Por Ileana García Mora (Ciudad de México)
El ingenioso escape, sólo comparable con el guion de una película de ciencia ficción, mantiene la atención del mundo en México. Interpol emitió una alerta roja y los países vecinos activaron los controles en sus líneas fronterizas para intentar capturar, de nuevo, a Joaquín Archivaldo “El Chapo” Guzmán Loera, líder del Cartel de Sinaloa, una organización internacional dedicada al narcotráfico.
La peripecias que Guzmán Loera ha desplegado para resistirse a la justicia ha inspirado cientos de narco-corridos (un género musical que recoge el imaginario de la cultura narco) y libros que revelan el funcionamiento del crimen organizado y la fragilidad de las autoridades ante una guerra por dominar territorios que acabó con más de 70.000 vidas en México.
A El Chapo se le atribuye una fortuna de 1.000 millones de dólares -según la revista Forbes– y, después del escape de este sábado, también se le atribuye una poderosa maquinaria capaz de construir un túnel de 1,5 kilómetros a espaldas de un país entero que lo custodiaba.
El Chapo logró colocar al Cartel de Sinaloa como la organización de narcotráfico más importante del continente, cuyos tentáculos han operado en los cinco continentes.
Venezuela ha servido de puente a esta esta y otras organizaciones, según han revelado medios de la región. El más reciente escándalo detonó en el diario O Estado de Sao Paulo, en Brasil, apenas en junio de este año. Tres empresarios de origen brasilero -Paulo Flores, Ronald Roland y Manoel Gonsalez- son investigados por su presunta participación en una red de tráfico de drogas que vincula a Colombia, Venezuela, México y Honduras.
De acuerdo con esta publicación, los brasileros dirigían una operación en la que la droga, que provenía de Colombia, era cargada en aviones en Venezuela bajo la mirada cómplice de autoridades nacionales que habían sido sobornadas. El reportaje indica que las aeronaves aterrizaban en Aparte, en el estado Zulia y sus operadores pagaban a los funcionarios comisiones de 200.000 dólares. Esos aviones conectaban la mercancía con el Cartel de los Zetas y el Cartel de Sinaloa, en México.
Otro hecho vinculó a la organización liderada por el Chapo con Venezuela. Las autoridades gubernamentales venezolanas destruyeron, en noviembre de 2013, un avión que se presumía estaba al servicio del Cartel de Sinaloa, según revelaron la agencia EFE y el diario mexicano Reforma.
El avión fue obligado a aterrizar por no tener permiso para sobrevolar el espacio aéreo. Una vez en tierra, los ocupantes desaparecieron y la aeronave fue incendiada. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, afirmó que la aeronave transportaba un cargamento de cocaína, reseñó la agencia EFE.
La Policía Nacional en Bogotá decomisó, en marzo de 2013, media tonelada de cocaína a Los Rastrojos (banda criminal de origen colombiano) con destino al Cartel de Sinaloa, en la frontera entre Colombia y Venezuela, una zona “caliente” para el tráfico de combustible, drogas y, más recientemente, alimentos.
Hasta el momento, en Venezuela, ninguna autoridad se ha pronunciado sobre estos incidentes.
En México, las autoridades responsabilizaron de la fuga a la corrupción interna en los penales. Aún no dan con el paradero del Chapo. Mientras las autoridades hacen lo suyo, las bandas gruperas también. Enigma Norteño lanzó, en su página de Facebook, el adelanto de su nueva canción que alude a las pericias de El Chapo: “Si una vez la hice, fácil se las vuelvo a hacer”.