Arnaud de Baecque, el jefe de la Delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Caracas, culmina su período de cuatro años en Venezuela y se irá del país en enero de 2024. Deja atrás una nación diferente a la que encontró en 2019, que tendrá que enfrentar nuevos desafíos de cara a un año electoral.
El abogado, de 49 años, asegura que mientras trabajó en suelo venezolano tuvo que adaptarse a la evolución de las necesidades de la población, con una capacidad limitada. No obstante, añade que el CICR fue capaz de reaccionar rápidamente en las distintas situaciones, ya sea en contextos de conflictos armados o desastres.
«Encontré un país con mucha incertidumbre política, económica y social. Nadie sabía lo que podía pasar y eso es lo que me marcó más. Después de cuatro años muchos elementos cambiaron, en particular en lo que es la situación política, que aún se sabe que con elecciones la incertidumbre puede desarrollarse de nuevo, pero ahora estamos en una lógica más estable», expresa De Baecque en entrevista con Efecto Cocuyo.
Explica que el Comité logró atender al menos a 500 mil venezolanos en un «país polarizado», visitar detenidos, asistir a poblaciones desplazadas, apoyar hospitales, mejorar al menos cien estructuras (centros de salud, escuelas, centros penitenciarios…) a lo largo del territorio y mitigar las consecuencias de la crisis humanitaria.
«A nivel general, en cuatro años hemos alcanzado a medio millón de personas directamente con nuestras actividades, incluyendo 10 mil privados y privadas de libertad», apunta el director.

Qué se logró desde el CICR
El CICR en Venezuela se vio obligado a redoblar esfuerzos desde 2020, año en el que la pandemia del COVID-19 comenzó a expandirse en el país. Según los reportes de ese entonces, al menos 33 centros de salud recibieron apoyo del Comité para garantizar atención a los pacientes, 48.896 unidades de materiales de higiene fueron entregadas y se importaron 1.471 toneladas de insumos médicos.
Además, se realizaron 74 visitas a nueve centros penitenciarios y en ellos se distribuyeron 24.217 kits de higiene.
«En el caso del Covid fue un desafío muy grande, lo que decidimos hacer fue mantener todas las actividades porque pensamos que la pandemia no baja la necesidad de la gente. Esa fue la primera decisión, la segunda fue añadir una respuesta específica», señala De Baecque. Destaca también el trabajo realizado en conjunto con la Cruz Roja Venezolana, con la que contribuyeron en la respuesta de vacunación.
Para 2021, el esfuerzo conjunto benefició a más de 400 mil personas y 47 estructuras de salud, forenses, penitenciarias y comunitarias recibieron apoyo en Miranda, Distrito Capital, Aragua, Lara, Táchira, Zulia, Apure, Bolívar y Monagas. El año siguiente el CICR atendió a 243.726 venezolanos afectados por la violencia armada.
«Una serie de logros es la conexión de proximidad con las comunidades, que eso es algo que no teníamos hace cuatro años. Empezamos con esta priorización de poblaciones, que puede ser Petare, El Callao, Magdaleno, y con estas comunidades hacer un trabajo para atender sus necesidades y desarrollar como organización la mejor respuesta posible», aclara De Baecque.
Agrega que no se trata solo de entregar insumos médicos o alimentarios, sino que el trabajo incluye el diálogo con portadores de armas de varios tipos, actividades económicas, abastecimiento de servicios públicos o trabajos de protección y restablecimiento de vínculos familiares.
En los primeros seis meses de 2023, las acciones del Comité beneficiaron directamente a 344.512 personas a través de una respuesta integral y se prestaron 4.289 servicios de conectividad a familias separadas.
Puntos claves para el CICR
De Baecque recordó que, por temas de optimización de los equipos y de financiamiento, el CICR redujo la dimensión de su respuesta en Venezuela estos últimos años. A finales de 2023 mantiene prioridad en zonas puntuales del país, que son las que registran mayores necesidades.
Actualmente funciona una oficina en Puerto Ordaz, estado Bolívar, que trabaja principalmente con El Callao y Tumeremo (recientemente identificada como una de las zonas más violentas del país por el Observatorio Venezolano de Violencia). Otra en San Cristobal, Táchira, que cubre la frontera con Colombia, una parte de Apure y Zulia.
En Miranda y Caracas se trabaja con Petare y Cota 905; en Aragua con algunas zonas de Magdaleno y Tocorón.
«Es donde vemos, según los criterios que tenemos, poblaciones que además tienen un impacto agravado por violencia armada de una forma u otra», explica De Baecque. En este contexto, el CICR también formó a más de 1.500 personas en comportamientos seguros en caso de conflictos armados.
«También trabajamos con la Fuerza Armada Nacional en capacitación y formación sobre el uso de la fuerza, las reglas del derecho internacional humanitario», agregó el director.
Los desafíos para 2024
Para Arnaud de Baecque, durante el año de elecciones presidenciales que se avecina, el CICR en Venezuela deberá seguir enfocado en las comunidades perjudicadas por la violencia armada.
«Lo que vemos es que eventos fuertes como lo de la Cota 905 o La Victoria no han pasado en los últimos tiempos. Pero pasan operativos que generan desplazamientos, ansiedad, problemas de salud mental en los que tenemos que trabajar. Hay un desafío con equipos poco reducidos. Es siempre elegir los lugares donde escuchar a las poblaciones y llevar los programas de protección más adaptados para ellas», expresa.
Indica que el Comité extenderá su trabajo en el Caribe a países donde las acciones solían ser coordinada desde la Delegación en Panamá.
«Durante estos últimos años, hemos tenido enfoque en Venezuela, con algo de trabajo en Trinidad y Tobago y las tres islas holandesas por temas vinculados a la migración, de conexión con la familia o de desaparecidos en el mar. Con eso teníamos un proceso en el que conectamos con la Cruz Roja de cada país en la zona. El año próximo se añade la responsabilidad a los países de Caricom con prioridad en Cuba, República Dominicana, Guyana y Trinidad y Tobago», dijo De Baecque.
Ese trabajo le corresponde al equipo que estará al frente y a la persona que lo sustituirá en enero. Resaltó que es importante que Venezuela mantenga la confianza en actores humanitarios y que la Cruz Roja Venezolana debe volver a consolidarse en un marco jurídico que corresponda a los principios fundamentales del movimiento.
Finalmente, expresa que a pesar de que abandonará la nación, se lleva consigo una relación muy fuerte con esta y la variedad que hay en ella:
«Mucha esperanza para que este país que tiene todo, pueda ofrecer a su población una situación pacífica y serena donde las familias puedan crecer», culmina.