y acudieron, en primera instancia, al gas pimienta. Al ver que las personas se devolvían, minutos más tarde, lanzaron un par de bombas lacrimógenas.

Todos los manifestantes ingresaron entonces al centro comercial, por la entrada posterior y a pesar de que la orden de la seguridad privada del recinto era cerrarlas, las puertas permanecieron abiertas hasta recibir a la totalidad de los asistentes.

Uno de los heridos durante la represión fue el diputado José Guerra, quien cayó al piso mareado. Fue auxiliado por María Beatriz Martínez, otra parlamentaria opositora, en las inmediaciones del centro comercial. Pero la manifestación no culminó allí. Con los ojos rojos y mucho sudor, los que permanecían en la marcha prosiguieron por el bulevar de Sabana Grande. Había el rumor de que los dirigentes estaban ya en la avenida Casanova.

Diputado José Guerra

Tanto en el Centro Comercial El Recreo como en el bulevar, los locales bajaban las santamarías por precaución. Al llegar a la estación Plaza Venezuela ya la cantidad de personas se había reducido considerablemente. El último grupo, liderado por los diputados Gaby Arellano y Juan Andrés Mejía -acompañados por el alcalde de El Hatillo, David Smolansky- no superaba el centenar de personas. Mujeres policías eran la cara del piquete que, finalmente, impediría la consecución del objetivo en la avenida Francisco Solano.

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Los tres líderes de Voluntad Popular decidieron culminar la marcha luego de recibir nuevamente gas pimienta, tras la negativa de los efectivos de retirar el piquete. La molestia de los que permanecían y querían continuar se escuchaba claramente, mas no tuvieron otra opción sino retirarse.

Fotos: Iván Reyes

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