“Se podía salvar. Ella era una mujer joven. Estaba consciente, pero no recibió la inmunoglobulina ni pudo ingresar a terapia intensiva”, dice Dayana Chacón, médico residente del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar de Maturín. Amelia Torres murió a la una de la tarde este domingo 13 de marzo luego de que familiares le dieran respiración artificial manual durante tres días ininterrumpidos y una hora con respirador mecánico.
La mujer laboraba como madre procesadora en una escuela en su natal Chiguichigual, en el Municipio Sotillo del estado Monagas y dejó huérfana a una niña de 11 años. “Ahora se quedará con nosotras, sus tías y su familia”, señala Miruby Torres, sobrina de la víctima. Amelia había sido ingresada y evaluada el jueves 10 de marzo en el centro público y diagnosticada con el Síndrome de Guillaín Barré, pero tres días después, no resistió. La enfermedad se llevó la vida de otra venezolana.
Durante todo el fin de semana no hubo espacio para Amelia en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), ya que las únicas dos camas aptas estaban ocupadas por otras dos personas en estado de gravedad. El centro tiene la capacidad de tener hasta 8 pacientes allí, pero la falta de insumos y de personal han confabulado para que la disposición se limite.

Torres necesitaba recibir respiración mecánica a través de aparatos especializados que permitieran estabilizarla para empezar el tratamiento, y por eso era urgente que ingresara a cuidados intensivos. Además, en el área de Traumashock del Hospital también cuentan con un ventilador mecánico para tal fin, pero éste solo puede durar 12 horas conectado y para el momento en el que se necesitaba, ya lo usaba otro paciente.
“La intubamos. Se le dio el ambú, que es el aparato manual para darle respiración artificial, y se dejó a los familiares a su cargo”, asegura Chacón. Desde el viernes 11 de marzo, Miruby Torres y otras dos parientes se turnaban para darle vida la señora. Esa noche también falleció otro joven de 28 años que estuvo conectado a respiración mecánica en espera de cuidados intensivos.
Exigencias y protesta
Durante este trajín, una de las hermanas de Amelia, muy activa en temas políticos, se puso en contacto con la Gobernación de Monagas para pedirle ayuda. De acuerdo con Miruby, la gobernadora Yelitza Santaella, le pidió que buscara presupuestos en clínicas privadas. En la Clínica Tierra Santa, diez días de terapia intensiva costaban dos millones de bolívares, pero finalmente esa ayuda no se concretó. “Ella contestó luego, cuando ya había fallecido y ofreció para aportar a los servicios funerarios”, apunta la sobrina.
La inmunoglobulina para el tratamiento que habían solicitado luego del diagnóstico de Guillain Barré tampoco llegó a tiempo, según la doctora Chacón. Ella insisten en que en ese hospital nunca llegó el hemoderivado.
Desde el 28 de enero los residentes del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar se encuentran en protesta activa y solo atienden emergencias. Las denuncias van desde la ausencia de reactivos para realizar exámenes básicos de laboratorio, la suspensión de cirugías oncológicas por falta de insumos, la única disposición de dos quirófanos y de dos camas en cuidados intensivos. Cirugía pediátrica también se encuentra suspendida, así como todas las consultas.
La Sociedad de Médicos Residentes del centro hospitalario se reunió con la directiva este lunes 14 de marzo, y de acuerdo con lo mencionado por Chacón, quien les habría garantizado una pronta reunión con la gobernadora. “Los residentes estamos atendiendo solo emergencia, paramos en piso en protesta, porque venimos desde el 28 de enero en protesta permanente (…) y los directivos dicen que sí hay insumos. Aquí estaremos hasta que la gobernadora nos atienda”, fulminó la galena.