Se cumplen seis meses del primer reporte de personas con COVID-19 en Venezuela. Caracas, la capital criolla, ha experimentado varios estadios durante estos seis meses. En las primeras semanas de la cuarentena radical (pero voluntaria) impuesta por Nicolás Maduro, se pudo ver cómo las calles capitalinas se quedaban vacías.


Se redujo el ruido en algunas de las principales avenidas de la ciudad y las personas se resguardaron en casa. Cerraron los centros comerciales. Los restaurantes dejaron de recibir gente y pasaron a trabajar bajo la modalidad de servicio para llevar.


Pero con la ausencia de personas en la calle también empezaron a notarse otras ausencias. La del combustible, por ejemplo. Las estaciones de servicio comenzaron a cerrar poco a poco en los días siguientes al anuncio de la llegada del nuevo coronavirus a Venezuela. Entonces, las pocas bombas que surtían combustible lo hicieron de forma irregular y para personas con salvoconducto de algún sector prioritario.


Las personas podían pasar días esperando para abastecerse de combustible sin garantía si podrían hacerlo o no. A esta escasez se le sumó el servicio irregular del agua, que se volvió más irregular desde finales del mes de marzo.


Debido a la escasez de la gasolina, y para evitar utilizar transporte público, muchas personas reactivaron sus bicicletas y la ciudad comenzó a ver el auge de este vehículo de dos ruedas.


Mientras tanto, otro gran número de personas seguía esperando por autobuses en las paradas de la ciudad y un menor grupo de personas podía hacer uso del sistema Metro de Caracas.


La “nueva normalidad”
En la ciudad también se empezó a ver la llamada “nueva normalidad”. Esto no es más que acostumbrarse a vivir con la pandemia que afecta al mundo entero y, así como en otras ciudades del mundo, Caracas volvió a tomar vida en las calles.


Parte de esta “nueva normalidad” es ver a cuadrillas de desinfección en las calles capitalinas a cualquier hora del día. Personas que van forradas con trajes blancos y armadas con unas mangueras que dispensan cloro para limpiar los espacios comunes y así evitar la propagación del nuevo coronavirus.


También se empezaron a ver miembros del personal sanitario en las calles, haciendo jornadas de pruebas de COVID-19 en distintas zonas de Caracas.

Dentro de esta “nueva normalidad” también llegó el combustible. La administración de Nicolás Maduro anunció un nuevo esquema de distribución de gasolina a partir del 1 de junio, día en el que también se estableció una flexibilización de la cuarentena que ya sumaba casi tres meses.


Durante los días de flexbilización su pueden observar más personas en las calles. El comercio vuelve a tomar protagonismo en zonas como Sabana Grande y ciudad retoma el ruido, el tráfico lento y largas colas en las agencias bancarias de la ciudad.


Sin embargo, la alegría de la “normalización” del servicio de gasolina duró hasta finales del mes de agosto, pues nuevamente se empezaron a observar largas colas en las estaciones de servicios con combustible subsidiado y, posteriormente, en las estaciones con combustible a precio internacional.

Mientras la ciudad sigue inmersa en una de las cuarentenas más largas del mundo, las calles se ven cada vez más llenas. Sin importar si hay días de flexibilización o no. El Distrito Capital lidera la cantidad acumulada de personas con COVID-19 sumando 15.201 pacientes con el reporte dado en la noche del 12 de septiembre.

Foto principal: Mairet Chourio