Apenas escuchó la información oficial sobre los primeros casos de COVID-19 en Venezuela, la periodista Vanessa Moreno sintió el apremio. Le preocupaba especialmente proteger de un posible contagio a su madre, una mujer de 71 años de edad. Ella se mueve en transporte público. De acuerdo con las normas del gobierno de Nicolás Maduro, el uso de mascarillas en ese servicio es obligatorio.
Ese viernes 13 de marzo, entre los estados de WhatsApp de sus contactos, vio que un conocido ofertaba tapabocas.
“¿Los vendes?”, le preguntó por chat. El hombre respondió que sí. Le dijo que se trataba de un cuñado que tenía una ferretería y ante las circunstancias, los estaban ofreciendo a los clientes. “Siete dólares cada mascarilla”, remató.
El monto equivalía a 553.000 bolívares; mientras en una sucursal de una cadena de farmacias en Chacao, la caja de mascarillas de 50 unidades era vendida por Bs 2.500.000 ( aproximadamente 33 dólares), es decir, Bs. 50.000, menos de un dólar, cada una.
“Caro. Mejor la hago de tela”, alcanzó a responder la periodista. Por fortuna una hora más tarde, ese mismo día, una amiga odontóloga le obsequió dos: una para ella y otra para su mamá.
Sanciones en los grupos
Por un grupo de WhatsApp donde vecinos de Baruta y El Hatillo comercializan productos de Baruta, la venta de insumos asociados a la prevención del coronavirus comenzó antes de que en el país se informarán de casos detectados. El 9 de marzo, uno de los integrantes ofreció un galón de antibacterial (3,785 litros) por 20 dólares.
El jueves 12, cuando el gobernante Nicolás Maduro dijo que “en cualquier momento” podría entrar al país el virus SARS-CoV-2, en el grupo surgieron más vendedores y para el viernes 13, cuando se anunció que había dos personas enfermas, eran al menos cinco las personas que ofrecían los productos.
Ese mismo día, Maduro aseguró que había acaparadores de estos insumos y condenaba la especulación por parte de algunos ciudadanos: “¡Es un crimen que pretendan hacer eso!”, dijo.
El sábado, 14 de marzo, la administradora del chat alertó a sus integrantes que no se podía usar ese medio para vender mascarillas, guantes, antibacterial ni alcohol isopropílico, ya que había recibido alertas de que cuerpos de seguridad del Estado como el Faes (Fuerzas de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana) o el Cicpc (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas) podían tener una actuación si conocían de ese tipo de negocios.
Insistió en que sacaría del grupo a quien no cumpliera la instrucción y el infractor no podría ser reingresado. Así lo puso en práctica el mismo día cuando un miembro ofertó un litro de antibacterial por $8.

En otro grupo similar, un galón de antibacterial se ofertaba por $30, el alcohol en Bs 150.000 ( unos 2 dólares) la botella de 100 mililitros y la caja de guantes talla M y L por $15.
Muestras de solidaridad
Sin embargo, no todo es ley de oferta y demanda, frente a la llegada del coronavirus, algunos ciudadanos han mostrado solidaridad para prevenir el contagio. Una mujer en un edificio de la urbanización Juan Pablo II, al oeste de Caracas, comenzó a elaborar tapabocas de tela y regalarlos a sus vecinos.
Mientras, una empresa especializada en publicidad usó su Instagram para promocionar un taller gratuito para cualquier fundación, ONG o ciudadanos que deseen fabricar mascarillas faciales.
Foto: Publicada en El Informador