Este 19 de abril terminó con lluvias en Distrito Capital y Miranda por segundo día consecutivo. ¿La consecuencia? el colapso de algunas vías caraqueñas y la inundación de estaciones del Metro de Caracas e inmuebles.
A través de las redes sociales se conoció que la estación del Metro de Bellas Artes se inundó por completo y por ello no estaba prestando servicio comercial y que la quebrada Anauco, que pasa por San Bernardino, se desbordó, también se difundieron fotos de la avenida México colapsada por el agua.
Los reportes en medios sociales indican que la avenida Urdaneta y Bolívar también fueron afectadas por la lluvia, al igual que la autopista Valle Coche.
Por la lluvia el servicio de electricidad se vio afectado para las zonas de La Candelaria, El Cementerio, Bellas Artes, Cota 905 y Lomas del Este. El servicio de Metrocable de San Agustín fue suspendido temporalmente y el reporte oficial del Gobierno del Distrito Capital da cuenta que se atendieron 68 eventos menores como consecuencia del torrencial aguacero.


Situación en San Bernardino por desborde de la quebrada Anauco


Sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas en Parque Carabobo


Avenida Victoria



Inundación en estación de Metro Bellas Artes

Autopista Francisco Fajardo, Las Mercedes

Avenida Nueva Granada
Vean cómo está la Valle Coche. pic.twitter.com/34PJdDAGXa
— RCTV (@rctv) April 19, 2016
Un día antes
Un balance de Protección Civil de la región mirandina reportó que el 18 de abril se registraron dos viviendas anegadas en Charallave del municipio Cristóbal Rojas; un edificio con la planta baja llena de agua en La Carlota, municipio Sucre y una calle de El Encantado de El Hatillo inundada.
Fotografías: Red social Twitter
Lluvia, la lluvia del 19 de Abril
Luis Alfredo Rapozo
Resulta que este 19 de Abril de 2016, el Presidente Maduro recibió en la plaza Bolívar a una marcha que venía caminando desde la Av. Libertador, que supuestamente apoyaban las medidas contra la AN porque las últimas leyes eran inconstitucionales. . Entonces, Maduro tomó la palabra sentado en plena plaza y acompañado por varios funcionarios, diputados, seguidores, jalabolas de todo tipo; cuando de repente el cielo se puso más oscuro y como si fuera un grifo dañado comenzó a caer un palo de agua que cada segundo se hacía más intenso, mojando al pobre hombre como si le hubiesen echado una broma de mal gusto.
Maduro pudo haber suspendido su oratoria, cerrar la cadena nacional y salir corriendo antes que cayera el aguacero, pero sin dudas, tal como lo reseñaron los medios al día siguiente, prefirió emular al difunto Chávez, cuando le sucedió algo parecido en Octubre 2012, en plena Av. Bolívar de Caracas durante su cierre de campaña, episodio que fue utilizado mediáticamente e hicieron propagandas con canciones alusivas a la constancia de un revolucionario que tenía un pie en la tumba.
Entonces, cuando empezaron a caer las primeras furiosas gotas de agua, La Primera Combatiente, que nunca ha echado un tiro, ni sudado la camisa caminando en una montaña, salió corriendo como conejo que se consigue un zorro de frente. Lo hizo como es natural, sin el menor disimulo, como si estuviese compitiendo en las olimpiadas escolares de Cojedes. Maduro le gritó: “ –Para dónde se van?” E inmediatamente pidió ordenando, vamos a quedarnos, que esta es una lluvia bendecida y comenzó a disfrutar el aguacero como si tuviese tiempo sin lavarse los sobacos, ni calmar su sed. Como si estuviese en medio de un campo en alguna zona rural.
Yo vi a los asistentes que estaban mojándose en sus sillas, quienes dudaban acompañarlo y se miraban entre si como tratando de entender la lógica del momento. Algunos invitados salieron corriendo, otros entusiastas jalabolas se mojaron sus costosos trajes y zapatos, seguramente sacando cuentas de cómo recuperarían la inversión con algún negocito.
Lo cierto, es que Maduro trataba de hilar un discurso frente a los micrófonos, mientras el aguacero continuaba arreciando y uno en la casa pensaba que Maduro estaba chiflado.
Total que el aguacero se hizo insoportable y Maduro terminó con el alma mojada refugiado en la Casa Amarilla y sus invitados terminaron escupiendo palabrotas en alguna esquina bajo un torrencial aguacero que afectó la vestimenta de muchos y que cogieron una gripe de los mil demonios por alcahuetes.
Lo cierto, es que desde mi casa observaba las noticias y pude llegar a la conclusión que el aguacero estaba haciendo estragos en la ciudad, empezando por la autopista Valle Coche, la estación del Metro de Bellas Artes, algunas avenidas importantes de Caracas, la autopista del Este, quebradas desbordadas y la terrible calamidad de los barrios de la quebrada Arauco y los barrios de Petare; donde los ríos corrían por las calles llevándose carros, camiones, paredes y regando la basura como si fuera maná caída del cielo. Sencillamente dramático. Entonces, me dije: -¡Pero, esto se pone feo, muy feo.!
Yo me puse a pensar que la historia vuelve a repetirse, aunque ciertamente no como en el pasado reciente cuando observábamos grandes derrumbes, gente tapiada, muertos por todas partes, damnificados como arroz y todo ese desmadre, como sucedió en época del huracán bret, cuando Aristóbulo era Alcalde de Caracas y andaba como loco con tanto problema ocasionado en parte por la furia de la naturaleza , los malos mantenimientos, la imprudencia y malas costumbres de la gente en el deshecho de la basura y los escombros.
No habían bajado las aguas de las quebradas ni se habían secado las nalgas de la gente que vive a orilla de quebradas, cuando el Alcalde de Caracas, Iris Varela, Maduro, Aristóbulo estaban atacando al Alcalde Ocaríz y al gobernador de Miranda políticamente, por el desmadre en sus regiones; cuando la bendita vaguada atacó a Guarico, Carabobo, Miranda, Anzoátegui, Distrito Capital y Vargas, fundamentalmente, con serias consecuencias. No fue un ataque vulgar, yo diría que fue más allá de vergonzoso, pues el canal ocho gozaba la calamidad como si con eso le hacían daño a la imagen del gobernador de Miranda, no viendo con claridad que las contingencias no tienen colores políticos y que en cualquier momento puede suceder una desgracia como sucedió en Ecuador, en Uruguay o en Chile, en medio de la más dramática impotencia.