Las fuerzas del orden francesas lanzaron este sábado, 24 de noviembre, en París gases lacrimógenos y usaron un cañón de agua para rechazar el avance de miles de personas que se manifestaban contra el alza de los carburantes, los llamados “chalecos amarillos”, que trataban de acercarse al palacio del Elíseo, residencia presidencial.
Los enfrentamientos tuvieron lugar en el perímetro de seguridad levantado por la policía cuando decenas de manifestantes trataron de superarlo para llegar a la residencia del presidente, Emmanuel Macron, cuya dimisión pidieron en pancartas y en cánticos.
Las autoridades habían prohibido la concentración en los alrededores del Elíseo y habían señalado los Campos de Marte, situados frente a la torre Eiffel, como lugar permitido para la concentración, cuyo inicio está previsto a las 14.00 horas (13.00 GMT).

Pero los portavoces del movimiento, que comenzó como protesta contra el alza de los impuestos a los carburantes pero que se ha ido diversificando con el paso de los días, rechazaron ese punto de concentración y pidieron acercarse a la residencia de Macron.
Una consigna que han seguido centenares de “chalecos amarillos”, que utilizaron mobiliario urbano para lanzarlo contra los antidisturbios que habían establecido un cordón de seguridad.
Las autoridades indicaron que entre los manifestantes pueden haberse infiltrado grupúsculos de extrema derecha para hacer violento el movimiento, pero se conoció que los manifestantes provienen de clases bajas y sectores empobrecidos.
La respuesta de las fuerzas de seguridad vino en forma de gases lacrimógenos y del uso de un cañón de agua para rechazarlos, lo que provocó escenas de gran tensión.
Según los primeros datos del Ministerio del Interior, a media mañana había en la capital unos 3.000 “chalecos amarillos”, la mayor parte concentrados en los Campos Elíseos y en los aledaños de la plaza de la Concordia, que da acceso a la residencia presidencial.
En el resto del país continúan los bloqueos de centros logísticos y carreteras iniciados hace una semana, pero con menos intensidad que el pasado sábado, cuando los cálculos oficiales lo cifraron en casi 300.000 manifestantes.
Los chalecos amarillos
La prenda que ha caracterizado a los manifestantes contra los impuestos al petróleo, que sirve de carburante para la calefacción de las viviendas en Francia principalmente, les ha dotado el mote a las protestas como manifestaciones de “los chalecos amarillos”.
En Facebook, al menos 143.000 usuarios se mostraron “interesados” en un primer momento por el evento que daría cita con los “chalecos amarillos” en la plaza de la Concordia de París entre las ocho y las once de la mañana de este sábado, para marchar hacia el campo Elíseo.
“Hay que dar el tiro de gracia e ir todos a París por todos los medios posibles (compartir coche, tren autobús, etc…)”, decía el mensaje en la red social.
Los chalecos amarillos son ya una suerte de revuelta popular organizada en las redes sociales, sin la tutela de un partido o un sindicato, que se echaron a las carreteras francesas en protesta contra el impuesto a los carburantes.
Jubilados, profesionales liberales o pequeños comerciantes figuraron entre los ya más de 300.000 participantes contabilizados, quienes se movilizaron en unos 2.000 puntos repartidos por todo el país, como rotondas, peajes y puentes, muchas veces sin haber avisado a las autoridades, lo que generó desconcierto entre la policía.
La protesta, ampliamente respaldada por la sociedad francesa, respondió, en un primer momento, a un alza tributaria sobre los carburantes para financiar la transición energética, aunque rápidamente se extendió a la falta de poder adquisitivo en general.
“¡Macron, dimisión!”, gritan muchos de los participantes, quienes con frecuencia entonan “La Marsellesa”, el himno francés nacido en la revolución.
Con información de EFE