El pasado jueves 25 de enero el Foro de Economistas para la Reconstrucción Nacional, integrado por especialistas de la Universidad Central de Venezuela, Católica Andrés Bello, Monte Ávila y la universidad de Los Andes, presentó un conjunto de soluciones para detener la caída del poder adquisitivo de los venezolanos.

Humberto García, vocero principal del foro, considera que es pertinente que se implemente la unificación del control cambiario, que se sincere su precio y permita la libre convertibilidad, ya que de esta manera se obtendría el abaratamiento de bienes y servicios que se exportan sin divisas oficiales.

García asegura que “se debe equiparar el poder de compra interno del bolívar con su poder de compra externo, lo que los economistas llamamos el tipo de cambio real de equilibrio”.  Explicó que de haber voluntad por parte del Ejecutivo, los cálculos supondrían la cancelación de un dólar a 150 Bs, con lo cual, más de la mitad de las importaciones disminuirían su precio.

Precisó que para aplicar esta política y para evitar la fuga de capitales posterior, se debe generar confianza para garantizar la seguridad jurídica para que las empresas extrajeras inviertan en el país.

Para el experto, Venezuela debe acudir a fuentes disponibles de crédito internacional, dado a los bajos precios del petróleo y a la poca disponibilidad de reservas internacionales, porque debe solventarse la deuda externa que supera los 12 mil millones de dólares y el pago a los proveedores, cuya cifra es similar.

Entre otras propuestas los especialistas propusieron sanear las cuentas fiscales y eliminar el gasto que no procura las necesidades de la nación; sincerar el precio de la gasolina; continuar con el subsidio, en primer lugar de alimentos, para proteger a los sectores más desprotegidos, mientras se estabiliza la economía.

A continuación lea el comunicado del panel de expertos 

Pronunciamiento del Foro de Economistas para la Reconstrucción Nacional

Pronunciamiento del Foro de Economistas para la Reconstrucción Nacional ante la grave situación del país Los venezolanos vienen sufriendo un proceso de empobrecimiento acelerado en los últimos tres años. El alza desenfrenada de los precios de los artículos de consumo, el desabastecimiento de muchos de éstos, el rezago en el ajuste de los salarios y el creciente desempleo dibujan una situación cada vez más desesperante, que no admite más demoras. La escasez, tanto de alimentos básicos como de medicinas, ya ha cobrado víctimas mortales según denuncias que recogen los medios de comunicación. La prioridad máxima para evitar una tragedia aun mayor es detener de inmediato la cruel caída en los ingresos reales de la población, neutralizando los factores que alimentan la altísima inflación que hoy padece el país y tomar las medidas que solventen los graves problemas de desabastecimiento. El Foro de Economistas para la Reconstrucción Nacional se ha constituido en espacio para contribuir con la solución de estas dificultades, ofreciendo su opinión sobre estos problemas y proponiendo las políticas necesarias para su superación.

Un régimen cambiario que fomenta la inflación, la especulación y la fuga de capitales El control de cambios vigente desde 2003 es insostenible. Ha conducido a la sobrevaluación progresiva del bolívar, abaratando importaciones y encareciendo las exportaciones no tradicionales a través del otorgamiento de dólares preferenciales a sectores privilegiados, haciendo cuesta arriba la competencia de las empresas domésticas. Hoy dependemos mucho más del suministro foráneo. Adicionalmente, la política anti mercado del gobierno, la ausencia de seguridad a la propiedad privada y la inflación acelerada han llevado a los venezolanos a desprenderse de sus activos en bolívares y buscar refugio en el dólar paralelo. Un dólar artificialmente barato, ha llevado a un severo racionamiento de la divisa, disparando su precio en el mercado paralelo a niveles más de 150 veces superior al tipo de cambio oficial y exacerbando las presiones inflacionarias. Medidas a tomar: Se debe proceder a la unificación y estabilización del precio del tipo de cambio, permitiendo su libre convertibilidad. Para ello es menester corregir el desorden macroeconómico y, en particular, instrumentar medidas especiales para eliminar el financiamiento monetario del déficit fiscal. La sinceración del tipo de cambio en torno a sus valores de equilibrio se traducirá en el abaratamiento de muchos bienes e insumos que se vienen importando sin divisas preferenciales. Para frenar los impactos de la inercia inflacionaria se propone la instrumentación de subsidios y/o transferencias en el corto plazo para proteger a los sectores más vulnerables de la población, mientras se reactiva la economía y la productividad creciente permita aumentar las remuneraciones.

Una economía sin reservas internacionales y sin financiamiento externo Debido a la caída del precio del petróleo, principal proveedor de divisas, y al altísimo riesgo país, al BCV se le han agotado prácticamente las reservas internacionales y se ha desvanecido el crédito financiero internacional del país. Dada la enorme dependencia de la oferta interna con respecto a las importaciones, y la necesidad de solventar la deuda con los proveedores foráneos y honrar los compromisos del servicio de la deuda financiera externa, la estabilización del tipo de cambio tendrá que contar con un fuerte financiamiento externo. Con precios del crudo cercanos a los US$ 30 por barril se necesita éste año al menos 30 millardos de dólares. Medidas a tomar: Venezuela debe acudir a fuentes disponibles de crédito internacional para cerrar la brecha de su balanza comercial, refinanciar los pagos por deuda comercial y financiera con los acreedores externos de la República y de PDVSA

El ahogo de la producción doméstica El gobierno nacional, obnubilado por nuestra condición de país petrolero y deslumbrado con el alza de sus precios a niveles nunca vistos en el mercado internacional, se desentendió de los criterios de racionalidad, propios de una economía de mercado. Optó por el usufructo discrecional de estos recursos para apuntalar su particular proyecto político. Para ello desmanteló las instituciones que resguardan la seguridad jurídica de los agentes económicos, y que promueven la iniciativa privada y la eficiencia de los mercados. En su lugar instrumentó un sistema de controles, de regulaciones, y de acoso a los sectores productivo y comercial, que ha generado graves distorsiones en el flujo del comercio y la producción. La excesiva y discrecional intervención del Estado ha desatado una profusión de incentivos para lucrarse mediante la intermediación y reventa de productos regulados, empresas de maletín que contratan con el sector público, comisiones abultadas en estos contratos, el arbitraje especulativo entre las cotizaciones del dólar y otros ilícitos. Puede afirmarse que la economía de controles lo que ha prohijado es corrupción, a expensas de la actividad productiva. Medidas a tomar Es menester desmantelar el punitivo sistema de controles y restablecer las seguridades jurídicas sobre los derechos de propiedad y la libertad a la existencia de las empresas privadas en el país, condiciones sine qua non para ampliar la oferta de bienes y servicios, sustituir importaciones -ahorrando divisas-, y proveer empleo productivo bien remunerado. El libre acceso a las divisas permitirá la importación de insumos, maquinaria y repuestos que requiere el aparato productivo doméstico, liberándolo del estrangulamiento a que ha estado sometido y facilitando el abastecimiento interno. La altísima capacidad ociosa de las empresas venezolanas augura una respuesta inmediata al desaparecer los factores restrictivos que las agobian. La flexibilización del mercado laboral, eliminando la situación de inmovilidad decretada cuando se reactive la economía y pueda generarse empleo productivo, contribuirá con estos propósitos. La competencia interna y la afluencia oportuna de importaciones, en una economía abierta y con un tipo de cambio libre, será un importante freno a las presiones inflacionarias.

Las graves distorsiones macroeconómicas y la inflación Bajo la creencia de que los ingresos por la venta de petróleo seguirían creciendo a la par de la voracidad del gasto público, el régimen de Chávez y Maduro quebrantó los principios de una sana conducción macroeconómica. Prácticas populistas y clientelares incrementaron este gasto de manera desordenada e insostenible hasta superar en los últimos años el 40% del Producto Interno Bruto (PIB). Este “hueco” se ha cubierto con la emisión de dinero inorgánico por parte del Banco Central y con mayor endeudamiento. Mientras que la deuda pública por habitante aumentó 60% durante el último lustro, la liquidez monetaria se multiplicó más de 12 veces. Medidas a tomar Frenar la vorágine inflacionaria requiere reducir significativamente el déficit financiero de la gestión pública, haciendo más eficiente la recaudación de ingresos y eliminando el gasto dispendioso para focalizarlo en las necesidades prioritarias. Debe sincerarse el precio de la gasolina y de otros bienes y servicios prestados por el Estado y contribuir con la reactivación de la economía para incrementar los ingresos tributarios. Asimismo, es imperativo racionalizar la Administración Pública, eliminando instituciones paralelas para el cumplimiento de funciones similares, erradicando la duplicidad del gasto y los manejos ilícitos que se hacen de los dineros públicos al cobijo de la ausencia de transparencia y de rendición de cuentas. La Asamblea Nacional debe ejercer su rol contralor y de supervisión para contribuir con el saneamiento de la gestión pública. Por último, es menester prescindir del financiamiento monetario del déficit por parte del Banco Central, reformando de nuevo su Ley constitutiva para alinearla con los preceptos constitucionales. Un nuevo proyecto de país, que deje atrás el rentismo En resumen, atacar las causas que provocan el empobrecimiento de los venezolanos supone:

• Sanear la gestión del sector público mediante la eliminación del financiamiento monetario de los déficits públicos, la sinceración del precio de la gasolina en el mercado interno, entre otros.

• Reformar la Ley del BCV para restituir su apego a lo dispuesto en la Constitución.

• Promover la unificación del tipo de cambio en torno a sus valores reales de equilibrio.

• Negociar el financiamiento internacional que permita solventar los compromisos externos.

• Compensaciones temporales a sectores de pocos ingresos mientras se estabilizan los precios relativos.

• Desmantelar el aparato punitivo de regulación y control para liberar la iniciativa privada.

• Flexibilizar el mercado laboral.

• La acción fiscalizadora y contralora de la Asamblea Nacional.

Estas medidas de corto plazo deben apuntar hacia la imperiosa necesidad de establecer los fundamentos de una economía competitiva, capaz de asegurar procesos sostenidos de crecimiento y de mejora en el bienestar de los venezolanos a través del emprendimiento y el dominio tecnológico, de manera de trascender las perversiones del rentismo petrolero. Esto implica cambios institucionales profundos que acaben con la conducta patrimonialista por parte de quienes controlan el poder, en el sentido de manejar la cosa pública como si fuera su patrimonio personal.

El modelo rentista petrolero ha reforzado la dependencia del sector estatal, impidiendo la promoción de capacidades para un desarrollo autónomo y generando incentivos perversos para acceder al poder político. Se requerirá un liderazgo político capaz de generar los consensos necesarios para la instrumentación de estos cambios, asegurar su sostenibilidad y estimular la confianza para la inversión productiva. Su discusión e implantación es una agenda imprescindible para los próximos años. Las perspectivas de que se prolonguen los bajos precios internacionales del petróleo, así como los compromisos adquiridos por la mayoría de los países del mundo en la reciente Conferencia de París para reducir su dependencia de los combustibles fósiles contaminantes nos señalan de manera terminante que nuestro bienestar futuro requiere la superación del modelo rentista petrolero.

El gran desafío que se nos impone es posicionar al país en sintonía con las transformaciones mundiales y las demandas de la sociedad del siglo XXI El costo social y humano de las políticas del gobierno hace imperativa su rectificación inmediata. Ya basta de evadir respon sabilidades inventando una “guerra económica” o alegando conspiraciones. O el gobierno rectifica o habrá que cambiarlo con los mecanismos constitucionales previstos.

Rafael Ávila Carlos Bello de J. César Gallo Humberto García L. Alejandro Gutiérrez Sary Levy C. Jaime Luis S. Natan Lederman Marcos Morales Q. Rodrigo Peraza D. Gabriel Ramírez T. Héctor Valecillos Leonardo Vera A.

Me dedico al periodismo con enfoque en derechos humanos. Hago cobertura sobre violencia en un país con pocas garantías

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