El 4 de abril fue el día en el que los diputados opositores decidieron ir a sus curules con la gente. Y así se lo trazaron con una movilización que atravesaría Caracas desde Bello Monte hasta la Asamblea Nacional, unos 5 kilómetros de marcha para ratificar a los parlamentarios que la ciudadanía eligió el pasado 6 de diciembre de 2015 y que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia anuló con dos sentencias.
Desde que empezó el día, el Gobierno tenía todo a su favor y la oposición todo en su contra. En Plaza Venezuela, un muro de Policías Nacionales Bolivarianos (PNB) contenían y ponían trabas a los manifestantes que querían cruzar de Baruta a Libertador.
Cuatro estaciones de Metro separaban a la marcha de su lugar de partida hasta su punto de llegada. Las más cercanas al Palacio Legislativo estaban cerradas por “motivos de operaciones”. Las que están al lado de la Defensoría del Pueblo (Bellas Artes y Parque Carabobo), de donde salió la convocatoria chavista, prestaban servicio con total normalidad.
Por la avenida Libertador, el chavismo se movió como en casa. Con franelas rojas y carteles que rezaban “Fuera Luis Almagro”, los rojitos tomaron y cerraron calles las calles para avanzar con comodidad. La avenida México no permitía el paso de carros a la altura de Bellas Artes. Una tarima con la música de todas las campañas de Hugo Chávez, incluyendo la de la reforma constitucional por el Sí, se erigía frente al edificio de la Gran Misión Vivienda Venezuela, “El Gigante de la Patria”.
Más adelante, varias pantallas se sumaban al trayecto por la avenida Universidad, también cerrada por efectivos policiales. La tarima final se plantó en la esquina de San Francisco, bloqueando toda la entrada de vehículos a la Asamblea Nacional.
Desde las 11:00 am retumbó la música llanera en el centro de Caracas. En los pasillos de la AN y en las calles aledañas a la avenida Universidad faltaban el ruido de los carros y las promociones de los vendedores. El silencio, las “santamarías” abajo y la poca afluencia de gente, hacían que este martes 4 de abril pareciera un domingo cualquiera en las cercanías de la Plaza Bolívar.
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, el ruido era constante: El sonido del gas de las bombas lacrimógenas, el rugido de las motos, el forcejeo de los escudos tratando de mantenerse firmes ante los empujones de los manifestantes y el disparo de los perdigones.
El chavismo vio a sus diputados desde una tarima. Desde allí, rodeando una entrada de la AN, hablaron Diosdado Cabello y Nora Delgado. En la avenida Libertador, los opositores se enfrentaban a la represión para caminar hasta sus curules. El presidente del Parlamento, Julio Borges, y el diputado Richard Blanco sufrieron de cerca los efectos de los gases lacrimógenos. A este último tuvieron que someterlo a atención médica.
“Estamos nosotros dispuestos y organizados en la calle trabajando con el Gobierno, pero también en organización popular para defender la revolución al costo que sea. En verdad nosotros tenemos muy claro que ante una actitud violenta de la derecha sabemos lo que vamos a hacer”, aseguró Cabello desde el resguardo de los milicianos y del piquete de la PNB en Plaza Venezuela, que tuvo que contener a la oposición en tres ocasiones.
Hasta el último minuto, los 20 diputados que aguardaban en la AN esperaron la llegada de los demás parlamentarios para dar inicio a la histórica sesión convocada para las 2:30 pm. Para abrir un debate en torno a los magistrados del TSJ y el bloqueo al Poder Legislativo. La oposición quiso llegar, pero no pudo. Aunque la puerta del Hemiciclo nunca se abrió, la sesión no se dio porque los representantes opositores se quedaron en la calle.