Han pasado diez días de la explosiones que sacudieron a Beirut y a todo un país. El evento ocurrido el pasado 4 de agosto deja más de 170 muertos y miles de heridos.
En la capital libanesa se observan a voluntarios colaborando para limpiar los destrozos ocasionados por las explosiones. Las personas se organizan en cuadrillas y van calle por calle para donar ropa, comida y agua a las personas afectadas que se mantienen en la zona. Una semana después de la explosión, ya no hay humo en Beirut pero sí mucho que reconstruir.
Mientras tanto, el Gobierno central del país se encuentra en crisis y anunció su dimisión en bloque el lunes 10 de agosto. Los voluntarios decidieron no esperar por el accionar de las autoridades y comenzaron a trabajar por su cuenta. Otros piden investigación de los hechos.

La capital libanesa apenas comienza a levantarse y ha recibido ayuda de distintos países como Francia, Irán y Catar, entre otros.

Mientras tanto, las personas que vivían en las zonas aledañas al puerto se acercan a sus casas que ahora están en ruinas.


El almacén de granos ubicado en el puerto de Beirut, y fuente principal de alimentos de la capital libanesa, también quedó completamente destruido tras la segunda explosión que sacudió al lugar.

Una fuente del Ayuntamiento de Beirut, que pidió no ser identificada, dijo a Efe que “los daños son tan grandes que la municipalidad no puede afrontarlos”. “Son mayores que Beirut”, explicó.
Insiste en que el daño es tan grande que “cualquier cosa que se haga no se va a ver” ya que -explica- han desplegado a más del 80 % de su personal para asistir en la seguridad de los edificios destruidos.


Con fotos de Efe