La pandemia del COVID-19 no solo trajo complicaciones para la economía nacional. El crecimiento de las entregas a domicilio y una mayor adopción del dólar como moneda de pago terminaron por favorecer el desarrollo del comercio electrónico en Venezuela, aunque ahora los expertos del sector creen que comienza una nueva fase.
“Hay barreras para el comercio electrónico que se destrancaron a partir del año pasado. Hay un mercado listo y es responsabilidad de las empresas y de los emprendedores poner soluciones en la mesa. Ahora es el momento de crear las experiencias de comercio electrónico en el país” aseguró Carlos Aguiló, director de Innovación Estratégica de Ecoem.
Aguiló fue uno de los ponentes del evento “Impacto del comercio electrónico en Venezuela y las soluciones para mejorar su experiencia”, celebrado en el espacio de coworking de Ecoem en Los Palos Grandes y que fue transmitido a través de Zoom.
Gregorio Escalona, director de tecnología de Arawato Media, y Brehyner Rodríguez, director ejecutivo de Dinira, también coincidieron en que la pandemia del nuevo coronavirus y las restricciones de movilidad desataron los nudos que impedían que las empresas venezolanas, grandes y pequeñas, entraran a nuevas modalidades de venta por Internet.
Las investigaciones de Ecoem sobre el comercio electrónico en Venezuela en los meses más recientes encontraron que la compra promedio se mueve entre los 10 y 12 dólares y que ya hay grandes compañías que completan 10.000 ventas mensuales a través de la modalidad del comercio electrónico.
Estos resultados de ventas electrónicas fueron posibles, en parte, gracias a la irrupción en el país de dos grandes compañías de entregas a domicilio o delivery como son PedidosYa y Yummy.
Aparte de que el dólar también se afianzó como moneda de pago en las compras. La firma Ecoanalítica encontró que 64% de los pagos se hicieron con una moneda diferente al bolívar en puntos que van desde las franquicias de comida rápida hasta las tiendas de teléfonos celulares y electrodomésticos, durante un estudio realizado en 10 ciudades en febrero pasado.
La hora de la automatización
La Cámara Venezolana de Comercio Electrónico (Cavecom-E) estimó que el crecimiento del sector llegó a 2.000% durante el año pasado. Este avance es importante, pero ahora las empresas venezolanas tienen el reto de ofrecer una experiencia de compra que vaya más allá de un intercambio de mensajes por WhatsApp o redes sociales como Instagram.
“La gente va a seguir comprando por Internet y se necesita hacer las compras más automatizadas. Nosotros ofrecemos una solución que le resuelve el método de pago, la tienda virtual y el carrito de compra a las empresas” explicó el director ejecutivo de Dinira, en su participación en el webinar.
Incorporar los métodos de pago en bolívares inmediatos como el Pago Móvil y contar con una normativa del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat) que avale la facturación electrónica son otros dos de los desafíos que tiene el comercio electrónico en el país. Aunque esto pudiera cambiar dentro de muy poco.
Nueva ley en el tintero
Un primer paso está con una nueva ley de comercio electrónico. El Ministerio de Comercio y la Comisión de Economía, Finanzas y Desarrollo de la Asamblea Nacional anunciaron que trabajan en una legislación que fije las reglas del sector.
El texto del proyecto legislativo todavía no se conoce de forma pública, pero la ministra de Comercio, Eneida Laya Lugo, adelantó que la línea central de la nueva ley pasa porque los venezolanos que compren por Internet “no sean estafados, que tengan una garantía real y una seguridad de lo que están comprando”, como lo dijo en una entrevista en el canal Venezolana de Televisión (VTV).
Permitir la facturación electrónica es uno de los avances que puede ayudar a que se formalice el comercio electrónico y con eso se le brinden unas garantías a los compradores. No en vano, el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) entregó hace unas semanas una nueva propuesta para que se permita esta modalidad de facturas, como ya se hace en Colombia, Perú y Costa Rica.
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