“Bajas maniobras”, “campaña internacional”,  fueron algunos de los señalamientos  formulados por la canciller Delcy Rodríguez en una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada este jueves, 5 de mayo. La jefa de las relaciones exteriores de Venezuela compareció  por iniciativa propia  para impedir que el secretario general, Luis Almagro, aplique la Carta Democrática a su país.

Venezuela solicitó la sesión extraordinaria para presentar “la verdad” de la situación de la nación y alertar al resto de Estados miembros “de las amenazas” de la secretaría general, luego que Almagro anunciara hace una semana que estudiaba la posibilidad de aplicar el instrumento.

Rodríguez, sentada junto a Almagro, le acusó de ejecutar “bajas maniobras” para contribuir a una “campaña internacional” promovida por Estados Unidos con el objetivo de llevar a cabo una intervención en Venezuela.

“Queremos denunciar que el secretario general de esta organización, que ni vale la pena nombrarlo porque da igual cómo se llame, sigue jugando un rol de no imparcialidad cuando se trata de Venezuela y ha conjugado la agenda de la secretaría con factores opositores de Venezuela y de las instrucciones que recibe de Estados Unidos”, afirmó la canciller.

También acusó a Almagro de respaldar “cada paso” de la oposición venezolana, pretender “pasar por encima de los Estados miembros” y  de excederse  sus funciones como secretario general.

Almagro no replicó a Rodríguez ni dentro ni fuera de la sala porque, según justificó su portavoz, aún estudia los informes que le entregó la semana pasada la oposición venezolana para decidir si aplica o no la Carta Democrática a ese país.

A esa documentación añadirá ahora la presentación que hizo este jueves la canciller, en la que dejó rotundamente claro que Venezuela “no está bajo examinación de nadie ni lo estará”.

Con este paso adelante Venezuela logró  exhibir músculo político con los férreos apoyos que aún mantiene en el continente. De los países que intervinieron, solo Estados Unidos fue crítico, mientras que Bolivia, Nicaragua, Antigua y Barbuda, El Salvador y Dominica defendieron una vez más sin ambages al Gobierno de Maduro.

El artículo 20 de la  Carta Democrática

Horas antes de la celebración del Consejo, la secretaría general de la OEA publicó un informe jurídico sobre el funcionamiento de la Carta Democrática en el que se recuerda que el artículo 20 contempla la posibilidad de aplicarla sin la solicitud ni el consentimiento de un Estado miembro.

Esa potestad, que nunca antes se ha ejercido, la tendría el secretario general o cualquier Estado miembro que considere que en uno de los países de la OEA existe una “alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático”.

Este artículo permite a Almagro o a cualquier Estado miembro convocar un Consejo Permanente para someter a consideración de los 34 embajadores si existe esa “alteración”.

En ese Consejo, se necesitan 18 votos para iniciar gestiones diplomáticas sobre la crisis en cuestión y, de no prosperar estas, volvería a haber otra votación donde son necesarios dos tercios de los votos para convocar una Asamblea General extraordinaria.

En esa Asamblea, donde se reúnen los 34 cancilleres, son necesarios de nuevo dos tercios de los votos para ejecutar la última consecuencia de la Carta, la expulsión del Estado de la organización, algo que solo ocurrió tras el golpe de Estado de Honduras de 2009.

Conscientes de que ese escenario es improbable dada la actual aritmética política regional, la oposición venezolana se limitó la semana pasada a pedirle a Almagro que fuerce ese debate en la OEA.

Pero Venezuela se adelantó, hoy se debatió sobre el país en la OEA a propuesta suya y quedó claro que, por el momento, ningún país, salvo Estados Unidos, está dispuesto a secundar a Almagro en sus críticas abiertas al Gobierno venezolano.

Ni siquiera la Argentina de Mauricio Macri, que generó expectativas de una posición fuerte sobre Venezuela, parece querer enfrentarse abiertamente al Gobierno de Nicolás Maduro.

En un gesto inusual, su canciller, Susana Malcorra, compareció en el Consejo para ofrecerse a trabajar porque la OEA y otras alianzas regionales, como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), medien con el objetivo de “aliviar las tensiones que, objetivamente, vive Venezuela” y buscar “una salida a la difícil situación del pueblo venezolano”.

Sin embargo, consideró “apresurada” la discusión sobre aplicar la Carta Democrática y denunció que se “quita valor a posibilidades” como ese instrumento cuando se usan “en el momento inadecuado en lugar de hacer el esfuerzo de trabajar”.

En este contexto, está por ver si Almagro da el paso al frente de aplicar la Carta incluso sin tener seguros los 18 apoyos que necesita para que su iniciativa tenga más recorrido que un debate similar al de hoy y una derrota política en el Consejo Permanente.

EFE

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