Marabinos describen apagones de más de cuatro horas como una tortura

El trabajo de Carlos Terán como diseñador gráfico se vio comprometido. Un reciente apagón quemó el televisor que usaba como monitor a pesar de que el artefacto tenía un protector de voltaje.

En Maracaibo, donde vive, los cortes eléctricos se intensifican y quedarse a oscuras durante cuatro o cinco horas está garantizado en su rutina diaria.

Sin embargo, las interrupciones no responden a un cronograma de racionamiento anunciado, ocurren a cualquier hora del día exponiendo a los habitantes del Zulia a temperaturas que superan los 30 grados.

Si ocurre una contingencia entonces el servicio queda suspendido por prolongados periodos de tiempo pues la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) apenas responde los llamados de emergencia.

“Hace poco estuvimos 27 horas sin luz por un problema con un poste. Varias personas que tenían contacto con Corpoelec llamaron para pedir ayuda, pero les decían que estaban ocupados”, recuerda.

El joven afirma que “no ve luz al final del túnel” y califica la crisis eléctrica de “inhumana”.

“Esto es un problema grave para mí porque yo trabajo con mi computadora. Esto es demasiado inhumano, la ola de calor no es normal y los apagones son frustrantes”, expresa.

Sin agua

Arely Bracho comenta que “lo normal” es que se vaya la luz cuatro horas diarias en La Victoria, donde reside, al oeste de Maracaibo. En esta zona de la capital del estado quitan el servicio a las 11:00 de la mañana, a las 3:00 de la tarde o en la madrugada. Es impredecible.

“Como vivimos en incertidumbre, porque no hay ninguna autoridad que te diga por qué se va la luz o cuándo van a quitar el servicio, entonces uno compra menos alimentos perecederos”, comenta.

Si el servicio eléctrico falla, el de agua es inexistente. A su casa no llega el líquido por tubería desde hace más de un año, lo que la obliga a comprar cisternas que cuestan entre 20 y 30 dólares al menos una vez al mes.

En su opinión, el racionamiento eléctrico que imponen en el estado es una política “indolente” y la atribuye a falta de mantenimiento de la infraestructura existente.

Carolina Ramos* también es habitante de Maracaibo. Al igual que sus coterráneos, sufre apagones de cuatro horas todos los días. En el edificio donde vive apagan los ascensores a las 6:00 de la tarde para evitar que se averíen por los cortes eléctricos. Después de esa hora tiene que subir nueve pisos caminando.

En Machiques de Perijá, un municipio periférico de la entidad, donde Ramos tiene familia, la luz también se va por cuatro horas o más, según comenta. “No hay un horario para que la gente se prepare”, dice.

En su casa todos los electrodomésticos tienen protectores de voltaje y la rutina se ajusta a la falta de energía. Esto implica cenar y bañarse antes de las 7:00 pm y estar dentro de la casa antes de las 6:00 pm.

“Uno escucha que el gobierno regional quiere hacer algo, pero no le aprueban los recursos por ser de oposición. El empresario también quiere ayudar porque casi todos los comercios tienen que tener una planta eléctrica y eso es una renta por el costo del gasoil, etc, pero no terminan de hacer algo”, cuestiona.

Lea también: Rosales cumple sus 100 días de gestión entre apagones

“Es una tortura”

Las redes sociales también ofrecen una pequeña ventana del caos que viven los venezolanos en el interior del país. La bioanalista Patricia Panunzio publicó, el domingo 10 de abril, que en su edificio se registraron hasta cinco cortes de luz. “¡Esto es una tortura!”, exclamó en Twitter.

La docente Zuleima Corredor también usó esta red social para denunciar que en Maracaibo hay racionamiento eléctrico de cuatro a seis horas.

El contador Carlos Sandoval lleva un registro diario de los cortes que padece todos los días desde las 7:00 de la noche.

Otros tuiteros desahogan sus calamidades a través de sus tuits:

Lea también:

Foto: Elimar Díaz