Diócesis de Venezuela preparan actividades para celebrar al “médico de los pobres” Credit: Mairet Chourio | @mairetchourio

Carmen Arias es devota de José Gregorio Hernández hace más de cincuenta años. Siempre escuchaba los testimonios de la gente y allí empezó a admirarlo, pero no fue hasta que por un dolor debido a la amigdalitis y la insistencia de los médicos que le decían que debía operarse, que ella buscó aferrarse más al “médico de los pobres”.

“Yo no me quería operar, en aquel entonces se decía que si te quitaban las amígdalas te podía dar tuberculosis”.

Devota de José Gregorio Hernández

Le rezó tanto que un buen día el dolor ya había desaparecido. “Me levanté y vi en la almohada dos gotitas de sangre y ya no tenía molestias, y por eso digo que él me operó”.

Quería agradecerle su milagro, en su pueblo, en Isnotú, pero no pudo; terminó yendo a la iglesia La Candelaria y allí le prendió su veladora y le rezó.

Desde ese entonces, Carmen siempre antes de dormir pone una estampita debajo de su almohada y en las mañanas al levantarse lo pone en el espejo. “Él es mi protector, yo creo mucho en él”.

Otro testimonio de fe

Mireya Losada le agradece mucho

Para Mireya Losada, una ferviente católica, José Gregorio Hernández era una persona bondadosa y de bonitos sentimientos, digno de admiración.

“Por eso siempre le oro y lo bendigo”.

De admirarlo pasó a hacer devota, cuando por allá en los años ochenta, tenía una fiebre muy alta que no se le bajaba con nada y se le presentó en su cuarto. “Lo vi arregladito, con su saco negro; así se apareció y me sanó”.

Mireya dice que José Gregorio, va a donde están los enfermos.  “Yo prendo siempre una velita aquí en mi bodega y se forman estás imágenes”, como refiriéndose que está ante una presencia divina.

Se dice, que no hay ni una casa, ni un hogar venezolano, que no tenga una estampita, cuadro o imagen del ahora beato José Gregorio Hernández.

A esta casa, la primera imagen llegó como regalo, la segunda como un recuerdo de un viaje a Trujillo pero, aun así no siendo un hogar católico y teniendo más simpatía por San Benito, por ser el santo de nuestro pueblo de origen, se le dio su lugar y respeto.

En esta casa, que es la mía, también se le admira.