Reinventarse, valorarse y anhelar el rencuentro, hablan docentes desde casa - currículo educativo
Tres docentes del país comparten sus experiencia durante la cuarentena por el COVID-19 y sobre cómo han asumido la educación a distancia

Clases a distancia. Génesis Reyes, de 25 años de edad, se encontraba en la Universidad Central de Venezuela (UCV) la tarde del pasado 13 de marzo, cuando se reportaron en el país los dos primeros casos de COVID-19. Ese día tenía previsto inscribir las primeras materias de su séptimo semestre de arquitectura, pero no se pudo.

Media hora antes de que iniciara el proceso, el Decano informó a través de un grupo de WhatsApp que tiene la Facultad la suspensión de todas las actividades. De acuerdo al cronograma, antes de la cuarentena nacional, las inscripciones culminaban el 20 de marzo y el 23 se iniciarían las clases.

Desde entonces, “parece que se ha hecho complicado realizar algún plan para inscribir el semestre desde casa”, contó Reyes a Efecto Cocuyo. “Imagino que el Centro de Estudiantes está discutiendo sobre eso. Hace días pasaron una encuesta para preguntar a cada estudiante, profesor y trabajador en qué condiciones está, en referencia a la situación del coronavirus, y si cuenta lo necesario para ver o dar clases online”, explicó la joven.

Al cumplirse dos semanas de retraso de la fecha para comenzar las actividades académicas, la estudiante manifestó: “me preocupa perder un semestre… creo que diseño no es una materia que podamos ver a distancia… además, ya yo iba a hacer pasantías y servicio comunitario“. Su expectativa es que, aún en cuarentena, se pueda avanzar cuanto sea posible en las asignaturas teóricas.

Acceso a Internet

Adrián González, estudiante de sexto semestre de Ingeniería Geológica en la Universidad de Los Andes (ULA) de Mérida, tiene dudas sobre la factibilidad de estudiar a distancia. “Muchos no contamos con buena conexión a Internet, además de eso los constantes apagones y las largas horas sin luz harían todo muy cuesta arriba”, dijo.

Las plataformas de la universidad, añadió, “no funcionan al 100%”. Por otro lado, su carrera es sumamente práctica, “necesitamos de la interacción con los profesores y del uso de laboratorios equipados con microscopios, lupas, muestras y otros equipos, que son muy pocos. Nos vemos perjudicados y creo que aplica para toda la Facultad de Ingeniería“.

El joven de 22 años comentó que entre compañeros han discutido opciones, “no queremos perder tanto tiempo, la carrera tiene su parte teórica y creo que es donde se puede trabajar con actividades que nos permitan llegar al semestre con una buena base y que puedan tener un porcentaje en la nota final de cada materia”.

Aunque al 8 de abril la ULA no se había pronunciado sobre la metodología virtual, afirmó González, algunos de los docentes estarían dispuestos a aplicar la propuesta de adelantar conocimientos: “Pero aquí caemos en lo mismo, ¿Cómo hacen los compañeros que se les dificulta el acceso a Internet?”, se preguntó. Su semestre iniciaba el pasado 30 de abril.

Comprensión y alternativas

La experiencia de Laura Méndez, estudiante de quinto año de Comunicación Social en la Universidad Monteávila ha sido distinta. La casa de estudios “ha respondido bastante bien” a la coyuntura, expuso.

Señaló que aunque “siempre hay cosas que mejorar”, la mayoría de las dificultades se asocia a la conectividad y “es algo que no depende de la universidad”. Aplaudió la preparación a los profesores en el uso de herramientas Zoom, Google Classroom o Hangouts, “incluso WhatsApp ha sido una súper plataforma” comentó y dijo que hasta han tenido “exámenes interactivos”.

La joven de 21 años de edad explicó que comprendiendo las fallas de Internet, si alguien no se puede conectar el profesor “sustituye la asistencia (a la clase virtual) por un análisis, ensayo o resumen”. Esto, indicó, es de gran apoyo “hay muchos que desde el apagón del año pasado dependemos de los datos o del WiFi de un vecino”.

Méndez entregó tu tesis de grado el 13 de marzo: “La defensa presencial obviamente está suspendida, sin embargo la universidad buscó el mecanismo para que respondiéramos las preguntas de nuestro jurado y que puedan evaluarla”. Recalcó que la UMA también congeló la tasa interna que se modifica para el pago de la matrícula.

Año paralizado

Para Alexis Bolívar, de 28 años de edad, la cuarentena se traduce en que su quinto año de odontología en la UCV esta paralizado.

“Este año vemos puras cargas clínicas. Es decir, nos dirigimos únicamente a la Facultad para atender a los pacientes y cumplir con un número de procedimientos en cada área, necesario para que la universidad nos avale como odontólogos de la República”, relató.

Cuando se estableció la medida para garantizar el distanciamiento social, la Facultad cerró inmediatamente. “Ya teníamos problemas importantes de bioseguridad, por la deficiencia de higiene y el mantenimiento de las salas, por la falta de recursos… Nos vemos realmente afectados”, dijo.

Vida universitaria en pausa

Kevin Vivas, estudiante Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), confesó la desilusión que siente él y muchos de sus compañeros por la situación: “la universidad sin vivir la vida universitaria es, sin duda alguna, es una situación bastante amarga, sobre todo para muchos que van ahorita a pasar a su último semestre”.

Es consciente, sin embargo, de que la coyuntura escapa de las autoridades. Manifestó que su aprendizaje, en este período, también estará condicionado por cómo logren los docentes adaptarse a la virtualidad. “A muchos profesores se les va a mermar sus capacidades didácticas en una plataforma online“, opinó.

Periodista egresada de la UCV. Estudiante del posgrado de periodismo de investigación del grupo editorial Perfil y la Universidad del Salvador en Argentina.