Desde que el foco del asesinato de Liana Hergueta se posó sobre José Pérez Venta, ocho días después de que apareciera desmembrada, el nombre de Carlos Trejo ha quedado opacado. Fue a Trejo a quien la mujer denunció como estafador antes de ser asesinada. Hace dos semanas, cuando Hergueta todavía estaba con vida, el joven implicado en el caso subió a su cuenta de Instagram una foto con un elocuente mensaje: “Yo también sé dar golpes bajos”.

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Señalado por las autoridades como autor intelectual del sangriento crimen ocurrido el 6 de agosto, a sus allegados les cuesta creer lo que le imputan por un detalle familiar: su madre es psicóloga y profesora. “Es una señora muy correcta, profesional. No pudo haber criado a un hijo psicópata, capaz de matar a alguien”, dice una joven que lo conoció bien en Valera (Trujillo), de donde Trejo proviene. Luego parece cambiar de parecer: “Bueno, aunque ese mensaje de Instagram es muy raro”.

“Eso sí. La cara de loquito siempre la tuvo, pero no porque lo fuera, sino porque siempre andaba fumado, de marihuana. Se la pasaba en eso”, revela la conocida. “Incluso, como un mes antes de que todo esto pasara, él estuvo en Valera, después de mucho tiempo sin ir y dijo que acababa de regresar de Colombia porque estaba comprando algo allá”. La joven asegura que desde que Trejo “se metió a político”, y se tatuó el nombre de Venezuela en la muñeca, se fue de Valera a recorrer el país “con la oposición”. Cuando lo detuvieron estaba en Nirgua, en casa de su pareja.

Siempre quiso ser famoso, asegura la muchacha: “Por eso brincaba de partido en partido y quizás por eso dicen que era patriota cooperante, pues él se compenetró mucho con varios líderes de la oposición, pero la verdad es que solo quería figurar. El partido que estuviera más en boga, ahí se metía él. Abandonaba el anterior y así iba, quería ser famoso y mira cómo se hizo famoso. De todas las organizaciones políticas se fue con deudas. Y ahí hay otra certeza: eso que dicen que era estafador y medio ratero, pues sí. Pero lo otro me cuesta creerlo. En Valera pocos lo creen”.

Quienes conocen a Trejo nunca supieron de un trabajo de oficina o de quince y último al que se dedicara. La joven de Valera recuerda que tuvo un programa de radio en la emisora 91.1 fm, “pero no duró mucho”. “Su trabajo estaba en la política y así fue desde hace años”, cuenta otra mujer, que coincidió con él en Valencia (Carabobo) durante las protestas de 2014: “Un día me lo encontré en un campamento y hasta lo ayudé a escapar y le di dinero para un taxi, porque decía que unos chavistas lo estaban persiguiendo y que él estaba pelando. Luego no lo vi más nunca, hasta que su cara salió en los medios de comunicación”.

El foco que Hergueta puso sobre Trejo, antes de morir, lo movió el Gobierno a través de las ruedas de prensa ofrecidas en los últimos días. La primera la dio el ministro de Relaciones Interiores, Gustavo González López, el 15 de agosto. Aunque Trejo está detenido y no ha dejado de ser nombrado en todas las intervenciones oficiales, él y Samuel Angulo -el tercer implicado y presunto cómplice- pasaron a segundo plano.

Pérez Venta, el presunto autor material, ahora es la figura principal de un caso que ya estaba resuelto, según fuentes policiales. ¿Las razones? Su afinidad política, por las fotos que presentó el Gobierno, en las que el joven posa con dirigentes opositores de peso, el debate sobre si es o no patriota cooperante y el reciente testimonio en el que soltó toda la supuesta información que conocía sobre el entorno de la Mesa de la Unidad (MUD), en un video que el presidente Nicolás Maduro mostró en televisión nacional y en el que no nombra ni una sola vez a Hergueta, la víctima, ni a Trejo, quien la estafó.

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