La plaza Bolívar de Chacao estaba llena de personas no tan jóvenes, unas sentadas en las graderías y otras en el centro de la plaza en sillas blancas de plástico frente a una pequeña tarima, en donde tres párrocos dirigían la tradicional misa de Domingo de Ramos.

El acto se desenvolvía un día después de que la ciudad de Caracas, y en particular ese municipio de tradición opositora, fuese el escenario de fuertes protestas, en donde la Policía Bolivariana y la Guardia Nacional, reprimieron a los manifestantes en la Avenida Libertador.

El sábado recibieron gases hasta los Palmeros de Chacao, tradicional cofradía que desde finales del siglo 18 buscan en el Ávila las palmas, como una promesa formulada por el párroco en ese entonces, para contrarrestar la epidemia de fiebre amarilla que asolaba la población.

Hoy los chacaoenses, caminan entre los vidrios rotos que dejaron las paradas destruidas en Altamira y otros recuerdos de la violencia del día anterior. Los vidrios fragmentados en la avenida Francisco de Miranda, son el símbolo de los actos vandálicos que la mayoría de los entrevistados rechazan.

El Padre Juan Carlos Benítez, sacerdote que dirige la parroquia San José de Chacao, leyó el evangelio de San Marcos, en donde se relata la crucifixión de Jesucristo, mientras las personas escuchaban con expectación las palabras: “¡Eh! Tú que destruyes el templo y en tres días lo reconstruyes —decían— ¡baja de la cruz y sálvate a ti mismo!”.

Luego en medio de los cantos, algunos asistentes comentaban en voz baja sobre los sucesos del día anterior, las personas comparaban los hechos relatados sobre el carpintero de Nazaret, con la actitud que la ciudadanía debería asumir, para que existiera un cambio positivo en el país.

Mario Cuollo, un hombre cuyas canas y su rostro surcado de arrugas revelan bastante experiencia en la vida, comentó a Efecto Cocuyo: “El sacrificio de Jesús es un referente para nosotros, quienes debemos asumir la responsabilidad de generar el cambio, para definitivamente salir de esta crisis.” Para el habitante de Colinas de Bello Monte, asistente a la misa en la Plaza Bolívar de una Chacao que conserva un pedazo de sus orígenes en medio de los edificios modernos,  el gesto religioso, permite reflexionar a las personas, sobre su papel activo para el futuro.

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Joan Ascanio

Frente al templo de la parroquia, cerca de la estatua del Libertador, dos hombres con los brazos cruzados miraban fijos al orador religioso, mientras en el lugar llovían las hojas de los árboles renovándose, un detalle que se entrelazaba con las palabras de un joven de ojos azules llamado Joan Ascanio: “Yo creo que debemos luchar por el cambio de todos y para todos, de esa manera podamos tener un país lleno de paz en medio de está situación tan difícil.”

En los alrededores de la plaza, algunas personas sentadas llevaban bolsas con alimentos, aceite y otros productos de primera necesidad que habían comprado en el cercano Mercado Municipal. Las manifestaciones y el vandalismo del día anterior, no iban a evitar que sus casas tuvieran lo mínimo, aunque ese mínimo sea un lujo para muchos en el país.

Entre ellos había una mujer vestida con prendas deportivas, con una figura que revelaba hábitos de ejercicio diario. La residente en Chacao todos los días sale a correr y hoy, se detuvo para comulgar con las otras personas que comparten su fe. Dorist Aguilar, estaba de pie mientras escuchaba los himnos religiosos y tenía en sus pies, una bolsa con algunos productos básicos. “Lo que espero son soluciones para terminar con esto. Sin embargo, la única salida que veo posible es la electoral, de otra manera, con violencia, no quedará nada para construir. Por eso el vandalismo es la peor opción”.

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Dorist Aguilar

El Padre Benítez despidió a las personas, que dejaron sus lugares brindando abrazos a desconocidos. Más de un feligrés llevaba puesta una gorra tricolor elocuente. Entre la multitud que se retiraba, Génesis Montero estaba sentada en un banco, y miraba hacia la puerta de la Iglesia, en donde a las 12 del mediodía, así como a las 6 de la tarde, se llevarían a cabo otras dos misas para recordar la llegada de Cristo a Jerusalén: “Yo no sé qué pasará en los próximos días, puede que nada, puede que acabe todo, solo se que quiero estar en un país pacificado”, agregó.

El Padre Juan Carlos Benítez, mientras caminaba hacia el templo en donde oficiaría una nueva misa, comentó a Efecto Cocuyo sus impresiones sobre la recién concluida: “Los comentarios y los rostros de las personas muestran que fue muy sentida, había mucho fervor, además la participación fue muy significativa. El movimiento que hicimos con las ramas, es algo que impactó a las personas de gran manera.”

El sacerdote había pedido durante el servicio, que las personas hicieran con las palmas el movimiento de bienvenida con el que recibieron a Jesucristo los habitantes de Jerusalén, un momento significativo para el relato cristiano, que expresa la paz como un fundamento indispensable: “Nosotros queremos la paz para Venezuela, aunque sabemos que la paz es la consecuencia de muchos pasos”, agregó el Padre.

Antes de ser llevado a juicio, Jesucristo le dijo a un sacerdote, que era necesario que el hijo del hombre fuera levantado frente a todos para poder dar salvación y que al tercer día, se levantaría de entre los muertos, para brindar bajo su nombre la libertad anhelada por los seres humanos. Tal vez, un poco del  sacrificio de uno de los personajes que trascendió los tiempos, sea como decían algunos de los asistente a la misa, el primer paso para la resurrección de un país, que parece haber sido crucificado.

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