Las enfermeras están en la primera línea de batalla para enfrentar la pandemia del coronavirus. En Venezuela, aunque no hay una estigmatización contra el personal de enfermería, sí hay algunos temores de los usuarios del Metro de Caracas.
Así lo contó a Efecto Cocuyo una enfermera que trabaja en una clínica del este de Caracas, donde hace guardias nocturnas y en el centro médico han tenido casos de coronavirus.
“En el Metro ven a uno como un marciano, al verme la gente corre hacia otro lado”, dijo la profesional.
Aunque ella trabaja en un área que no tiene relación directa con los pacientes con el COVID-19, le pasa con frecuencia que al estar en el transporte subterráneo, la gente no se atreve a sentarse a su lado.
“La gente entra al Metro y aunque hay asientos disponibles y con muchos puestos de diferencia a mi lado, la gente se desvía. Pasan corriendo, uno nota que se desvían”.
Cambio de protocolos de seguridad
Desde la llegada del coronavirus a Venezuela, con los primeros casos anunciados el 13 de marzo, esta enfermera narró que en la clínica han cambiado los protocolos de seguridad.
Ahora son más estrictos con los implementos de seguridad como mascarillas, trajes y guantes. Los pacientes sospechosos los reciben por emergencia, pasan a un área de aislamiento y es el personal del Ministerio de la Salud el que realiza las pruebas diagnóstico, tanto las rápidas como las de hisopado nasofaríngeo, llamadas PCR.
“Cuando llegue el paciente lo más importante es que uno esté bien claro para evitar riesgos de contaminarse”, dijo como parte de las medidas que se aplican en ese centro médico.
Destacó que han tenido hasta ahora tres pacientes positivos y uno de ellos falleció. A esa clínica han llegado personas, que a pesar de no tener la enfermedad, acuden nerviosas. Registran cuadros de resfriado o bronquitis, pero asisten al creer están enfermas con el SARS-COV-2.
Domingo Luciani sin agua ni bioseguridad
Otra enfermera con la que habló Efecto Cocuyo dio a conocer la realidad del hospital Domingo Luciani, uno de los designados como centinela para atender casos de COVID-19.
Este centro asistencial público solo recibe agua tres o cuatro veces por semana. Una de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para evitar los contagios es el lavado frecuente de las manos. Pero en el Luciani ni el personal de salud ni enfermos o familiares cuentan con servicio regular de agua. Pacientes, enfermeras, médicos y demás personal debe bajar al sótano para cargar agua y abastecerse.
La respuesta de la directiva del hospital es que en la zona, El Llanito (Petare, estado Miranda) aplican racionamiento del servicio. A veces dicen que la bomba está dañada, pero la falla persiste.
“Se va en la noche o la tarde, se puede pasar un fin de semana sin agua. Solo hay agua entre tres y cuatro días a la semana en el hospital”, reiteró la enfermera.
Déficit de enfermeras
Pero esa no es la única dificultad. El déficit de enfermeras es tal, que en el servicio donde se encuentra solo hay cuatro enfermeras: dos por turno. En su caso está sola porque su otra compañera está de vacaciones.
A ella le toca ver en promedio a 15 pacientes fijos en su área, además de los que llegan por triaje. Contra este persona, denunció, hay acoso laboral. Están pendientes de si cumplen o no los turnos, si publican información en redes sociales y hasta les privaron de donaciones de alimentos de una organización que comenzó a entregar almuerzos y cenas en enero.
Solo les suministraron de esa comida durante un mes. Pero desde febrero solo lo entregan a personal médico, bionalistas, servicio administrativo, radiólogos, pacientes y sus familiares.
De la lista sacaron a las enfermeras, camilleros y camareras. Sin razón alguna o sin explicación, cuando entregan los alimentos, ellas están excluidas.
El personal de protección también es escaso en el hospital de El Llanito. Los trajes de protección no son suficientes, por lo que la bioseguridad es una tarea pendiente.
Al principio de la pandemia recibieron pacientes positivos, pero ya todos fueron dados de alta. De resto solo han sido casos sospechosos que pasan a aislamiento, hasta obtener los resultados de las pruebas.
Aislamiento de enfermos
También en el este de Caracas, una enfermera que labora en una clínica donde ha habido más pacientes con COVID-19, los protocolos de seguridad cambiaron. Es obligatorio el uso de mascarillas y guantes durante todo el servicio.
A principios de la pandemia los esquemas de atención eran distintos. Los pacientes ahora pasan a una zona donde los registran, revisan, son aislados y después llega el personal del Min-Salud para hacerle las pruebas.
Aunque ella no tiene contacto con ese tipo de enfermos, porque trabaja en otra área, estas personas están aisladas en un piso de aislamiento. Incluso la clínica iba a ampliar a otra área.
Explicó que a los contagiados les dan el alta médica después de 14 días. Les hacen una prueba de descarte y son enviados a sus casas donde deben mantenerse aislados por 14 días.
Ella no ha percibido cambios de la gente hacia ella. Como ventaja, cuentan con un transporte privado y así se evita usar el Metro de Caracas, que sí emplean las otras dos enfermeras consultadas por Efecto Cocuyo.
Ninguna se atrevió a dar su identificación personal por temor a represalias, tanto en los centros privados como en los públicos.