Distintas partes de Caracas despertaron con ese ambiente de desolación al estilo de las películas del lejano oeste americano. Este jueves, 20 de julio, las redes sociales pusieron en evidencia desde tempranas horas de la mañana los resultados del llamado a Paro Cívico hecho por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como parte de la agenda de “hora cero” contra el gobierno de Nicolás Maduro.

En Bellas Artes, Parque Central, La Candelaria y parte de San Bernardino, la mañana de este jueves se parecía más a un domingo: poca afluencia de vehículos en las vías, uno que otro comercio abierto y contadas personas caminando por la calle. Las colas de los bancos, llenas de abuelitos con ganas de retirar su pensión, eran tal vez lo único que lograba ubicar a los transeúntes en qué día de la semana era.

Sin embargo, la nada desoladora presencia policial en plazas y esquinas daba una mejor idea de la significación del día: la poca actividad en las calles fue sinónimo de protesta y rebelión de parte de los ciudadanos contra el Gobierno. Entre más silencio hubo, más ruido hubo para las autoridades del Estado.

Sin embargo, más allá de La Hoyada, por Capitolio, avenida Baralt, Quinta Crespo y San Martín, la realidad fue muy distinta. Literalmente, fue como pasar de una dimensión a otra: de la tensa calma al apuro citadino.

En la avenida Universidad los comercios estaban abiertos aunque con pocas personas. El paso a la Asamblea Nacional no estuvo minado de colectivos o de los cuerpos de seguridad del Estado. Desde el Metro fluyó más gente, aunque no tanta como para abrumar a los transeúntes.

Por la avenida Baralt se pudieron ver comercios abiertos, gente en la calle, un día ligero pero común. La poca afluencia de vehículos fue el elemento distintivo del día. Lo fue en todo el recorrido realizado por Efecto Cocuyo.

En la plaza Francisco de Miranda, un señor muy amable distribuía panfletos con las instrucciones para votar en la Constituyente. Según indicó, en una plaza cercana a la estación de Metro Teatros se realizaría un acto con los candidatos.

En el mercado de Quinta Crespo se levantó otro extremo de la realidad capitalina: muchos vendedores en la calle y muchas personas haciendo sus compras. “A la orden”, se escuchó en distintos puntos de la acera. Por el sector San Juan, la convulsión contra el Gobierno no pareció llegar, allí no hubo paro cívico.

Ya en la avenida San Martín, la plaza Capuchinos destacó por los uniformes de un grupo Guardias Nacionales. Hacia el puente, por el mercado, contrastaba lo que se veía con lo que se escuchaba: por lo menos el 70% de los comercios mantuvieron abajo sus santa marías. Quienes a pesar de la convocatoria continuaron en sus labores cotidianas, no ocultaron su descontento.

“El trabajo es la maquinaria que mueve el país. Mientras que aquí el patrón incita a no trabajar”, comentó un señor que quiso identificarse como pensionado. No tuvo dificultades para llegar al restaurante donde almorzó. Según su criterio, había bastante gente en el Metro y sintió que “los extranjeros” estaban intentando “denigrar al país”.

Una comerciante del mercado comentó, por su parte, que este jueves despertó temprano, a las 5:00 de la mañana, para llegar a su puesto desde El Junquito. Dijo no estar de acuerdo con el llamado a paro cívico. “La gente se hace daño unas con otras. Todos nos tenemos que querer”, afirmó.

Otro vendedor hizo una historia no muy diferente. “¿Qué es eso?”, preguntó para aludir al paro cívico. “Yo trabajo independiente. Yo no estoy relacionado con nada polìtico de eso”, aseguró.

De pronto, todos los comerciantes y transeúntes voltearon a ver algo. “Hay problemas por allá”, comentó un peatón a un motorizado al ver la “ballena” utilizada para lanzar agua a presión en las manifestaciones, pasar.

De regreso, hacia el Silencio y plaza Caracas, pocos comercios estaban abiertos. Entre estantes llenos de bolsos, maquillaje, zapatos y ropa muy colorida, un vendedor explicó que sí está de acuerdo con la convocatoria. No obstante, menciona que como él era un empleado más, debía permanecer en su puesto de trabajo a pesar de estar a favor de la medida.

A pocas cuadras se escuchó un alboroto. Gritos y aplausos se oyeron en las calles cercanas a la Asamblea Nacional. Se estaba llevando a cabo un acto en la plaza Bolívar. Tenía su público; poco pero público al fin. Lo mismo sucedía hacia puente Llaguno. Un enorme Chávez inflable saludaba desde el Ministerio de Finanzas a los trabajadores que iban de un lado a otro en un acto oficial.

De regreso al punto inicial del recorrido, un contingente de la GNB permanecía en los alrededores del Tribunal Supremo de Justicia y también más adelante, por plaza La Estrella.

El centro comercial Galerías Ávila estaba cerrado, siendo la 1:00 de la tarde. La Candelaria continuaba desierta, aunque un poco más agitada. Los vecinos estaban alertas ya que un contingente de la GNB intentaba meterse a un edificio. Otra vez al estilo del oeste americano pero en la escena en la que el protagonista se enfrenta cara a cara contra el malo, los residentes se enfrentaron contra el asedio policial; aunque escoger entre el bueno y el malo quede a criterio de la gente.

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  1. contra el fraude de la pros—ti—tu—yen–te,,,, el pueblo en las calles,,,,,,,,NICOLAS VA A ELIMINAR LA CONSTITUCIÓN BOLIVARIANA CON LA PROS TI TU YEN TE,,, ese es el plan montado,,,,si el 28 de julio no retira la convocatoria,,, algo pasa el 29 en la madrugada,,,,,,,
    viene días de sorpresa,,,,,,,,,,,,,a correr srs del gobierno,,,,,,el pueblo se va a las calles con todo,,,,, ya no aguanta mas,,,,,,,350,,,

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