Descansan un poco más, ayudan a los niños a hacer sus tareas, buscan un rato para distraerse y compartir con quienes están cerca del corazón, aunque sea por teléfono. Una comunidad de vecinos de la parroquia La Candelaria (Caracas) busca vías para mantener el buen ánimo durante esta tercera semana de la cuarentena en sus casas.
Venezuela se encuentra en estado de alarma nacional desde el 13 de marzo, cuando se detectaron los primeros casos de la enfermedad producida por el nuevo coronavirus. Una de las medidas tomadas para evitar la propagación es la restricción de actividades y circulación de vehículos, excepto para los trabajadores de los sectores salud, alimentación y servicios públicos.
Hasta el pasado martes, 31 de marzo, el país cuenta 143 personas contagiadas de COVID-19. Este miércoles, 1 de abril, Efecto Cocuyo contactó a varios vecinos de la zona para conocer cómo viven el “aislamiento social” en su comunidad.
Entre la tarea y el juego
Magaly Escalona ya no despierta a sus niñas tan temprano para ir al colegio. Se para a hacer el desayuno, las ayuda a hacer las tareas, ve televisión con ellas un rato y de vez en cuando se inventa un juego con sus hijas. Comentó que algunos padres mantienen el horario escolar de sus hijos en casa: los levantan a las 6:00 a.m. y les ponen su chemisse blanca y pantalón azul marino para que hagan sus deberes.
A través del grupo de WhatsApp de su residencia, en La Candelaria, ofreció su apoyo por si algún vecino tenía alguna dificultad para movilizarse a hacer sus compras de la semana. Se mantiene comunicada con un señor mayor que vive solo unos pisos más abajo de su apartamento. Magaly también se mantiene en contacto con su familia vía telefónica.
“Me estoy leyendo dos libros, todos los días veo una película diferente que me dé ánimo. No me he conectado con las noticias. A las niñas les he hablado claro, por qué no podemos salir. No vamos contando los días. Hemos hecho torta, galletas, las he involucrado en la cocina, en los oficios. Han sido días de mucha reflexión para mi”, comentó.
Entre canto y baile
Desde que se decretó la cuarentena por la COVID-19, al señor Bernardo Castillo no lo dejan salir “ni a botar la basura”. Vive con su hija y su nieto de 5 años, con quienes reparte su tiempo y hace actividades para distraerse. Duerme un poco más, ve televisión, baila y canta con el niño y conversa con su hija.
“Evelyn (su hija) se programa para no salir tanto“, explicó. Ella se encarga de todos los quehaceres que impliquen salir a la calle. Lee pocas noticias, sólo las necesarias para mantenerse al tanto de lo que sucede. Sin embargo, comentó que a través de la ventana de su cuarto puede ver que hay muchas personas en la calle están “pasando necesidad” por la escasez de gasolina o porque no tienen comida.
Más en casa
“Yo estoy tranquilo porque si me preocupo se preocupa la otra (su esposa)”. Así sentenció Jesús Méndez, quien agregó que la cuarentena le ha dado a su familia más tiempo de descanso. A su juicio “hay que esperar y más nada”, dado que la pandemia es una situación que se escapa de las manos de todos.
Explicó que le da pereza ver que las personas salen a la calle a “comprar a las carreras”. Mencionó que en estos últimos días, en el chat vecinal se ha compartido información sobre seguridad del edificio, la entrega de la caja Clap (Comité Local de Abastecimiento y Producción) y la llegada del agua (que suelen colocar un par de horas en la mañana y en la noche), como padecen muchos edificios de La Candelaria.
Mercedes Ortiz está “más casera” que de costumbre. Suele hacer deporte con bastante frecuencia, pero mientras no puede se mantiene activa en casa a través de la costura. “Todos estamos encerrados y uno sale y tu no ves a nadie en el pasillo. Solo ves al vigilante. Cada quien anda en su casa, por los mensajes que veo”, dijo.
La comunicación entre los vecinos de La Candelaria se suele limitar a pasar información que les compete a todos: hay que hacer limpieza en los ascensores y estar pendiente de cerrar el portón principal. “Yo no le hago mucho cerebro, hablo con mi hija (que vive fuera del país), alguna amiga que está afuera, mi hermana”.
Foto: Referencial