Nancy Cardozo tiene un recuerdo lejano de la enfermedad. A los 50 años fue diagnosticada con cáncer de mama y sobrevivió. De eso ya pasaron 16 primaveras y ahora está enfocada en ayudar a otros pacientes y motivarlos a superar la adversidad. Su tarea la lleva a cabo en Senos Ayuda, organización para la que trabaja como gerente general.
Esa labor es inmensa ya que en Venezuela se detectan once casos como el de Nancy al día, según cifras de la ONG. 80% de los diagnósticos que se hacen de la enfermedad se realizan etapa avanzada, según refleja el más reciente estudio de oncólogos zualianos. Además, se conoce que también los hombres sufren de la enfermedad: de cada 100 casos detectados dos pacientes son masculinos. Hoy, 19 de octubre, en conmemoración al día contra el cáncer de mama Efecto Cocuyo lleva la historia de esta guerrera y recuerda a Freddy, otro sobreviviente.
“Cuando recibí el diagnóstico lo primero que pensé era que me iba a morir. No me quería ni hacer ningún tratamiento porque para qué, pero luego de que me explicaron que tenía buen pronóstico, que me podía salvar, accedí a empezar el proceso”, cuenta la mujer con fluidez, como habituada a relatar su historia.
Para la época laboraba en Radio Caracas Televisón, vivía con una de esas amigas que son como hermanas en la capital y el resto de su familia estaba en Maracay, ciudad en la que nació. Su trabajo lo era todo en su vida. “Yo decía que siempre tenía una hora de entrada, pero la salida era cuando se pudiera”, recuerda.
En un examen previo a una póliza de seguro, el médico le detectó una dureza en el seno derecho que tras los numerosos examenes reflejó un carcinoma. “Que te lo digan de repente te genera un trauma, pero los médicos se enfocaron y me convencieron de que todo saldría bien y finalmente así fue”, añade victoriosa.
A Nancy le hicieron una cirugía conservadora de la mama, luego radioterapia y por último quimioterapia. A su madre, que debía cuidar a un hermano que nació enfermo, le escondió hasta el último detalle porque no quería preocuparla. Sus otros hermanos la apoyaban desde lejos y se turnaban para visitarla constantemente.
“Era difícil, yo no quería preocupar a mi mamá y no sabía cómo explicarle que no podia ir a verla. Con la caída del cabello la mortificación fue peor”, comenta. Mientras tanto, su otra familia que era la que día a día trabajaba con ella en el canal, fungió como soporte.
“Incluso mis jefes estaban más pendientes que yo de mis citas médicas. Recuerdo una vez que me llamó uno y me dijo: son las 3:30 y no te has ido a la consulta”, cuenta y se ríe. En ningún momento Nancy pensó en retirarse de las oficinas, sabía que de agarrar el reposo le esperaba una gran depresión y tomó la decisión de quedarse en la empresa. Haría sus mismas labores en la medida de sus posibilidades.
“No era una cuestión de trabajo, era que además sentía el apoyo de esa gente y aunque siempre fui una mujer trabajadora, esta enfermedad me hizo replantearme mis prioridades”, explica. Ahora ayudar a los demás la llena mucho, pero para lograrlo está conciente de que debe estar bien ella primero.
Cardozo insiste en que esta enfermedad no puede vencerse sin la ayuda de las personas que le demuestran cariño. Recuerda las sonrisas que le sacaban sus compañeros de trabajo y amigos cuando la esperaban fuera de la clínica tras una sesión, o cuando le aconsejaban irse a casa durante una jornada de trabajo.
“Para mí esta fue una experiencia que me hizo crecer. Si hace tiempo me hubieran puesto a elegir si entrentar el cáncer diría que no, pero quizás era necesario pasar por esto para entener las cosas”, comenta a modo de conclusión la luchadora.
Foto: eltiempo.com.ve