Un estudio cualitativo de la ONG humanitaria Mi Convive, titulado «Caraqueñas Enfocadas: Las chamas hablan sobre el trabajo y la vida», expone las duras realidades que enfrentan 15 jóvenes entre 15 a 19 años en comunidades vulnerables del municipio Libertador, Caracas.

La investigación destaca las barreras que limitan su desarrollo, al tiempo que resalta su resiliencia y su deseo de superación, abogando por programas sociales que impulsen su bienestar y participación activa.

Doble jornada: trabajo, estudio y responsabilidades domésticas

El estudio asegura que, a pesar del alto índice de desempleo juvenil que supera el 60% en el país, las jóvenes están fuertemente motivadas a ingresar al mercado laboral para cubrir sus necesidades personales y apoyar a sus familias.

Sin embargo, la investigación expone que enfrentan múltiples barreras, como la falta de experiencia laboral, la edad y el bajo nivel académico, ya que el título de bachiller es un requisito fundamental para acceder a un empleo.

«Los horarios laborales, que suelen chocar con los estudios, junto con salarios bajos y jornadas extensas, las llevan a explorar alternativas como el emprendimiento o la formación en oficios de estética, que ofrecen mejores ingresos en menos tiempo»,a firma la investigación.

La educación, afectada por la pandemia de 2020, es otra preocupación clave. Las jóvenes reportan una formación deficiente, con clases presenciales limitadas y guías insuficientes, lo que dificulta su preparación para la educación superior. Además, las responsabilidades domésticas, arraigadas en la cultura venezolana, añaden estrés y cansancio, llevando a algunas a abandonar los estudios para dedicarse al hogar.

Violencia y estigma social

La violencia es una constante en sus vidas, desde el acoso callejero y en redes sociales hasta la violencia física y psicológica en el ámbito doméstico. Estas experiencias generan inseguridad, miedo y dificultades para construir relaciones saludables.

A esto se suma el juicio social de familias, comunidades y otras mujeres, que critica su apariencia, decisiones y relaciones, afectando su confianza y autonomía.

A pesar de las adversidades, agrega el estudio, las jóvenes caraqueñas demuestran resiliencia y un claro deseo de superación. El estudio propone además recomendaciones para fortalecer sus habilidades y brindarles herramientas educativas, laborales y psicosociales.

Sus voces evidencian las fisuras de una sociedad en crisis, pero también señalan el camino hacia soluciones. La creación de políticas públicas y programas que rompan con los roles de género tradicionales y aborden sus necesidades es urgente para garantizarles un futuro digno.

El informe de Mi Convive pone en el centro las experiencias de estas caraqueñas, subrayando la necesidad de una intervención coordinada que potencie su desarrollo y les permita superar las barreras que hoy limitan su crecimiento.