A Antonella no le gustan los celulares. A sus 59 años no tiene uno propio, dice que son un peligro porque insiste que es lo primero que buscan los malandros cuando asaltan a las personas. Este primero de enero uno de esos aparatos la salvó de pasar un amargo comienzo de año. Una bala perdida se alojó en la pantalla del HTC que instantes antes le había prestado su nuera, lo que frenó el impacto que podía haber culminado en su estómago. El susto, dice la señora, aún permanece.
El show de fuegos artificiales que la Alcaldía de Bolívar en Barcelona -estado Anzoátegui – había preparado para este fin de año llamó la atención de la familia Hernández que, luego del respectivo abrazo, salió a la calle a ver las luces. Su casita, ubicada en pleno casco central de la ciudad se encuentra a dos cuadras de la sede del poder municipal, por lo que con llegar hasta la acera ya tenían lugar privilegiado para apreciar el espectáculo.
Los 7 integrantes de la familia, enfilados uno al lado del otro frente a su puerta disfrutaron de cerca de 20 minutos de show hasta que se vio la última luz. “Estaba la calle bellísima, solita”, recuerda Antonella y dice que precisamente por eso recomendó a su nuera llevar a su hermana a su casa, ubicada a unas 20 cuadras del lugar, antes de que fuera más tarde.
Entonces la muchacha le entregó su teléfono celular “no fuera a ser que se lo quitara un malandro en el trayecto”. La señora Antonella lo tomó y lo guardó entre el borde de su falda y su abdomen, escondido debajo de su camisa. Allí lo sostenía con su mano izquierda, cuando sintió un fuerte impacto que la arrojó al piso. “Una bala, una bala”, gritaba a pesar de que sus familiares la calmaban diciéndole que el celular había explotado.
“El dolor fue muy grande, yo estaba segura de que me habían disparado”, apunta la señora que por la impresión de la sangre y la dolencia se hizo presa de los nervios. Uno de sus parientes salió a la casa y encontró el casquillo, ese que además de la pantalla, también había alcanzado una parte del pulgar izquierdo de la señora.
Esa noche la familia Hernández culminó en la clínica donde le atendieron solo por la herida en el dedo. La señora Antonella no se explica la suerte que tuvo y sigue muy agradecida: “La calle estaba muy sola, todavía no sabemos de dónde vino el disparo pero insisto en que Dios me protegió a través de ese celular porque todo pasó en ese momentico”. En su familia dicen que este puede ser el primer milagro venezolano de 2016.