En la familia Quiroz Pérez, integrada por papá, mamá y tres hijos, todos son mayor de edad y trabajan.

La mañana del 16 de junio pasado, ella visitó el mercado Guaicaipuro para comprar algunos de los alimentos que consumiría el grupo familiar durante 15 días. Efecto Cocuyo la acompañó: gastó –entre proteínas, verduras, hortalizas, frutas, granos, charcuterías y embutidos  Bs. 13 mil 168.

En ese momento no le alcanzaron los Bs. 12 mil 500 que había reunido con su familia para el mercado. Tuvo que pagar las frutas con la tarjeta de crédito: “Esto es todo el tiempo: uno hace malabares para poder llevar lo que uno se planificó. Solo voy a llevarme piñas, cambur, guayaba y fresas. No, las fresas están muy caras. Oye, yo me pregunto: ¿Cómo hace una familia en la que haya uno o dos sueldos mínimos nada?”, dijo.

Al 1ro de julio -15 días después- ya lo que compró debe habérsele acabado. Eso es lo que ella tenía estipulado: que durara dos semanas. Ahora, para reponer esos alimentos, la cantidad de dinero que reúna con su familia debe ser mayor.

Efecto Cocuyo visitó el mismo mercado y consultó el precio de los productos que la señora Sofía compró: todos aumentaron. De hacer esas compras este 1ro de julio hubiese gastado Bs. 2 mil 572 más. La cuenta total daría Bs. 15 mil 740. Eso no incluye  arroz, pasta, azúcar, sal, leche. Tampoco productos para limpieza del hogar, ni de higiene personal.

mercado_guacaipuro

El pollo entero y los muslos de pollo, por ejemplo, pasaron de Bs. 300 a Bs. 450. Si la señora Sofía comprara nuevamente 6 kg, le saldrían en 2 mil 700, casi Bs. 1 mil más de lo que pagó hace 15 días

No hubiese podido comprar todos los productos. No solo porque ahora estén más caros, sino porque no todos estaban disponibles. En la pescadería, por ejemplo, la merluza pasó de Bs. 750 a Bs. 770, pero no había. La señora Sofía, en aquella oportunidad estaba interesada en comprar café. Quince después aún no había en los anaqueles. Aunque estaba fijado el precio de las arvejas, tampoco estaban a la oferta. “Eso está escaso también”, dijo la vendedora.

Una ama de casa se encontraba, a la 1:30 pm de este primero de julio, tratando de adquirir un pollo. “Ese no, ponme uno más pequeño. ¿Cuánto? ¿900? ¿900 ese pollito que parece una paloma? Ay, no hijo. Déjelo así. Gracias, gracias”. “Yo sé que está caro, pero ¿cómo hacemos? No es culpa de uno”, respondió el vendedor.

El médico le recomendó no comer carnes rojas, pero prefirió pagar Bs. 930 en un kilo de carne molida. Su razonamiento tiene sentido: “Prefiero poner Bs. 30 más y comprar esto porque rinde más que ese pollo. Uno la hace con salsita y todo el mundo come”.

Un señor que se encontraba en la charcutería se percató de que “los precios suben de una semana a la otra”. Aseguró que la semana pasada el queso tipo paisa estaba en Bs. 790. “Hoy lo estoy comprando en 800. Te aseguro que la próxima vez costará Bs. 810 y así. Va subiendo de a poquito, como para que uno no se dé cuenta”. Una señora lo interrumpió para contar su testimonio: “Es así, con lo que compraba un kilo de tomate hace tres meses (Bs. 60) ahora no compro ni medio kilo. Dime tú, ¿esto es justo? Aquí no hay guerra económica nada, aquí lo que hay es una cuerda de sinvergüenzas que no saben dirigir la economía de este país, por eso es que estamos así”.

Erick Lezama Aranguren/@ericklezama1

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