Dos camionetas del Sebin, cargada de funcionarios vestidos de negro y con pasamontañas transitaban lentamente a lo largo de la avenida Libertador hacia Plaza Venezuela. Cerca de las diez de la noche patrullaban, pero sin alarma. Disminuían la velocidad al acercarse a la zona donde las muchachas toman las esquinas y ofrecen un rato de pasión. No se detenían del todo, pero sí lo suficiente como para apreciar lo que las chicas mostraban. Después seguían adelante hacia Plaza Venezuela. El punto anunciado por los seguidores del gobierno de Nicolás Maduro, como sitio para la celebración de una vigilia. El día siguiente prometía ser movido.
Toda la circunferencia de Plaza Venezuela estaba tomada por vehículos de la policía. Algunos de Caracas y otros de la Nacional Bolivariana. En las entradas había algunos vendedores de cotufas y un carrito de helado con un anuncio que lo bautizaba como: La bendición de Dios.
Varios grupos pequeños conversaban alrededor de la tarima, adornada con unas telas desplegables de colores. El animador del evento los felicitó por “esa obra de arte”. Los que bailaban al son del grupo de reggae, poco les importó la mención a la escenografía. Algunos brincaban al llamado de los revolucionarios, otros levantaban el puño izquierdo y otros tomaban Gatorade con anís. El pacheco pegaba.
El público de la plaza era variopinto. Desde hippies con ropa colorida y holgada hasta escoltas con chaquetas de cuero y corte al rape. Estos eventualmente movían los pies pero sin abandonar su seriedad.
Durante un rato los asistentes esperaron a Diosdado Cabello. Se suponía que una vez concluido su programa, iba a ir a la Plaza para encender la cruz del Ávila en señal de paz. Después del grupo de reggae, pinchó un rato el dj Güiro. Luego subió a la tarima Rodbexa y finalmente el animador anunció que el grupo que seguía era impactante, impresionante. Que iba a poner a bailar a todo el mundo salsa.
Y así fue. Pasada la medianoche se montó en las tablas la Dimensión Latina. Y aquello fue puro bailar.
Entre los asistentes al acto estaban Freddy Bernal, quien consideró un buen augurio que la oposición no entrara al municipio Libertador y que pusiera como hora de finalización de la #TomadeCaracas las 2pm.
La avenida Libertador estaba completamente desolada. Igualmente la avenida Bolívar y la Universidad. Ya en la esquina de Boleros el paso hacia Miraflores estaba bloqueado por unas pantallas de acero. En la avenida Baralt no había ni un solo carro. En la Cotamil, los policías y Guardias que desfilaron durante el día, brillaron por su ausencia.
Al final, prendieron la cruz del Ávila ya cerca de la una de la mañana. Un poco antes del amanecer del día, que tanto el Gobierno como la oposición proclaman de paz; pero que ambos invocan con lenguaje de guerra.
Foto: Víctor Hugo Febres/@victor_hugoF