Brasileños que adoptan a venezolanos. La crisis venezolana que ha llevado a cientos de sus ciudadanos a emigrar a países vecinos en Suramérica, un flujo que sigue creciendo, mientras que los Gobiernos de esas naciones intentan ajustar sus controles migratorios en las últimas semanas, para tratar de aminorar el impacto de la llegada en masa de los venezolanos.

El sábado en la localidad de Pacaraima, en el estado de Roraima, un grupo de brasileños expulsó a los venezolanos que estaban en refugios improvisados en las calles de esta ciudad, después de que el día anterior personas de este país asaltaran a un comerciante local, lo que desató la ira de los brasileños.

Pero no todo son malas noticias para los ciudadanos de la nación petrolera que salen de su país a Brasil. La BBC Mundo publicó un reportaje sobre la “adopción” de venezolanos por parte de familias brasileñas que los ayudan a adaptarse a una nueva vida, idioma y oficios en el gigante suramericano.

Destacan las historias de algunos de los cientos de inmigrantes venezolanos, que según las estimaciones de la Organización Internacional de Migraciones, son al menos 2,3 millones de personas los que se han ido de Venezuela en los últimos años.

Uno de los casos es el de Héctor Antuare, un venezolano de 45 años, que vive en el municipio brasileño de Indaiatuba, en el estado de Sao Paulo. Aunque desconocía la existencia de esa ciudad, en 2017 salió de Anaco, en el estado Anzoátegui, para aventurarse a vivir en Brasil.

Indiatuba hoy es su casa y con ayuda de una familia brasileña fue a parar al interior del de Sao Paolo, donde espera poder cambiar el destino de la familia que dejó atrás.

La experiencia de Antuare con los brasileños fue mucho mejor que la de sus compatriotas atacados el sábado en Pacaraima: conoció a Joyce Simões, que acabó convirtiéndose en una especie de madrina.

Ella lo llevó a Indaiatuba, le paga el alquiler de la casa y hasta le consiguió un empleo. Ya no es mecánico de perforación de petróleo, como en Venezuela, sino que ahora lava platos en un restaurante. Algo que le parece estupendo, después de todo lo vivido en los últimos tiempos.

Simões ayuda a otros venezolanos. En la casa de cuatro habitaciones en la que vive, también hay otros tres ciudadanos de esta nación vecina. Todos son asistidos por un grupo de vecinas de Indaiatuba que se hacen llamar a sí mismas “Las amigas del bien” y se organizan a través de WhatsApp.

Queríamos ayudar, pero no sabíamos cómo. Tuvimos una oportunidad y hablamos: ‘¿Lo hacemos? Lo hacemos”, cuenta Simões, rodeada de centenares de ganchos de ropa en la tienda de segunda mano que administra en la ciudad, según le relató a BBC.

Luis Baena también salió de Anzoátegui, pero de El Tigre, rumbo a Brasil. Desde septiembre de 2017 dejó en casa a su mujer y sus cuatro hijos. “El salario que ganaba solo alcanzaba para comprar una bolsa de arroz. Comenzamos a pasar hambre”, explicó.

Baena vivió en las calles de Roraima durante un mes. “En Boa Vista, esperaba hasta las 11 de la noche para recoger los restos de comida que una panadería dejaba fuera. Así vivía, amigo”, cuenta sentado en la cocina de su casa en Indaiatuba.

Después, fue cargador de camiones y, bajo el amparo de la organización humanitaria Fraternidad Sin Fronteras, consiguió un pasaje a São Paulo, donde vivió unos días en un albergue.

Así conoció a Simões, que lo llevó al interior, pagó su alquiler y le consiguió un empleo nocturno en un estacionamiento. Hoy, Baena gana US$370 al mes y envía la mayor parte de esta suma a su familia en Venezuela. Pero hace casi un año que no ve a su mujer y sus cuatro hijos.

Más ayuda

El ingeniero agrónomo Pedro Onofre, de 46 años, es otro brasileño que decidió ayudar a inmigrantes venezolanos. En mayo, conoció a German, médico y ex capitán del ejército venezolano que contó haber sido perseguido por participar en la oposición al gobierno de Nicolás Maduro.

Vivió casi un año en albergues de Boa Vista hasta que dio con Onofre por indicación de un amigo.

Onofre le prestó a German una casa en Brasilia para que se quedara allí unos meses. Después, le consiguió un empleo como auxiliar de logística en su propia empresa.

“Los inmigrantes y refugiados llegan muy sacudidos por esos procesos que son casi de expulsión del propio país. Con el tiempo, van recuperando la autoestima”, dice.

El ingeniero ayudó al venezolano a llevar a Brasilia a siete miembros de su familia. Ahora, la suegra de German también trabaja en la empresa. Lo que demuestra que sí hay buena voluntad para apoyar a los inmigrantes venezolanos.

Foto: BBC Mundo

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